Pestañas

lunes, 3 de marzo de 2014

Castellanofobia: Madrit


La creciente afición de la política española por las teorías conspirativas ha llevado a cierto nacionalismo catalán a abrazar el alambicado revisionismo histórico que viene defendiendo Germà Bel (...)  Al parecer, toda la política de transportes aplicada en España desde Felipe II ha estado guiada por la pérfida intención de fastidiar a los catalanes en beneficio de los madrileños (...) Esta y otras excentricidades moverían a la risa si no estuvieran sirviendo para alimentar el victimismo falso con el que parte de la política catalana dificulta un análisis ponderado de nuestra realidad territorial. 
Rafael Simancas. "La Conspiración Radial". El País, 18/3/2011. 

Hemos dedicado ya varias entradas a la castellanofobia proveniente del nacionalismo periférico. Hoy vamos a centrarnos en un aspecto peculiar de la misma. Vamos a tratar sobre el odio a Madrid. Estamos convencidos de que lo segundo no es más que una manifestación de lo primero. En efecto, quien conozca la despoblación, los pueblos abandonados, las villas semi vacías de la Castilla profunda habría de ser muy desalmado para culpar a sus últimos, pobres y olvidados habitantes de todos los males que supuestamente afligen a ciertas nacionalidades históricas. Es por eso que muchos prefieren lanzar sus dardos directamente sobre Madrid. La única provincia castellana que posee el potencial demográfico e industrial que permitiría algún día el renacimiento de una Castilla próspera y sostenible.

Castellanísimo escudo de la actual Comunidad Autónoma de Madrid
Simboliza  tanto el pasado castellano de la provincia como un futuro que será castellano o no será nada.

No se trata de componer aquí una apología de Madrid. Entre sus habitantes, como entre los de cualquier otra parte, se encuentran personas buenas, malas y regulares. Tampoco es cuestión de obviar los muchos problemas a los que debe hacer frente la ciudad. Se trata simplemente de repasar algunos  aspectos de su pasado y convenir que las feroces críticas que se le hacen en base a ellos (principal aunque no exclusivamente) desde el nacionalismo catalán, están motivadas por el odio y los prejuicios, no por la razón. Veamos algunos de estos tópicos antimadrileños:

I. MADRID ANTES DE SER CORTE ERA SOLO UN PEQUEÑO VILLORRIO

Afirmación completamente falsa que de manera interesada algunos parecen querer convertir en verdadera a fuerza de repetirla. Es sabido que el traslado de la corte a Madrid se produjo en 1.561. Tres siglos y medio antes, en 1.202, Alfonso VIII le había concedido su propio fuero, lo que ya denotaba cierta importancia. 

Madrid era una de las trece ciudades castellanas con derecho a voto en cortes, e incluso había acogido la celebración de las mismas en nueve ocasiones, la primera en una fecha tan temprana como 1.309. Para entonces disponía de sus propias milicias concejiles, que habían participado a las órdenes del rey en diversas acciones de la Reconquista, incluyendo la batalla de las Navas de Tolosa. 

Otra evidencia de la categoría que tenía Madrid a finales de la Edad Media y principios de la moderna es su Alcázar. Se trataba de una antigua fortaleza de origen árabe, situada sobre el solar del moderno Palacio Real y que los sucesivos reyes habían ido ampliando y adecentando. Durante la dinastía Trastámara era ya una de las principales fortalezas de Castilla. Allí se celebraban las Cortes cuando eran convocadas en la ciudad. Allí se hospedaban los reyes cuando estaban de paso. Allí residió largas temporadas Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, y allí nació su hija Juana la Beltraneja. 

Madrid  visto desde el oeste según dibujo de A. Van der Wyngaerde (1562) , con el Alcázar a la izquierda
Diga lo que diga el mito periférico, Madrid no era un poblachón, y tampoco fue nunca manchego.

Ciertamente, Madrid no era por entonces la principal ciudad de Castilla, pues tanto Toledo como Valladolid la aventajaban en población. También tenía menos vecinos que otras ciudades como Sevilla o Valencia. Pero con cerca de 20.000 habitantes según estimaciones, se contaría entre las diez ciudades españolas más grandes. Y, aunque muchos se sorprenderán al leerlo, en aquella época ya tenía una población similar a la de...¡Barcelona!. ¡Increible!. ¿Quien iba a sospechar que la supuesta gran metrópoli catalana, la comercial, industriosa y mediterránea Barcelona, apenas sobrepasara en habitantes al "poblachón manchego" (1) que también supuestamente era Madrid antes de la capitalidad?. 

