Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.Lema de Granja Animal después de instaurarse la dictadura del gorrino "Napoleón".George Orwell. Rebelión en la Granja
Libertad, Igualdad, Fraternidad, coreaban los revolucionarios franceses cuando a finales del siglo XVIII terminaron con los privilegios feudales de nobleza y clero, pusieron fin al absolutismo y eliminaron las exenciones medievales de las que disfrutaban ciertas provincias.
Libertad, Igualdad, Fraternidad, preciosas palabras que se convirtieron en lema de liberales, demócratas y republicanos de todos los lugares. ¿De todos? Bueno, puede que de todos no. Hay ciertos territorios en la península ibérica donde no terminaron de suscitar el mismo entusiasmo. En concreto, el segundo de los términos, como que chirriaba.
No hablamos de sectores ultramontanos y reaccionarios, carlistas, nostálgicos del antiguo régimen. Nos referimos incluso a sectores radicalmente progresistas. Libertad, por supuesto. Fraternidad, vale. Pero ¿Igualdad? Y ahí cortocircuitaba el pensamiento progre del buen nacionalista catalán o vasco. Y casi podríamos imaginárnoslo frunciendo el ceño mientras se rascaba la cabezota por debajo de la boina o de la barretina, al tiempo que se repetía confuso: "¿Igualdad? Hombre... en principio sí. Pero ¿igualdad entre nosotros y ellos? ¿Como van a ser Euskadi o Catalunya lo mismo que Castilla o Andalucía? ¡Inaceptable! ¡Nosotros somos muy especiales! ¡Merecemos un trato diferenciado!"
Sello postal de la República Francesa, emitido con motivo del bicentenario de la Declaración de los Derechos del Hombre. Representa una alegoría de la Igualdad. Parece que al norte de los Pirineos esta palabra no chirría.
Pero ocurre que, cuando exigen un trato diferente, no están pensando precisamente en uno peor... El escritor castellanófobo Pompeu Gener (1.848 - 1.920) lo expresó, como tantas otras cosas, con despiadada claridad:
Así, somos catalanistas y no regionalistas, porque el regionalismo supone iguales derechos y por tanto iguales energías y organización en todas las regiones y eso es falso. Trabajamos, pues, para proporcionar un carácter propio y superior a nuestra tierra; (...) Y soñamos en un imperio intelectual y moral mediterráneo, por nuestra influencia sobre las demás naciones latinas, sin que ni las durezas e ignorancias castellanas nos desvíen (...)Trabajaban pues para "proporcionar un carácter propio y superior a su tierra". Por lo menos es sincero. Tampoco puede calificársele de caso aislado. Su contemporáneo, el médico y compañero catalanista Hermenegild Puig i Sais abundaba en la misma línea allá por el 1.915:
En el concepto político Cataluña hoy está en una inferioridad numérica para luchar con el resto de España, y en el estado actual de la política española todo es cuestión de votos, cuestión de número; todos los hombres valen igual.¡Que todos los hombres valieran igual! ¡Menudo despropósito debía parecerle al buen doctor "el estado actual de la política española"!
Por supuesto, a nuestro nacionalista periférico contemporáneo no se le escapa que al abjurar de la igualdad se está internando en el terreno de lo políticamente incorrecto. Y por ello normalmente renuncia a abordar el asunto con el desparpajo de sus predecesores.
Opta a menudo por expresarlo sin decirlo. Utilizando circunloquios y eufemismos; (¿de qué otra forma se puede calificar el lamentable planteamiento de "Federalismo Asimétrico"?). Aprovechándose de la ingenuidad, buena fe y falta de conciencia nacional de sus interlocutores castellanos, pretende hacer calar la idea de que no es necesariamente malo que su terruño pueda tener un tratamiento privilegiado. Aunque, eso sí, en cuanto alguien manifieste el lógico recelo o simples deseos de aclarar los términos, afirmará con total seriedad que él no se refería exactamente a un "tratamiento privilegiado" y que ¡se han malinterpretado sus palabras!.
Otras veces busca roer el mismo concepto de igualdad, al que de forma interesada confunde con uniformidad. Es raro que cualquier político catalán (ojo, no tiene por que ser miembro de un partido nacionalista) no responda a la cuestión intentando confrontar dicho concepto con la existencia del idioma catalán y de otras peculiaridades culturales. Como si fueran cosas incompatibles.
