sábado, 22 de agosto de 2015

Orgullosos de Ser Castellanos



En esta bitácora hemos dedicado abundante espacio y esfuerzo a denunciar la castellanofobia, presentando diversos ejemplos históricos de la misma. Pero en sentido contrario, también han sido muchos los escritores (forasteros y castellanos) que a lo largo de los siglos se han referido a Castilla  desde la admiración o el cariño. He aquí una pequeña muestra de castellanofilia.



Entonces era Castilla un pequeño rincón,
era de castellanos Montes de Oca mojón,
y de la otra parte Fitero el fondón.
Moros tenían a Carazo en aquella sazón.
Entonces era Castilla toda una alcaldía,
y aunque era pobre y de poca valía,
nunca de buenos hombres fue Castilla vacía.
De cuales ellos fueron parece hoy en día.
Poema de Fernán González. S XIII.


Castilla era para los italianos aquel bello país donde se alza la ciudad de Toledo y son bonitas las mujeres y los hombres ásperos y caballeros.
Brunetto Latini (1.220-1294). Escritor.


El español es diferente según la diversidad de las provincias, cada una tiene su dialecto particular. El castellano es el más rico, el más puro y el más trabajado. Es el que hablan las gentes honestas y del que se sirven para escribir.
Etienne de Silhouette (1.709-1.767). Político.


La lengua es hermosa en Castilla.
Albert Jouvin de Rochefort (c. 1.640 - c. 1710). Viajero y cartógrafo.


El verdadero castellano es indomable, no le reduce ni el frío ni el calor ni el hambre ni la tortura, ni la paz ni la guerra, es altivo y libre bajo una apariencia humilde y sencilla; y desde remotas épocas, mientras otros pueblos y razas de la historia vivían en la servidumbre, él sólo impera por la generosidad y el heroismo. Antes morir que entregarse. Fue aventurero e independiente, con orgullo y dignidad de su pobreza llega a mendigante, pero no a esclavo. En cambio se rindió siempre al que le llamó amigo.
Luis Pérez Rubín (1.856-1.942). Arqueólogo. Flor de la Vida.


En Castilla hay tantos buenos, que puedo en su confianza mi justicia y mi esperanza fiarle al que vale menos.
Guillem de Castro (1.569-1.631). Escritor. Las Mocedades del Cid.


Desprecian la muerte y así se hacen audaces, más gozan en la guerra que con el amigo. Los castellanos son gente brava y fuerte, gente que no teme beber la copa de la muerte.
Poema de Almería. S. XII. 


Esto es lo que tiene Castilla, que no es ni bonita ni fea, ni buena ni mala, ni siquiera variada o monótona, sino sorprendente, y extraña, y sobrecogedora. Por eso es tan difícil conocerla y aún más amarla. Pero también por eso, quizás, cuando se la conoce, se le ama y ya no se le puede volver la cara.
Camilo José Cela (1.913-2.002). Escritor. Judíos, Moros y Cristianos. 


Entre aquellas llanuras, en aquella soledad, en aquel silencio, se comprende la naturaleza mística del pueblo castellano, la ardiente fe de sus reyes, la sagrada inspiración de sus poetas, los éxtasis divinos de sus santos, sus grandiosos templos, sus magníficos claustros y su brillante historia. 
Edmondo de Amicis (1.846-1.908). Escritor.  


Ancha es Castilla, reza un viejo y acreditado aforismo. Pero si Castilla es ancha o no lo es depende no sólo de la perspectiva que adoptemos para contemplarla, sino de la parte del país que recorramos, lo que equivale a afirmar que Castilla, antes que ancha -y además- es varia y diversa. 
Miguel Delibes (1.920-2.010). Escritor. Castilla, lo Castellano y los Castellanos.


Tu me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo.
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
Miguel de Unamuno (1.864-1.936). Escritor. Castilla.


Si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo.
Miguel Delibes (1.920-2.010). Escritor. Castilla, lo Castellano y los Castellanos.


Los castellanos son de todos los pueblos del mundo los que merecen primacía en línea de lealtad.
José Cadalso (1.741-1.782). Escritor y militar. Cartas Marruecas. 


Sobre todo en estos reinos de Castilla, la infantería tiene una gran reputación y es considerada como muy buena, juzgándose que en la defensa y expugnación de ciudades, donde sirven tanto la destreza y la agilidad del cuerpo, sobrepasa a todas las demás; y por esta razón y por el gran ánimo que muestran, valen también muchísimo en una batalla; de modo que se podría discutir quien fuese mejor en campo abierto, si el español o el suizo, disputa que dejo a otros.
Francesco Guicciardini (1.483-1-540). Filósofo, historiador y político. 


Créeme, Juana, y llámate Juanilla;
mira que la mejor parte de España, 
pudiendo casta se llamó Castilla.
Lope de Vega (1.562-1.635). Escritor.