En resumen, ¿alguien puede sostener en base a la realidad histórica y no a los prejuicios que Madrid careciera de importancia antes de 1.561?.


II.  LA CAPITALIDAD DE MADRID  FUE RESULTADO ÚNICAMENTE  DE UN CAPRICHO DE FELIPE II

Falso también. Es verdad que había otras opciones posibles, que al igual que Madrid, presentaban ventajas e inconvenientes. Pero se trató de una decisión meditada y en modo alguno de un capricho real.  Felipe II, nunca se caracterizó por tomar decisiones a la ligera. Y la elección de la capital no fue ninguna excepción. No le llamaban el "Rey Prudente" por nada. Veamos como fue el proceso. 

Primero hay que recalcar el hecho de que tradicionalmente, Castilla  no tenía capital. A diferencia del resto de reinos peninsulares cuyo gobierno estuvo siempre centralizado en la ciudad más importante (Portugal-Lisboa, Navarra-Pamplona, Aragón-Zaragoza, Cataluña-Barcelona y Reino de Valencia-Valencia) los reyes castellanos nacían, vivían, gobernaban  y morían donde sus obligaciones y las circunstancias les llevaban. Como bien apuntó don Claudio Sánchez Albornoz, los reyes castellanos fueron tan trashumantes como sus ovejas. Es verdad que algunas ciudades podían argüir cierta primacía moral por diversos motivos; tal era el caso de Toledo, (por ser la antigua capital de los visigodos y la sede del Cardenal Primado de España) o de Burgos (por ser el origen del condado de Castilla). Pero capital, no había.

Sin embargo esta situación tenía que cambiar forzosamente a la llegada de los Austrias. El gran número de territorios sobre los que debían gobernar y la consiguiente complejidad de la administración hacía inviable el mantenimiento de una corte itinerante. 
 Si quieres conservar tus reinos deja la capital en Toledo, si quieres aumentarlos, llévala a Lisboa, y si quieres perderlos, trasládala a Madrid.
 La apócrifa cita anterior, presunto consejo de Carlos I a su hijo  Felipe II se ha traído a colación continuamente, casi siempre con aviesa intención. Muchos parecen no darse cuenta de que además de falsa es imposible. Primero porque aunque Carlos residió durante temporadas en Toledo, la ciudad del Tajo no había sido nombrada capital. Segundo porque Portugal, y por tanto Lisboa, no pasarían a formar parte de los dominios de Felipe II hasta más de dos décadas después del fallecimiento de su padre. Y ello merced a la repentina muerte en batalla del joven rey Sebastián, cosa que difícilmente podía nadie preveer. Así que, en realidad, lo mismo nos  podemos creer que le había aconsejado situar la corte en Lisboa que en París o Moscú.

Lo cierto y verdad es que tras hospedar precisamente en Madrid al rey francés Francisco I, prisionero tras la batalla de Pavía, en 1.537  Carlos ordenó la reforma y ampliación del Alcázar, en lo que parece ser un paso previo para el establecimiento allí de la corte. Así lo declaró en su momento el historiador Luis Cabrera de Córdoba (1.559-1.623) cuando dejó escrito:
El Rey Católico [por Felipe II], juzgando incapaz la habitación de la ciudad de Toledo, ejecutando el deseo que tuvo el emperador su padre [por Carlos I] de poner su Corte en la Villa de Madrid, determinó poner en Madrid su real asiento y gobierno de su monarquía.
No faltan voces que claman por la conveniencia de que la capital hubiera sido establecida en alguna ciudad costera provista de un buen puerto, ya que supuestamente eso hubiera incitado el comercio y la cultura. En primer lugar habría que constatar que a lo largo de la historia ha habido y hay centenares de ejemplos de ciudades interiores -París sin ir más lejos- que formaron grandes emporios comerciales y donde brillaron sobremanera las artes. 

Y en segundo lugar habría que recordar que en el siglo XVI España estuvo enzarzada en continuas guerras con dos grandes potencias marítimas: el imperio turco y sus aliados los piratas berberiscos, e Inglaterra. Los primeros ya habían atacado entre otras Elche, Málaga, Alicante, Almuñecar y las Islas Baleares. Las incursiones alcanzaron tal frecuencia y ferocidad que hubo que poblar el litoral mediterráneo de torres vigía para avisar del peligro. El cronista Prudencio Sandoval escribió:
Diferentes corrían las cosas en el agua: porque de África salían tantos corsarios que no se podía navegar ni vivir en las costas de España.
Los ingleses, por su parte,  no tardarían en hacer otro tanto en las costas del Atlántico. La Coruña, Lisboa, y Cádiz sufrirían las consecuencias. En semejantes circunstancias, pocos podrán discutir la sensatez de mantener la corte alejada del mar.

