Tan triste como la noche,
harto de dolor el pecho,
pídole a Dios que me mate
porque ya vivir no quiero.
Pero en tanto no me mata,
castellanos que aborrezco,
he, para vergüenza vuestra,
he de cantaros gimiendo:
Castellanos de Castilla,
tratad bien a los gallegos;
cuando van, van como rosas;
cuando vuelven como negros.
Rosalía de Castro. Castellanos de Castilla. Cantares Gallegos.
La entrada de hoy está dedicada a Rosalía de Castro, la gran poetisa gallega a la que admiramos y cuyo valor literario nos parece fuera de toda duda. Quizá por ello nos resulte aun más dolorosa la parte de su obra en la que se deja arrastrar por el anticastellanismo.
Rosalía de Castro (1.837-1.885). Su marido fue el historiador Manuel Murguía, padre del regionalismo gallego.
Ya hemos abordado el famosísimo Los Cuatro Palos de Sangre, de Víctor Balaguer, punto de inflexión del sentimiento castellanófobo en Cataluña, y de como sus ecos resonaron ampliamente en toda España. Especialmente en aquellos territorios con idioma propio, que a la sazón estaban iniciando un proceso de revalorización literaria del mismo. La influencia de la composición de Balaguer puede apreciarse incluso en el título del siguiente acre poema de Rosalía de Castro, perteneciente al libro Cantares Gallegos. Del catalán ¡Ay Castilla Castellana! al galaico Castellana de Castilla, en el que un supuesto y bondadoso pretendiente gallego es rechazado por una malvada y soberbia moza castellana:
Castellana de Castilla,
tan bonita y tan hidalga,
mas a quien para ser fiera
la procedencia le basta (...)
en paz señora, ya os dejo
con vuestra soberbia gracia,
y a Galicia hermosa vuelvo
donde reunido me aguarda
lo que no tenéis, señora,
lo que en Castilla no hallara:
campitos de lindas rosas,
y fuentes de frescas aguas,
sombra a orilla de los ríos,
sol en alegres montañas...
Pero es sobre todo en Castellanos de Castilla en donde se desboca la animadversión de la poetisa hacia nuestra tierra. He aquí algunos fragmentos:
La razón por la que se contrataban jornaleros foráneos (no solo gallegos) era que en las amplias zonas dedicadas al monocultivo del cereal, la época de mayor actividad, la siega, se concentraba en unas pocas semanas. Y afectaba a todas las explotaciones al mismo tiempo, con lo que la mano de obra local simplemente no alcanzaba. Presentar al campesinado castellano de la meseta norte, en su mayor parte compuesto de pequeños y medianos propietarios, como todopoderosos terratenientes sin escrúpulos es alejarse mucho de la realidad.
Respecto a las condiciones laborales de los segadores, la obras historiográficas más serias desmienten muchos tópicos victimistas. Cedemos otra vez la palabra a Xosé Ramón Barreiro. La cita es extensa, pero consideramos que merece la pena para aclarar el asunto:
Lógicamente, no tiene nada de extraño que en torno a un fenómeno que se repetía a lo largo del tiempo e implicaba a muchas personas de uno y otro colectivo, en algún momento pudieran surgir desconfianzas y resquemores. Tal parece desprenderse de alguna irónica coplilla popular gallega de la época, como la que aquí reproducimos:
Castellanos de Castilla,
tratad bien a los gallegos;
cuando van, van como rosas;
cuando vuelven, como negros
A Castilla fue a por panTerribles imprecaciones que marcan un antes y un después en el desarrollo de sentimiento anticastellano en Galicia. Justo Beramendi, catedrático de Historia en la la Universidad de Santiago de Compostela y Presidente de la Junta Rectora del Museo do Pobo Galego indica el cambio a que dan lugar:
y jaramagos le dieron,
diéronle hiel por bebida,
penitas por alimento.
Diéronle, en fin, cuanto amargo
tiene la vida en su seno...
¡Castellanos, castellanos,
tenéis corazón de hierro!
