martes, 14 de enero de 2014

Castellanofobia: Pompeu Gener

Ni Madrid ni el centro de las Castillas son lugares a propósito para la capital de una nación civilizada. La inteligencia tiene que funcionar mal por la deficiente nutrición del cerebro. Así todas las concepciones que de allí nos vienen son raquíticas.
Pompeu Gener. Heregias


Pompeu Gener i Babot (1.848-1.920) conocido como "Peius", fue un periodista y escritor barcelonés. En su juventud simpatizó con el republicanismo federalista, pero posteriormente fue derivando hacia un catalanismo con tintes racistas. Vivió largas temporadas en París donde trabó contacto con los ambientes intelectuales y literarios franceses. Hombre bohemio y de carácter pintoresco, terminó ejerciendo de funcionario en el Ayuntamiento de Barcelona merced a unos amigos que tuvieron la consideración de enchufarle allí. Según se cuenta, el único día en el que hacía acto de presencia en la oficina era precisamente el día de cobro.

En 1.887 publicó "Heregías. Estudios de Crítica Inductiva Sobre Asuntos Españoles", obra que retomará y ampliará en 1.903. En este libro  expondrá sus teorías raciales, basadas en la afirmación de que mientras en la España al sur del Ebro dominaban los elementos semíticos y  negroides,  en Cataluña predominaban los arios.
En España, la población puede dividirse en dos razas. La aria (celta, grecolatina, goda) o sea del Ebro al Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es aria sino semita, presemita y aun mongólica [gitana].
Pompeu Gener. Combinó catalanismo, racismo y anticastellanismo. No sería el único caso.

Repartidas de esta guisa las razas por la península, resulta fácil adivinar donde sitúa Gener a los hispanos  decadentes y donde a los triunfadores, donde  a los inferiores y donde a los superiores. Efectivamente, han acertado. 
[la raza que] proporciona la mayoría de funcionarios, de adeptos, y de gente que acata y sufre resignada esa máquina dificultativa del funcionamiento administrativo-gubernamental, es la raza del Ebro al Estrecho de Gibraltar, castellanos, andaluces, extremeños, murcianos etc.
Y es que, según Gener, con estos mimbres raciales resulta inviable cualquier intento de modernizar España:
Hay demasiada sangre semítica y bereber esparramada (sic) por la península para que pueda generalizarse en la mayoría de sus pueblos la ciencia moderna, para que adquieran una conducta conforme a las universales relaciones de la Naturaleza, para que abandonen el pensamiento con ideas absolutas, o solo con palabras. [...] España está paralizada por la necrosis producida por la sangre de razas inferiores como la Semítica, la Bereber y la Mongólica, y por espurgo que en sus razas fuertes hizo la Inquisición y el Trono, seleccionando todos lo que pensaban, dejando apenas como residuo más que fanáticos, serviles e imbéciles. La comprensión de la inteligencia ha producido aquí una parálisis agitante. Del Sud al Ebro los efectos son terribles; en Madrid la alteración morbosa es tal que casi todo su organismo es un cuerpo extraño al general organismo europeo.
Pero no todo está perdido en la península. Como dijimos arriba, hay un rincón en el que aun resiste una raza aria susceptible de encarnar la ciencia, el arte moderno y el espíritu europeo. Naturalmente nos referimos a la "raza catalana":
La raza [catalana] continuamente cruzada con otras europeas, se ha mejorado. Los cruces con razas afines superiores pertenecientes al mismo grupo se sabe que son altamente beneficiosos. Al contrario, con razas inferiores, de otros grupos divergentes, dan productos híbridos, estériles.
Todas las observaciones que hemos hecho, así etnográficas como filológicas y geográficas nos indican que la energía, el vigor y la dureza de la literatura catalana provienen de la raza y del medio. Los elementos de la raza catalana son, prescindiendo del elemento autóctono primitivo, el celta, el griego, el romano, el godo y por fin el franco. Razas fuertes, inteligentes, enérgicas.
La contraposición entre la superior raza catalana y la degenerada y decadente raza castellana se convierte así en el motivo que nuestro hombre estampará una y otra vez, machaconamente. He aquí un par de ejemplos:
España mira hacia abajo. Lo que aquí priva son las degeneraciones de esos elementos inferiores importados del Asia y del África. Ellos son los que predominan, ellos los indispensables para ocupar los puestos elevados, para formar parte de una aristocracia política y literaria que las más de las veces solo es de la inferioridad. Diríase que al echar a los moros, los astures y los castellanos viejos á medida que avanzaban iban siendo presa del espíritu africano. Los sarracenos perdían pero ganaban influencia (...). Nosotros que somos indogermánicos, de origen y de corazón, no podemos sufrir la preponderancia de tales elementos de razas inferiores
El problema está entablado entre la España Lemosina, Aria de origen y por tanto evolutiva, y la España Castellana, cuyos elementos Presemíticos y Semíticos, triunfando sobre los Arios, la han paralizado, haciéndola vivir sólo de cosas que ya pasaron.
Apunta también Gener en su libro una curiosa teoría que espantaría a muchos de los actuales simpatizantes del nacionalismo catalán, malacostumbrados a identificar Cataluña con progresismo y a Castilla con la reacción; y que asimismo recuerda demasiado a ciertas ideas que causaron furor en Alemania allá por los años 30 del pasado siglo. Para D. Pompeu, los castellanos están interesados en la igualdad y la democracia...¡por causa de su inferioridad!:
Así conviene á los centrales el socialismo nivelador, la democracia unitaria que prepara una raza de proletarios habladores y pobres de voluntad, hábiles, pero que tienen necesidad de quien les dirija y les mande, de jefes, de amo, en una u otra forma; en una palabra una raza de esclavos en el sentido más profundo de la frase.