Algunos van aun más lejos y desde una total ignorancia histórica apuntan a la idoneidad de Barcelona como candidata a capital. Confunden la Barcelona contemporánea con la del siglo XVI. Por esa época, antes de que la injusta, despiadada y "asimétrica" política fiscal de los Austrias enriqueciera a Cataluña y arruinara a Castilla, Barcelona era solo una ciudad pobre y decadente, rodeada por un territorio igualmente pobre e infestado de bandidos. Tal era así que  Carlos I, prefirió no jurar los fueros catalanes, y consiguientemente no cobrarles impuestos porque:
...las rentas y millones que pudiera recaudar de mis súbditos de Cataluña serían tan ínfimos que apenas podrían cubrir los costes del traslado de mi real persona para realizar dicho juramento
Por otra parte, resulta obvio que si Castilla  además de su propia defensa pagaba (¡y a qué precio!) la defensa de los demás reinos y de los intereses europeos de la Casa de Habsburgo, la capital debía establecerse allí. Y dentro de Castilla las mejor situadas por su privilegiada posición céntrica eran Toledo y Madrid. Ahora bien, ¿por qué se descartó a Toledo?

Parece que se debió fundamentalmente a dos motivos. Uno, la propia configuración de la ciudad, situada en un cerro y con calles estrechas y empinadas, lo que por un lado le confiere una gran belleza pero por otro dificultaba su expansión y el desempeño de la corte. Pero la razón principal apunta a ser la existencia dentro de Toledo de otra autoridad capaz de rivalizar con la del mismo rey. Nos referimos al Cardenal Primado de España. Ya se habían producido varios encontronazos, y en concreto en 1.559 tuvo lugar un grave enfrentamiento entre el rey y el primado por un conflicto entre las justicias  real y eclesiástica. Se terminó resolviendo, pero no concluyó precisamente como el monarca hubiera deseado. Felipe II era muy consciente de que en Madrid no encontraría ningún contrapeso semejante y podría organizar la nueva corte a su gusto. 


III. MADRID ANTES DE SER CAPITAL ERA UNA POBLACIÓN AISLADA QUE SOLO POR MOTIVOS POLÍTICOS FUE BENEFICIADA CON CARRETERAS RADIALES

Este tópico se ha repetido tantas veces que estamos convencidos de que se lo han terminado creyendo muchos, ¡incluso entre los madrileños!. Empezaremos por la segunda parte, las tan cacareadas carreteras radiales.


Madrid, cruce de caminos. Si viaja Vd. de Bilbao a Sevilla o de Barcelona a Lisboa y no tiene la cabeza llena de prejuicios anticastellanos, probablemente elegirá el camino más corto y económico. 

  Ni el nacionalista periférico más obtuso puede poner en duda que Madrid se encuentra en el centro de la península ibérica y por tanto, geográficamente, en un cruce de caminos evidente. Y observando el mapa anterior todo el mundo puede comprender que cualquier carretera, camino, o vía que quiera comunicar Sevilla o Málaga con Bilbao, Lisboa con Barcelona o con Zaragoza, o La Coruña o Vigo con Valencia o Alicante forzosamente tiene que pasar por Madrid o sus cercanías. ¿Que debería hacer pues un gobierno para evitar ser tachado de jacobino? ¿Decretar que las carreteras se desvíen varios cientos de kilómetros para evitar el maligno y centralista paso por Madrid?. No dudamos que muchos en Cataluña estarían muy por la labor. Pero no nos parece ni razonable, ni justo, ni eficiente.

Repertorio de caminos de España por J. Villuga (1.546). Aglomeración de caminos cerca de Madrid.
¿Centralismo estatal anterior al propio estado?. ¡El colmo para un periférico castellanófobo!

Pero es que la condición de cruce de caminos resulta tan obvia que, como puede apreciarse en el mapa anterior, el centro peninsular ya se encontraba en 1.546 perfectamente comunicado por la red viaria que unía los distintos extremos de la península y a las (por aquella época pujantes) ciudades castellanas entre sí. No se trataba de ningún lugar aislado y perdido en la meseta como pretenden hacer creer algunos movidos por el odio o la ignorancia. Y desde luego echa por tierra la rancia teoría de que fueron los Borbones en el siglo XVIII (o tal vez los liberales en el siglo XIX) los que se conjuraron para que la ciudad tuviera buenos accesos al resto de España: éstos son prácticamente inevitables desde el momento en el que la península tiene forma polígonal y Madrid se encuentra justo en el medio. 