Murió aquel a quien quería
y para mí no hay consuelo;
solo hay para mí, Castilla,
la mala ley que te tengo.
Permita Dios, castellanos,
castellanos que aborrezco,
que antes los gallegos mueran
que ir a pediros sustento.
Tan mal corazón tenéis,
secos hijos del desierto,
que si amargo pan os ganan
lo dais envuelto en veneno.
Van pobres y vuelven pobres,
van sanos, vuelven enfermos,
que aunque ellos son como rosas,
los maltratáis como negros.
¡Castellanos de Castilla,
tenéis corazón de acero,
como peña el alma dura
y sin entrañas el pecho!
En tronos de paja erguidos,
sin fundamento, soberbios,
aún pensáis que nuestros hijos
para serviros nacieron.
Y nunca tan torpe idea,
tan criminal pensamiento,
cupo en cabezas más fatuas
ni en más fatuos sentimientos.
Que Castilla y castellanos,
todos en montón revueltos,
no valen lo que una brizna
de nuestros campos tan frescos.
Solo ponzoñosas charcas
sobre el ardoroso suelo
tienes, Castilla, que mojen
esos tus labios sedientos.
Ni árboles que te den sombra,
ni sombra que preste aliento...
Llanura y siempre llanura,
desierto y siempre desierto...
Eso te tocó, cuitada,
por herencia de universo,
¡miserable fanfarrona!...
triste herencia fue por cierto.
En verdad que no hay, Castilla,
nada como tú tan feo,
que mejor aun que Castilla
valiera decir infierno.
Ahora la valoración de la galleguidad alcanza una cota que exige que Castilla sea suma de todos los defectos, maldades y fealdades, desde el carácter de sus moradores hasta el paisaje.Sobra decir que tal enfoque es falaz y radicalmente injusto. El también catedrático de la citada Universidad Xosé Ramón Barreiro lo expresa perfectamente:
Tal acumulación de dicterios revelan algo más que compasión por los segadores gallegos, revelan una rabia personal que nunca es compatible, ni en un corazón tan generoso como el de Rosalía, con la Justicia.Y es que algunos han querido ver la castellanofobia de Rosalía de Castro como una reacción a las duras condiciones que soportaban los jornaleros gallegos que venían a trabajar a Castilla durante la recogida de la mies. Se trataría no de una dicotomía entre naciones, sino de una contraposición entre humildes y ricos, vasallos y señores. No estamos muy de acuerdo. En realidad, en el siglo XIX resultaba evidente para cualquiera que en la mayor parte de Castilla no se vivía mucho mejor que en Galicia.
La razón por la que se contrataban jornaleros foráneos (no solo gallegos) era que en las amplias zonas dedicadas al monocultivo del cereal, la época de mayor actividad, la siega, se concentraba en unas pocas semanas. Y afectaba a todas las explotaciones al mismo tiempo, con lo que la mano de obra local simplemente no alcanzaba. Presentar al campesinado castellano de la meseta norte, en su mayor parte compuesto de pequeños y medianos propietarios, como todopoderosos terratenientes sin escrúpulos es alejarse mucho de la realidad.
La Siega, de Vela Zanetti. Sin duda, una de las labores tradicionales más penosas del campesino. Algunos hemos llegado a vivirla (y padecerla).