Arriba: Latini, Guicciardini, Jouvin y De Amicis.
Abajo: Lope, Guillem de Castro, Unamuno y Delibes.
 
Castilla resultó ser la gran víctima de la aventura imperial al tener que sostener el peso ingente de la herencia de Carlos V o la guerra con los turcos y los piratas berberiscos que castigaban las costas mediterráneas. Tras el fracaso de las Comunidades, los procuradores de las Cortes, los escritores políticos y los arbitristas siguieron protestando contra la sumisión de Castilla a la costosa aventura exterior, contra el desorden económico y la injusticia fiscal. Fue en vano.
Fernando García de Cortázar. Historiador. Los Mitos de la Historia de España.


En Navarra y Aragón,
no hay quien tribute un real;
Cataluña y Portugal
son de la misma opinión;
sólo Castilla y León
y el noble reino andaluz
llevan a cuesta la cruz.
Católica Majestad
ten de nosotros piedad.
Pues no te sirven los otros
así como nosotros.  
Francisco de Quevedo (1.580-1.645). Escritor.


No procede así en Castilla, cuyos pueblos pagan bastante (...) En una palabra: el rey es pobre si se compara con la grandeza del país y sin Castilla sería un pordiosero porque del reino de Aragón no percibe casi nada...
Francesco Guicciardini (1.483-1.540). Filósofo, historiador y político.


Castilla hizo España y España deshizo a Castilla.
Claudio Sánchez Albornoz (1.893-1.984). Historiador.


A Castilla se le ha ido desangrando, humillando, desarbolando poco a poco, paulatina, gradualmente, aunque a conciencia. Se contaba de antemano con su pasividad, su desconexión, la capacidad de encaje de sus campesinos -en medio siglo no he asistido en mi región a otra explosión de cólera colectiva que la invasión de carreteras por los tractores en la primavera del 76- de tal modo que la operación, aunque prolongada, resultó incruenta, silenciosa y perfecta.
Miguel Delibes (1.920-2.010). Escritor. Castilla, lo Castellano y los Castellanos. 


Cuando decían ¡Castilla! todos se esforzaban.
Poema de Fernán González. S. XIII.


sábado, 8 de agosto de 2015

Madrid Es Castilla

Hay zonas de España que sí saben perfectamente cual es su identidad. Es el caso de Cataluña, pero ¿qué hacemos con Castilla? Durante los dos últimos siglos, Castilla se ha creído que era España y ahora anda dividida en dos regiones, en Castilla y León y Castilla-La Mancha, lo cual no me parece bueno. Hace ya algún tiempo, la Junta de Castilla y León me pidió que escribiese un artículo sobre la importancia del erasmismo en Castilla y claro, les dije que si no podía hablar de Alcalá de Henares, eso no tenía ningún sentido. 
Joseph Perez. Historiador francés, Premio Príncipe de Asturias 2.014. El País 6/3/1.999



Situación de Madrid y de las autonomías limítrofes. Adivina, adivinanza: si lo que hay al norte de Madrid es Castilla, lo que hay al sur es Castilla, y lo que queda al este y al oeste también es Castilla... ¿Qué es Madrid?

Es bien conocido que a partir de que en 1.083  Madrid fuera reconquistada por el rey Alfonso VI, ni la Villa ni su provincia  han tenido otra identidad regional que no sea la castellana. Sin embargo, y de forma sorprendente, durante la Transición se creó con ella y por decreto una nueva comunidad, sin ninguna raigambre histórica. Tal circunstancia, sobre la que los madrileños jamás fueron consultados, perdura a día de hoy. 

Desde entonces no han cejado  los intentos por parte de la administración  de ir difuminando el carácter castellano de Madrid y crear en su lugar un sentimiento madrileñista. Al menos en el segundo de los objetivos citados, han tenido bastante poco éxito. De hecho, la población madrileña sigue siendo la más desarraigada de la Península, y la autonomía es vista básicamente por los ciudadanos  como un mero ente burocrático.

Pese a todo, a poco que uno escarbe en los símbolos con los que se dotó a la naciente y artificial Comunidad Autónoma de Madrid, enseguida se percata de su naturaleza castellana. Dejamos a un lado el surrealista himno oficial que afortunadamente casi nunca se toca, sin duda para evitar a los madrileños el bochorno de una letra tan absurda. Pero el caso es que tanto la bandera como el escudo dejan bien sentada la profunda vinculación histórica, cultural, geográfica, y hasta sentimental de Madrid con Castilla.  