Nadie en su sano juicio pretende que las competencias sobre el catalán sean comunes a Cataluña y Asturias, o que Aragón legisle sobre cabildos insulares como Canarias. Nadie con dos dedos de frente plantea tales disparates, por lo que resulta extraño el énfasis que parecen poner algunos en prevenirlos.
No se trata tampoco de que todas las comunidades tengan que utilizar sus competencias de la misma forma y seguir idénticas políticas. Pero sí de que todos compitan con las mismas armas y de evitar que unos tengan que caminar a la pata coja y con una mano atada a la espalda mientras sus vecinos viajan en moto.
En ese sentido, ¿por qué Cataluña debe tener una relación especial y privilegiada con el gobierno, fuera del alcance de las demás comunidades? ¿Y un techo competencial mucho más alto? ¿Es razonable que el Estado pierda toda influencia en Cataluña mientras Cataluña no solo mantenga, sino que incluso aumente la suya en el Estado? ¿Es de recibo gozar de una financiación exclusiva y diseñada a la carta para una determinada Comunidad? ¿Es aceptable que mientras Castilla o Andalucía deban delegar la defensa de sus intereses en el exterior al gobierno central, Cataluña pueda recurrir al mismo cuando le convenga o puentearlo cuando no? ¿Acaso no quedarían entonces los intereses de andaluces, aragoneses o castellanos claramente comprometidos frente a los de los catalanes?
Castilla sabe por experiencia propia hacia donde lleva una política continuada de agravio y discriminación, y no es extraño que no quiera volver allí.
De eso, y no de la existencia de lenguas y culturas particulares va el concepto de Igualdad, por mucho que algunos prefieran salirse por los cerros de Úbeda. Hablamos de discriminaciones que los revolucionarios de los siglos XVIII y XIX combatieron y que fueron desterradas de las constituciones de (casi) todos los países occidentales, incluidas por supuesto las federales, y asumidas por (casi) todos los demócratas del mundo.
Otro sello postal, en este caso norteamericano con el lema "Igualdad para siempre". Empezamos a sospechar que la aprensión, repugnancia y tirria hacia esa palabra es exclusiva de los nacionalistas periféricos hispanos.
Recientemente tuvimos ocasión de ojear "La Independencia de Cataluña Explicada a mis Amigos Españoles", del politólogo nacionalista Jaume López. Se trata de una de las muchas obras de reciente aparición destinadas a hacer propaganda de los postulados catalanistas ante la opinión pública del resto de España. Obviamente, por su propio objeto, suelen emplear un tono correcto y respetuoso, hasta simpático, pasando de puntillas sobre los temas más espinosos y empeñándose en mostrar la cara más amable de su ideología. Llenos de curiosidad consultamos los dos capítulos dedicados a la "Igualdad".
La igualdad es un valor tan superior que, incluso ha servido para justificar las infraestructuras no rentables y sin ningún retorno económico. Los kilómetros malbaratados de AVE se han justificado como elemento de igualdad entre españoles (aunque eso sí, pasen todos por Madrid).Pues para estar dedicado a "sus amigos españoles" no parece un párrafo muy amigable. Incluye un palo en toda regla a Madrid (¡cuándo no!), y otro a diversas ciudades más pequeñas, algunas de ellas castellanas, con estación de ferrocarril de Alta Velocidad. Además omite significativamente que todas y cada una de las capitales de provincia de Cataluña están ya conectadas por AVE. Debe ser que en este caso la igualación ferroviaria no es pecado.
Siguen varias páginas dedicadas a fomentar el interesado y ya comentado confusionismo entre "uniformidad" e "igualdad". Y termina con otro glorioso párrafo:
Existe una historia en la mitología griega que habla de Procusto, un posadero sádico que ofrecía acomodo al viajero solitario. Cuando el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas de su lecho. Si la víctima sobresalía, cortaba las partes de su cuerpo que sobraban. Si era de menor estatura, lo descoyuntaba a martillazos y lo estiraba hasta adaptarlo a la medida de la cama. Todos idénticos. A golpe de hachazo.Sadismo, amordazamientos, descoyuntamientos, martillazos, hachazos... más allá de la evidente y un tanto "gore" demagogia que gasta el autor, una conclusión resulta obvia: la Igualdad continúa provocándoles urticaria. Mucha. Está visto que para determinada gente, algunos pueblos siempre serán más iguales que otros.