Respecto a las condiciones laborales de los segadores, la obras historiográficas más serias desmienten muchos tópicos victimistas. Cedemos otra vez la palabra a Xosé Ramón Barreiro. La cita es extensa, pero consideramos que merece la pena para aclarar el asunto:
Los segadores, gallegos, parameses o murcianos estaban organizados en cuadrillas lideradas por el mayoral (o segador de mayor prestigio y autoridad) y de las que formaban parte los segadores de primera (llamados "hoces"), los de segunda ("medias hoces"), los "atadores" que hacían las gavillas y los ayudantes, muchachos de 15 o 16 años. Por consiguiente, el colectivo estaba internamente estratificado en categorías que repercutían en los salarios percibidos, mejor dicho en la distribución interna de los salarios porque el propietario pagaba a la cuadrilla una cantidad fija, previamente acordada, y que luego la cuadrilla repartía de acuerdo con las categorías ya citadas. Esto significa que el segador gallego no trataba individualmente con los propietarios, sino siempre en cuadrilla, pudiendo de esta manera hacer frente a los propietarios con mayores garantías y con una mayor presión.Por supuesto, la siega no deja de ser un trabajo duro. Los que hemos participado en él, incluso ya muy avanzado el siglo XX, podemos dar fe de ello. Se trata de una labor ardua, bajo las altas temperaturas estivales y con larguísimas jornadas de sol a sol, en las cuales frecuentemente se dormía en el mismo campo para ganar tiempo. Son condiciones extremas que el campesino castellano ha venido soportando hasta ayer, como quien dice. Debe realizarse además a la mayor rapidez, puesto que el cereal no puede recogerse antes de que esté en su punto, y después cualquier tormenta o granizada intempestiva daría al traste con la cosecha. Pero por otra parte, los segadores gallegos también preferían este ritmo de trabajo, pues al ser temporeros y cobrar por tarea hecha, cuanto antes la terminaran antes podían volver a su tierra y seguir con sus quehaceres habituales.
La valoración del trabajo se hacía por fanegas a segar, es decir, el trabajo estaba perfectamente objetivado, bien marcada la tarifa a realizar y fijados los pagos por la tradición, por lo que se fijara el año anterior con las modulaciones requeridas por el aumento del coste de la vida y por el valor del trigo en el mercado. No había, pues, sorpresa ya que todos partían de valores contrastados: el del trabajo a realizar y el del pago a satisfacer.
No se firmaba ningún papel, como se hacían antes las cosas. Para evitar algunos conflictos que se dieron, por errónea interpretación de las obligaciones asumidas por ambas partes, se impuso la costumbre de llegar al acuerdo verbal entre el propietario y el mayoral ante el alcalde o pedáneo del lugar que, de esta manera, actuaban como árbitros y hombres buenos en caso de conflicto. Y ya más recientemente ante los sindicatos.
Estas cautelas ponen de manifiesto que no estamos ante una situación de explotación semiesclavista, como parece deducirse de la propia composición de Rosalía de Castro y de cierta literatura costumbrista.
Lógicamente, no tiene nada de extraño que en torno a un fenómeno que se repetía a lo largo del tiempo e implicaba a muchas personas de uno y otro colectivo, en algún momento pudieran surgir desconfianzas y resquemores. Tal parece desprenderse de alguna irónica coplilla popular gallega de la época, como la que aquí reproducimos:
Castellanos de Castilla,Pero no hay que pensar que dicha poesía popular mostrara únicamente ánimo anticastellano, pues semejantes rimas pueden encontrarse dedicadas a Andalucía, otro de los destinos habituales de los trabajadores gallegos, o a los empresarios catalanes que se establecían en las villas costeras de Galicia:
vais a tener que rabiar:
los gallegos hacen los hijos
y vosotros los tenéis que criar
Catalán de Cataluña,En cualquier caso, precisamente la constatación de que muchos segadores gallegos siguieran acudiendo puntualmente cada verano, generación tras generación, a los campos trigueros de la meseta implica que los beneficios para ambas partes tuvieron que estar muy por encima de los problemas puntuales. Como bien dice Barreiro:
barbas de conejo manso,
¿por qué no das al gallego
una hora de descanso?
El hecho de que la experiencia de los segadores durara más de tres siglos es indicativo de la mutua tolerancia que debió presidir las relaciones sociales.
¡Qué triste resulta leer comentarios sobre una obra cuando el autor de estos evidencia no haber leído la obra!
ResponderEliminarLa voz poética del poema Castellanos de Castilla no es Rosalía (quien cede su voz a personajes populares en la mayoría de los poemas de Cantares Gallegos) sino de una mujer labriega cuyo marido acaba de morir como consecuencia de las duras condiciones de trabajo en la emigración temporal de su marido a Castilla. Ponerse en la piel y sentir el sufrimiento y la perspectiva de ella como suya propia es lo que consigue Rosalía. ¿De verdad no se puede entender la furia de esta labradora en tales circunstancias? ¿De verdad le vamos a pedir ecuanimidad? Léase usted el texto enterito. Nunca Rosalía tuvo un marido trabajando en la siega...
identificar autora con protagonista es algo completamente inadmisible.