 El ayuntamiento barcelonés tiene el gran detalle de honrar la memoria de Pompeu Gener con una recoleta plaza. Repleta de arbolado y muy cerca de la playita

En cambio, según nuestro hombre, los catalanes  están muy por encima de esa democracia "simétrica" tan grata a la raza de esclavos "mesetarios". Y si hacen falta más argumentos para justificar el aristocratismo catalán, se echa mano de algún concepto nietzscheano o incluso del refranero popular, y asunto solucionado:
Conocemos que somos Arios europeos y que como hombres valemos más en el camino del Superhombre. 
El proverbio más verdadero del país es el que dice que cada catalán tiene un rey en el cuerpo 
Cualquiera diría en fin que, para el autor, los castellanos son tan inferiores que apenas son capaces  de comer y reír:
En esta parte de España no se come, no se ríe no hay altas expresiones del espíritu. En cambio, se reza mecánicamente, se roba y se cumplen venganzas, y hay puñaladas por una friolera. Todo se cura con sangre en la España castellana.
Con todo, lo más surrealista de la obra de Pompeu Gener es cuando añade a sus teorías raciales consideraciones climáticas y geográficas. Así, la inferioridad de la raza castellana provendría no solamente de su composición étnica, sino también de "el excesivo calor y el extremo frío e [sic] las alturas yermas, los terremotos de ciertas comarcas, y sobre todo la sequedad del suelo".

Y es que según él, la altura a la que se encuentra Castilla sobre el nivel del mar se traducía en la ausencia de helio y provocaba una deficiencia nutricional en el cerebro. De ahí se derivaría la ineptitud de los castellanos para dirigir correctamente el gobierno:
El mal de España viene de que la raza que emprendió la unificación, fuera la castellana
La atmósfera madrileña "es pobre en Helio y Argón" y para colmo en sus aguas faltan el "Kriptón, el Neón y el Xenón", por lo que no estaría capacitada para ser la capital. A fin de cuentas, ¿qué se podía esperar de una ciudad como Madrid, que para más inri estaba "rodeada de desiertos arábigos"

El gran escritor y diplomático Juan Valera no dudó en responder con elegante sarcasmo a los crueles ataques:
Gener nos da por perdidos. Somos monos, somos presemitas descendientes de una gentuza infecta o plebeya... ¿Qué le hemos de hacer? ¿Cómo impregnar nuestro ambiente del ozono y del helio del que carece, según el señor Gener? Para nuestra circulación mental no hay vacuna que valga...
Por su parte, el filólogo y filósofo alemán Horst Hina, especialista en las relaciones culturales entre Castilla y Cataluña, tampoco puede evitar (desde la característica y reconocida lógica germana)  recurrir a la ironía cuando estudia la obra de D. Pompeu:
Decadente, sin cultura, ajena a la realidad, acientífica, supersticiosa, venida a menos, abandonada, indisciplinada: el sorprendido lector se pregunta como semejante Castilla pudo apoderarse de una Cataluña tanto más rica y fuerte.
Pero lo cierto es que en contra de lo que pudiera pensarse, las  teorías de "Peius" tuvieron un notable eco. Los ramalazos racistas se repetirán en distintos ideólogos del catalanismo, desde Almirall a Rosell i Vilar. Únicamente después de que con los nuevos tiempos fueran consideradas muy políticamente incorrectas, pasarían a un discreto y conveniente olvido.
 

5 comentarios:

  1. No hay razas superiores. Es una chorrada. Y nada, si nos ponemos a discutir si las hay... probablemente sea la raza que ha conquistado Europa entera. Que ha descubierto 2 continentes y que ha sido propietaria de parte de los otros tres, y que es capaz de conquistar continentes con 200 hombres.

    No. No es ni la alemana... ni por supuesto la catalana.

    Que asco de nazis.

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  2. jajajajaajaj ostia con el Gener jajajaja

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  3. Será un tópico pero es un sentimiento que subyace en los catalanistas, sienten que los el resto de españoles, o castellans como se suele generalizar, sobre todo los inmigrantes del ultra-ebro son medio moros y por tanto sub-humanos.

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  4. No confundir a los catalanes con los talibanes racistas y decerebrados como este protonazi, como algunos que hoy siguen en el mismo carril. La mayoría de los catalanes, la inmensa mayoría, diría somos iguales tan buenos o tan malos, porque hay de todo, como el resto de los españoles.

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    1. Seguro que es así y aquí procuramos siempre distinguir. Y si en algún momento por sentirnos especialmente heridos o por el calor de la polémica no hacemos el suficiente incapié en distinguir entre unos y otros, pedimos perdón.

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