miércoles, 17 de septiembre de 2014

Castellanofobia: el doble rasero catalanista

I esto de inventar los catalanes i de escribir a su albedrío lo que conviene a su onra o vanidad es cosa natural en ellos.
Francisco de Rioja (1.583-1.659). Aristarco

Llevamos ya cierto tiempo recopilando muestras históricas de anticastellanismo y quizá sea buen momento para hacer  alguna consideración más general sobre el tema. Aun reconociendo la  razón del verso de Ramón de Campoamor "en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira", no deja de sorprendernos las diferencias abismales de rasero que suele gastar el catalanismo a la hora de juzgar todo lo que tenga que ver con su tierra y lo que se refiera a Castilla. 

Cabría esperar de un colectivo tan sensible para con la opinión que otros puedan tener de su patria, cierto reparo y contención al expresarse sobre la de los demás,  y en lo que nos atañe, con Castilla. Creemos honradamente que demasiadas veces no ha sido así. El continuo lamento victimista sobre el poco cariño que despiertan en algunos territorios, incluidas las provincias castellanas,  ha ido acompañado (mejor dicho, precedido) de crueles ataques hacia esos mismos lugares. Hemos reunido en este humilde blog un buen puñado de ellos, y  es indudable que aun nos queda bastante trabajo por hacer. 

Dicha castellanofobia tiene a nuestro juicio un terrible agravante: que no fue casual o accidental, sino provocada por gentes que sabían muy bien lo que hacían. No se trata de un acto reactivo como a veces se alega desde Cataluña, sino premeditado. Y Enric Prat de la Riba (1.870-1917), nada menos que uno de los padres del catalanismo, lo reconoció explícitamente:
Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente , hondamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio (...) y no nos contentamos con reprobar y condenar la dominación y los dominadores, sino que, tanto como exageramos la apología de lo nuestro, rebajamos y menospreciamos todo lo castellano, a tuertas y a derechas, sin medida. 
Los catalanes que aun hoy en día y de buena fe, se preguntan sobre los motivos de que se haya extendido cierto resentimiento contra ellos en muchas zonas  (y que nosotros, dicho sea de paso, condenamos) quizá  debieran leer  el párrafo anterior. Y que juzguen ellos mismos si la castellanofobia,  que tan útil puede haber resultado  para el desarrollo del nacionalismo catalán, no está en el origen de todos estos lamentables prejuicios cruzados entre ambos pueblos. Si no es humanamente comprensible que "rebajar y menospreciar todo lo castellano a tuertas y derechas, sin medida"  provoque automáticamente una reacción de reciprocidad. 

El Cid,  según la historiografía catalanista, un capitán de ladrones. ¡Y Hollywood sin enterarse! Parece que lo de menos son todas las batallas que ganó. Incluída la de Tévar al Conde de Barcelona. ¿Vendrá de ahí la inquina?

Francisco Jaume, industrial y escritor gerundense,  ya lo denunciaba en 1.907:
una de las mentiras más indignas de los catalanistas es la de hacer creer a los catalanes que somos odiados por los castellanos, cuando es perfectamente lo contrario. Son los primeros los que odian a los segundos
Y lo explicaba de este modo:
Primero. Los separatistas se creen personas superiores a los demás. Es claro, no dicen que sean ellos solos los superiores, sino los catalanes, más adelantados que los castellanos, por cuyo motivo hay que separarse o, si no, Cataluña se ve obligada a llevar a remolque a esa masa ignorante de las demás provincias compuesta de una raza inferior a nosotros, los catalanes, y cuyo número es, por sí solo, suficiente para impedirles a ellos, los superiores, ser nunca nada. Este odio ha inspirado toda la literatura catalana; pero para disimularlo mejor, entonces se han inventado: Segundo. El odio de los castellanos a Cataluña, invirtiendo los términos. Es un escamoteo de la verdad fácil de hacer en política. Se provoca constantemente a los castellanos, y si alguno de éstos, cansado de soportar, responde enojado alguna frase contra Barcelona o Cataluña, se copia esta frase, y se dice: ¡Ved, catalanes, como somos odiados por los castellanos! Insistiendo uno y otro día han conseguido acreditar ante muchos que somos odiados por los castellanos y disimular que son ellos los que odian.
Y no solo observamos ese doble rasero en lo referente a las fobias nacionales. También a la hora de juzgar el folklore, la historia e incluso el arte. Efectivamente, según cierto catalanismo, cualquier personaje histórico, leyenda o mito castellano solo puede ser considerado algo falsario, manipulado y casposo. Cualquier sentimiento de orgullo por nuestro pasado, solo puede calificarse de patrioterismo ridículo. Cualquier monumento literario o bien se considera que ha sido exagerado e impuesto por el "centralismo imperante", o es examinado desde las más estrambóticas perspectivas para que sirva como crítica... a la propia Castilla; (nos queda pendiente escribir una entrada acerca de la surrealista visión que se ha venido dando desde el nacionalismo catalán del Quijote). Y ya lo último, que es la manía que les ha entrado a determinados sectores  por apropiarse directamente nuestras glorias. Veanse si no las publicaciones dedicadas en este mismo blog al Institut Nova Historia