Cuando la voz poética se identifica con el sentir de Rosalía... en esos poemas ningún buen conocedor de su obra tiene dudas.
Este NO es uno de ellos.
Rosalía no fue labriega, sino sirvienta, según parece, en una casa acomodada de Madrid. Y quién resultó enfermar no fue su marido, sino su prometido, ( o eso entendí yó)
EliminarY sí, se puede entender su dolor por esa pérdida, pero nada justifica su maldición sobre Castilla, su paisaje, su carácter, los castellanos. Se puede tener empatía con el sufrimiento de cualquiera, sea o no mujer, pero los malos augurios sobre el pueblo castellano no se pueden justificar. El crudo clima afectaba por igual a los segadores gallegos y a los castellanos, solo que estos a lo largo de la historia han demostrado que sufren callando, mientras que la sensiblería parece ser inevitable en la condición gallega de esa mujer. No solo se le pide ecuanimidad, se le debe exigir respeto.
Respuesta a Cormelana 28 de abril de 2015, 9:00.
ResponderEliminarNo creo que pueda sostenerse que no hemos leído "Castellanos de Castilla" cuando lo hemos copiado en su mayor parte, excluyendo solamente alguna que otra estrofa que no nos pareció representativa, y al objeto de no alargar excesivamente la entrada.
Que la protagonista del poema no es la propia Rosalía sino una mujer que ha perdido a su enamorado es algo tan evidente que salta a la vista. En el otro poema que estudiamos "Castellana de Castilla" sí hemos dicho explicitamente que el protagonista es un pretendiente gallego que cortejaba a una dama castellana. Lo hicimos así porque al transcribir unicamente una parte pequeña del mismo, podría no deducirse correctamente este hecho. En "Castellanos..." es imposible que el lector no se diera cuenta.
En ambos casos, tanto en el que habla el pretendiente, como en el que habla la viuda se incluyen desprecios e insultos para Castilla. ¿Hay algún otro poema en Cantares Gallegos en que alguno de los personajes que emplea la poetisa se despache igual contra cualquier otra nación que no sea Castilla? ¿Hemos de pensar pues que los castellanos tenemos muy mala suerte? Más bien parece que hay cierta predeterminación a la hora de elegir los personajes y los discursos. Que un escritor vierta su visión del mundo y su ideología, sus filias y sus fobias, a través de sus personajes está a la orden del día, y es algo tan comunmente asumido que no merece la pena entretenerse mucho en ello. ¿O acaso hemos de pensar que cuando el pirata de Espronceda canta a la libertad es únicamente la opinión personal de un supuesto corsario y cualquier parecido con la del autor es mera coincidencia?
Que parte de la obra de Rosalía de Castro tienen un cariz netamente anticastellano resulta evidente para cualquiera, es algo reconocido por (casi) todo el mundo y no puede decirse que sea una ocurrencia nuestra como parece insinuar el comentario anterior. Fíjese si no como se refiere a la relación entre Rosalía de Castro y Castilla el catedrático Xose Ramon Barreiro, que no creo que pueda calificarse de ignorante en la materia ni de tener aprensión a Galicia: "Tal acumulación de dicterios revelan algo más que compasión por los segadores gallegos, revelan una rabia personal que nunca es compatible, ni en un corazón tan generoso como el de Rosalía, con la justicia."
Poco más tenemos que añadir. Únicamente que no pretendemos minusvalorar a la poetisa ni azuzar polémicas. Pero si nuestro objetivo es hacer un repaso histórico de la castellanofobia, no seríamos honestos si nos saltáramos algunos cápitulos por simpatia o admiración con determinadas figuras o territorios. No podemos fingir que no se ha escrito lo que SÍ se ha escrito, ni pretender que se dice otra cosa distinta de lo que efectivamente se dice. Un saludo.