Así, en la exposición de motivos de la Ley 2/1.983 de 23 de diciembre sobre la Bandera Escudo e Himno se pueden leer párrafos tremendamente clarificadores. En primer lugar sobre el color rojo de la enseña madrileña:
La bandera de la Comunidad es roja carmesí. Madrid indica con ello que es un pueblo castellano y que castellana ha sido su historia, aunque evidentemente el desarrollo económico y de población haya sido diverso. La Comunidad de Madrid, formada en muchos casos por pueblos y municipios que pertenecieron a Comunidades Castellanas limítrofes, expresa así uno de sus rasgos esenciales.
Y en lo referente a los dos castillos y siete estrellas  que constituyen el escudo:
Los castillos de oro sobre gules del escudo escogen, recogen también, el más característico símbolo castellano. Las dos comunidades limítrofes los lucen como emblemas. El hecho de estar pareados simboliza la pretensión de la Comunidad de Madrid de ser lazo entre las dos Castillas, fundiendo el símbolo fundamental de una y otra, al tiempo que viene a proyectar su propia complexión extensiva hasta los límites precisos de las cinco provincias que la abrazan: Toledo, Guadalajara y Cuenca, pertenecientes a Castilla-La Mancha; Segovia y Ávila, integrantes de Castilla-León.

 
Veamos el escudo de la Comunidad de Madrid: las cinco puntas de las estrellas y las cinco provincias castellanas que la  "abrazan" ... el color rojo que representa a Castilla...los castillos...¿Hacen falta más pistas?

Incluso el propio Estatuto de Autonomía en su artículo 31.5 manifiesta algo tan revelador como lo siguiente:
La Comunidad Autónoma de Madrid, por su tradicional vinculación, mantendrá relaciones de especial colaboración con las Comunidades castellanas, para lo cual podrá promover la aprobación de los correspondientes acuerdos y convenios.
Visto todo la anterior, uno no puede dejar de emocionarse ante el despliegue de castellanía de los símbolos autonómicos madrileños, y de paso preguntarse el motivo por el que se renuncia a la integración en un marco castellano que por otro lado se reivindica. 

Si lo que se pretendía es que la capital del Estado estuviera en una región de nuevo cuño, creada artificialmente solo para ello y por lo tanto más "neutra", que contribuyese a limar las antipatías y recelos con los que Castilla cargaba en ciertos territorios... el fiasco no puede haber resultado mayor. Hoy, sin que tampoco Castilla haya pasado a ser mejor vista, la interesada y continua demonización a la que los medios nacionalistas someten a Madrid  ha calado en buena parte de la población, y la hostilidad que despierta la Villa del Manzanares es mayor que nunca. Justo es señalar que son precisamente los territorios castellanos aquellos en los que el antimadrileñismo ha penetrado en menor medida y que tal hecho debería ser conocido y valorado como corresponde por los madrileños (1).

Afortunadamente, la sociedad y la economía  no entienden de tales componendas políticas y ya están íntimamente relacionadas. Son muchos los madrileños, castellanoleoneses y castellanomanchegos que cruzan a diario  la "frontera" autonómica para trabajar, estudiar o comprar. Tal circunstancia se refleja fielmente en la red de ferrocarriles de cercanías de Madrid, que se interna en las provincias de Guadalajara y Segovia, y que según está previsto, pronto lo hará también en la de Toledo.  

Lo cierto es que una integración más profunda solo podría resultar beneficiosa para todas las partes, y no únicamente por el importante ahorro de gasto público que la fusión de las administraciones autonómicas conllevaría.  Madrid es actualmente el sostén demográfico y el motor económico e industrial de todo el centro peninsular. Posee además la suficiente proyección internacional como para servir de puente entre las dos mesetas y el mercado global. Castilla-La Mancha y Castilla y León por su parte pueden convertirse en nuevas áreas de desarrollo capaces de descongestionar Madrid y multiplicar su potencial. Y es que unas realidades tan complementarias siempre tienen que generar sinergias favorables para unos y otros.

En un plano menos materialista, también resulta urgente la reconciliación  de los madrileños con su propia identidad castellana. Que se ponga fin así al triste sentimiento de desarraigo que se ha ido cimentando. Y que sientan el legítimo orgullo de formar parte del pueblo castellano, con su indiscutible trascendencia cultural y su extraordinaria relevancia histórica. Todo ello tendría una repercusión psicológica difícilmente cuantificable, pero sin duda positiva, y a la larga, enormemente útil.  


(1)  En Identidades, Actitudes y Estereotipos en la España de las Autonomías, estudio de José Luis García Sangrador publicado por el C.I.S., la nota con la que calificaron a los madrileños los entrevistados de Castilla y León y Castilla la Mancha (significativamente el autor unió para este particular ambos grupos como  "Castilla") fue de 7.04, siendo esta la mejor valoración que cosechó Madrid entre todas las regiones. De manera recíproca,  Castilla y León y Castilla-La Mancha recibían sus notas más altas precisamente de los encuestados madrileños.