Para terminar, simplemente añadir  que no pretendemos convencer a nadie, y menos aun a los que desde el desconocimiento y el rencor ya han declarado odio eterno a Madrid y a Castilla. Pero si a algún castellano le sirven estas líneas para que se decida a estudiar la historia de su tierra y renuncie a creerse sin más los ataques en forma de pseudohistoria que continuamente se lanzan sobre ella, daremos por muy bien empleado el tiempo que les hemos dedicado. 


(1) Entre los tópicos más gastados sobre Madrid se encuentra el de calificarle de antiguo poblachón manchego. Creemos haber dejado claro que Madrid para cuando fue nombrada capital hacía siglos que ya no era ningún villorrio. Pero es que tampoco cabe calificarle de manchego. Para llegar desde Madrid a la bonita e interesantísima comarca de La Mancha, habría que dirigirse al sur y atravesar antes las comarcas de La Sagra y La Mesa de Ocaña. Claro que pedir conocimientos ajustados sobre la geografía de Castilla  a los que precisamente han hecho del odio a la misma su vocación, quizá sea excesivo.

7 comentarios:

  1. Te felicito por el artículo, mejor no se puede exponer y muy bien documentado.
    Además en esa época una sola provincia castellana tenía más habitantes que toda Cataluña

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  2. En el segundo mapa, el de J. Villuga (1.546) puede apreciarse como el meollo de caminos se situaba en el centro peninsular y era poliédrico. Así ciudades hoy pequeñas o medianas, Toledo, Burgos y Valladolid, eran los grandes nudos. Podría decirse que el posterior centralismo, caso de existir, jodió a Castilla sobremanera por mucho que una de sus ciudades, Madrid, despuntase con fuerza. Saludos.

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  3. Creo sinceramente que la España de los Austrias, privilegiadores desvergonzados de los territorios periféricos y saqueadores desalmados de los castellanos, supuso lo más parecido a un verdadero "Armageddon" para Castilla. La España de los Borbones corrigió parte del desequilibrio fiscal, aunque no del todo (Vease "Fueros sí, pero para todos", de Gonzalo Martinez Diaz.). El "efecto capitalidad" (que como es sabido incluye ciertos beneficios, pero también algún perjuicio) efectivamente benefició a Madrid, aunque no en mayor medida que a otras capitales europeas, como París, Viena, Londres o Moscú. Así que si el precio a pagar por acoger la capital fue la ruina y la despoblación de la mayor parte del territorio castellano, me temo que ningún periférico, por mucho que de boquilla clame al cielo y se tire publicamente de los pelos, nos hubiera arrendado la ganancia. Muchas gracias por su comentario.

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  4. Mi hija, para ir de Alicante a Málaga en transporte público, tuvo que coger el tren Alicante-Madrid-Málaga. Bonito y entretenido. Sólo que Madrid no está en medio de Alicante y Málaga.

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    1. Que raro. 5 minutos de internet bastan para comprobar que existe un servicio de autocares (Alsa) que enlaza Alicante y Málaga. Ciudades, que por otra parte, están directamente conectadas por autovía (A7). Todo ello sin ninguna necesidad de pasar por Madrid. Si no se quiere, claro. Quizá parte del tiempo empleado en lanzar insidias estaría mejor empleado en hablar más con su hija o informarse mejor. ¿No le parece?

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    2. No te quepa duda de que en toda página donde se hable de Madrid ¡siempre! aparece un/a odiador/a que pone la guinda al responder . Eso de que de Alicante a Málaga tuvo que pasar por Madrid obligada por la empresa de transporte ¡no se lo cree nadie que sepa la distancia que hay de Alicante a Madrid y de Madrid a Málaga ¡prácticamente TRES! ¡ 3 ! MÁS DEVECES LA DISTANCIA DE ALICANTE A MÁLAGA! .Si nos dice que se desvió unos pocos km , se comprende , pero ¡¿MAS DEL TRIPLE ENTRE ALICANTE Y MÁLAGA?! . Se vé que el ODIO y la ENVIDIA! Son la bandera de este/a separatísta catalana! ¡SEGURO! No hay que ver mas que su escrito .

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