Estimado autor:
ResponderEliminarSu crítica ignora que las diatribas de Rosalía de Castro son debidas al orgullo y la prepotencia del castellano, quien creía que, porque iban a segarle la mies era él rico y más importante. Si no fuera por la parcialidad y victimismo del artículo, holgaría decir que esas circunstancias son muy humanas y se dan en todas las sociedades.
Aplíquese usted el cuento, porque hoy los hijos de castellanos que viven en Galicia ¿no se les impone la lengua gallega en los colegios? ¿Podría hablarnos de como se sienten los castellanos que trabajan en Galicia? Yo visité Galicia de vacaciones y sabiendo que soy castellanista unos galleguistas o españolistas? desconocidos (no sé como supieron que yo lo era) me hicieron sentir lo que se siente en tierra extraña de manera expresa, pero claro, si el que sufre esto es un castellano, se presume que se lo debe callar y aguantar. Pues va a ser que no. Si usted piensa así, quizá ustedes y nosotros deberíamos plantearnos que cada cual en su tierra y Dios en la de todos. Amén.
EliminarSí me aplico el cuento cuando digo que "... se dan en todas las sociedades".
EliminarRespuesta a Glo 7 de mayo de 2015, 4:40
ResponderEliminarDice Vd. textualmente "las diatribas de Rosalía de Castro son debidas al orgullo y la prepotencia del castellano". Orgullo y prepotencia del castellano, así, sin más. ¡Toma ya! Ni se molesta en argumentarlo, ni en decir en que estudio sociológico se basa, ni que "orgullómetro" ha consultado. Entre tanto, su opinión solo puede ser calificada de prejuicio anticastellano. Un prejuicio que, por lo visto, justifica cualquier insulto, desprecio o maldición que se lance contra Castilla. Bien, pues ese es exactamente el tipo de castellanofobia que denunciamos en este blog. Gracias por colaborar.
Me permito indicarle que "... esas circunstancias son muy humanas y se dan en todas las sociedades" tiene un significado preciso. Si su inteligencia y honestidad se lo permiten, y no se encuentra cegado por un fanatismo patriotero, habrá observado los estragos que causa la consideración de los demás como inferiores por el mero hecho de ser forasteros o extranjeros. Algo que puede observarse en todas las sociedades, salvo que uno esté dispuesto a negar la evidencia. Yo, como hijo de emigrantes (uno de mis progenitores procede de Castilla) y emparentado con emigrantes, puedo darle noticia de casos fuera de Castilla. Para los casos de dentro de Castilla, ya tiene usted la crónica en verso de Rosalía de castro.
ResponderEliminarRespuesta a Glo 7 de mayo de 2015, 16:16.
ResponderEliminarYo me permitiría recomendarle que usase su inteligencia en presentar, en lugar de suposiciones y prejuicios, argumentos, datos o pruebas de lo que de forma tan emotiva afirma. Pero vayamos por partes:
1º No vamos a discutir sobre la calidad literaria de la obra de Rosalía (nosotros ya dijimos que nos parece elevadísima) pero empecinarse en ver este poema polémico y agresivo como "una crónica en verso" de la inmigración en Castilla es algo ridículo e indigno de su inteligencia. Se trata, como el primer comentario de Cormelana apunta, de un presunto lamento desgarrado de un personaje ficticio lleno de rencor y que ni tiene, ni busca la menor veracidad. Bonito punto de partida para una crónica que debería ilustrar la realidad de la "emigración" gallega en Castilla, sí señor.
Por cierto, ¿he dicho emigración? Pues ni en eso es ajustado su comentario. Si ha leído la entrada que critica, sabrá que se habla de temporeros, no de inmigrantes. Cuadrillas que pasaban solo algunas semanas en Castilla, en su inmensa mayoría sin ánimo de establecerse, que realizaban una labor dura y que en realidad poco tiempo, ganas, y oportunidades tendrían para alternar con los lugareños y sentirse inferiores o superiores a ellos. Pero, volvamos al tema.
Es sumamente curioso que mientras Justo Beramendi, y Xose Ramón Barreiro, gallegos (el primero de adopción) buenos conocedores y admiradores de Rosalía y de su obra, admiten ver en el poema dicterios, rabia e insultos, usted se empeña en ver en él una "crónica en verso". ¿Debería quizá apelar a su honestidad para que revise algún prejucio sobre este tema?
2º Caso distinto es el trato dado en otros lugares (nos referimos a Vasconia y Cataluña principalmente) a los inmigrantes (estos sí) foráneos, en buena parte castellanos o castellanohablantes. "Maketo" y "Xarnego" son términos despectivos que se generalizaron hace mucho y que (desgraciadamente) aun siguen usándose. ¿Podría Vd. decirme qué término despectivo existe en Castilla para referirse a los inmigrantes gallegos?.
3º Le animo a que lea en este mismo blog las entradas dedicadas a Sabino Arana, Pompeu Gener o Josep Armengou. Podrá encontrar ahí una muestra significativa y apabullante de odio racial, desprecio al inmigrante y a su cultura, orgullo y prepotencia. ¿Podría Vd. indicarme qué literatos o políticos castellanos se despachaban en el siglo XIX o XX en términos parecidos con los inmigrantes gallegos (o asturianos o murcianos)?
Vuelvo a apelar a su honestidad para que reconozca que, en base al rastro que dejaron, si hubo desconsideraciones hacia los temporeros gallegos, fueron de un nivel incomparablemente inferior al que padecieron los castellanos (o andaluces o los mismos gallegos) que emigraron a Vasconia y Cataluña.
4º Creo honradamente que la principal razón de las imprecaciones de la poetisa hacia Castilla no está donde usted dice. Quizá habría que buscarla como hace Barreiro en algún motivo personal. O quizá en un afán de diferenciar lo gallego de lo castellano y contribuir al crecimiento de una identidad nacional en Galicia, para lo que no hay mejor receta que encontrar un contrapunto foráneo. En ese sentido, ¿sabía que el marido de Rosalía, Manuel Murguía fue uno de los promotores del regionalismo gallego? Quizá eso puede ayudar a explicar alguna cosa.
busque gallegofobia en google, y verá la cantidad de adjetivos se nos dedican en su literatura castellana.
EliminarBusque Vd. castellanofobia y verá los adjetivos que se han dedicado (y se dedican) a Castilla, también desde sectores cercanos al nacionalismo gallego. Como muestra vale un simple botón: solo en la famosa obra de Castelao "Sempre en Galiza" se menciona ¡¡129 veces!! la palabra "Castilla" seguida o precedida de ataque, insulto, menosprecio, descalificación, o mofa. Supere eso, si puede.
EliminarEn esta península no es difícil encontrar adjetivos descalificativos referidos a los vecinos. Lo que es más complicado es encontrar SUSTANTIVOS despectivos para nombrarles, porque implica ya un sentimiento de odio mayoritario y prácticamente institucionalizado. Es el caso de la palabra vasca "MAKETO" o de la catalana "XARNEGO". Bien, pues en Castilla no se utiliza ningun sustantivo despectivo para referirse a lo gallego. Y eso quiere decir algo.
Estimado autor:
ResponderEliminarMis experiencias personales no caben en sus despectivos "suposiciones" y "prejuicios". Por ellas he constatado que los foráneos, sean temporeros, inmigrantes o veraneantes, merecen tan poca estima por parte de los castellanos como por parte de cualquier otro grupo humano, por mucho que arda usted en deseos de hacer de lo castellano algo diferente (para mejor, claro) al resto del país o del planeta.
Ya que ha puesto usted ejemplos de apelativos dados por "otros" pueblos, mucho peores que el suyo en su opinión, y ninguno creado por el suyo, tan excelso, pues parece que no los ha encontrado, le propongo yo uno de primera mano: un castellano que yo conozco relataba su primera experiencia al encontrarse con gallegos en los siguientes términos: "... hablaban como perros...", refiriéndose a que no utilizaban el castellano, sino otra lengua que él no comprendía. Como puede comprobar usted, este hombrecillo (el término señor le queda grande) no empleaba un término específico como los ejemplificados por usted, sino un circunloquio que resulta más hiriente. Aquí cabe citar aquel "... desprecia cuanto ignora..." de Machado.
Le animo a que no se mire tanto el ombligo, que no es usted el centro del universo, ni los demás nos pasamos la vida ocupados en odiarle. También le animo a que abandone sus sentimentalismos políticos y a hacer una crítica más seria. Para ello parece conveniente que se asome a textos originales, como estas "elevadísimas" líneas de "Follas novas", que ponen en evidencia que narrado es también reflejo de la experiencia de la autora ante desprecios de hombrecillos como el del párrafo anterior, que ignoraban, entre otras cosas, la riqueza de conocer dos lenguas, mientras ellos tan sólo conocían (y mal) una sola: "... as cousas teñen de ser com'as fan as circunstancias, e s'eu non puden nunca fu ir âs miñas tristezas, os meus versos menos. Escritos n'o deserto de Castilla, pensados e sentidos n'as soidades d'a natureza e d'o meu corazon, fillos cativos d'as horas de enfermedade e d'ausencias, refre an quisais con demasiada sinceridade, o estado d'o meu esprito un-has veces, outras á miña natural disposicion (que n' en valde son muller) á sentir como propias as penas alleas..."
Un saludo.
Respuesta a Glo 13 de mayo de 2015, 16:45
ResponderEliminarBueno, pues enhorabuena. Ha encontrado Vd. un castellano al que no le gusta el gallego. Mal hecho. Si fuera amigo mio le llamaría la atención. Ahora bien, ¿no cree que para sacar semejantes conclusiones sociológicas sería precisa una muestra mucho más extensa y representativa? ¿Va a avisarnos cuando encuentre otro al que le repela el ribeiro? Eso no dejan de ser suposiciones y prejuicios. Si hubiese un importante sentimiento de odio o desprecio hacia los gallegos, no se preocupe que existiría un término bien popular e injurioso para calificarlos, y sería reflejado en la literatura castellana.
Mientras tanto, y ya puestos, si me permite que yo también haga una suposición: lo gallego no solo no es mal visto en Castilla, sino que, en general, por aquí se le tiene bastante cariño. Quizás que las ciudades castellanas estén repletos de bares, tabernas, restaurantes y tiendas de productos gallegos, y que muchos decidan pasar sus vacaciones en aquella tierra puedan ser sendos indicios.
Respecto al texto que presenta, señalar que se le agradece y viene muy a cuento en este apartado, pues la poetisa incluye el enésimo desprecio a Castilla, a la que califica muy expresivamente de desierto. En realidad tal término evidentemente peyorativo es exagerado incluso para las comarcas de secano. No digamos para las comarcas humedas, que las hay y no son pocas. A propósito, ¿sabía vd. que Castilla es el único territorio del que se trasbasa agua a otros? Y no solo a las provincias mediterráneas, no. ¿Estaba enterado que incluso Bilbao recibe agua de embalses burgaleses, hasta donde yo se de manera totalmente gratuita y altruista?. Menudo desierto este del que los demás extraen el agua. A la injusticia se añade el insulto, como suele ocurrir con esta mi tierra castellana.
Por lo demás, no tiene nada de extraño que el escritor/a que acaba de descargar sus rayos y truenos contra el vecino busque justificarse. Por miedo a reacciones adversas de los zaheridos, por mala conciencia... las razones pueden ser muchas. Lo raro y notable sería que dijese que escribía movida por el odio, por la ignorancia, y por el prejuicio. Pocos precedentes se habrán dado de esto último.
Por último creíamos que ya estaba sufientemente claro, pero en base a su comentario lo hacemos constar expresamente: este es un blog castellanista. Y nuestras opiniones van a ir siempre, siempre, en esa línea. Si busca sitios donde se despotrique continuamente sobre Castilla y los castellanos, los encontrará a cientos en internet. Pero este, como comprenderá, no es uno de ellos. Seguro que lo entiende.
Un saludo.
😂😂😂😂
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