Este severísimo y feroz juicio sobre lo castellano se mezcla con envidiable desparpajo con una idolatría realmente notable por todo aquello que consideran propio. No hay medias tintas, no hay claroscuros, no hay zonas grises. De Wilfredo el Velloso a la Reinaxença, pasando por los almogávares,  Pau Claris o "1.714". Todos los mitos son ejemplares, los escritores grandiosos, el pasado digno de toda admiración. 

Comprobemos  los términos que utiliza Prat de la Riba para referirse a Castilla y al Cid:
Con su espíritu de dominación, mezcla extraña de autoritarismo y anarquía, de energía y lasitud, de previsión y ceguera, herencia malaventurada de la sangre semítica que le lleva a hacer una industria de la guerra como aquel capitán de ladrones que Castilla ha convertido en su héroe nacional, como el Cid Campeador. 
Y ahora fijémonos en la visión idealizada hasta el ridículo que da su contemporáneo Víctor Balaguer de los almogávares, mercenarios procedentes entre otros lugares de Cataluña, y que en el siglo XIII camparon por Grecia y Anatolia, al tiempo que las saqueaban y devastaban:
Aquellos hombres que venían de hollar con planta indiferente los sitios donde un día se alzara Troya, héroes a su vez de una epopeya como la que inmortalizó Homero, iban a despertar con el rumor de sus pisadas y el acento de un lenguaje desconocido los ecos de las Termópilas, los huesos de cuyos defensores debieron estremecerse al sentir que por allí pasaban otros héroes.
Ni punto de comparación, ¿verdad?

El catedrático de historia de la Universidad Autónoma de Barcelona Ricardo García Cárcel en un artículo recientemente publicado ha vuelto a abundar en lo obvio:
ahora a escala nacional ni el Cid ni Agustina de Aragón tienen ninguna simpatía. Y en cambio los nacionalismos periféricos tienen los altares de los mitos sobrecargados.
Los Almogavers según Bartomeu Ribó (1.866). Estos en cambio, desde la óptica catalanista, sí que eran unos verdaderos héroes. Por lo visto no robaban, y mataban lo mínimo. ¡Y además ya gustaban de usar barretina!

Y no se trata únicamente de un fenómeno actual. Ya a principios del siglo XX el escritor guipuzcoano José María Salaberría dejó constancia de lo asombrosamente distinta que puede resultar la bara catalanista de medir:
Habladle de Numancia a un catalanista y os dirá que eso es cursi, que eso es un patriotismo pasado de moda. Si le cantáis a un catalanista la Marcha de Cádiz, dirá que el himno es ramplón y sobre todo, patriotero (...). Recordadle a un catalanista la gloria literaria de Calderón de la Barca, y sonreirá con malicia: "¡Vaya, vaya: estamos en el secreto de los clásicos españoles...!" Hoy mismo leo en "El Diluvio" una carta de Madrid en que el articulista hace un examen de las cosas y asegura que las mujeres madrileñas son bastante feas, de rasgos poco finos y de trajes deplorables. De España, pues, puede el catalanista decir lo que le place; es una exacta tierra mostrenca. Pero atreveos a insinuar que las mujeres de Barcelona son ordinarias, y el catalanista pondrá el clamor en el cielo. ¡Ya ven como nos odian los españoles! Es así, por consiguiente, que la tierra mostrenca de España se convierte al llegar a Cataluña en un objeto santo, inviolable. No podéis llamar fea a la barretina porque inmediatamente se producirá una diada de desagravio. Si opináis que "Els Segadors" es un canto burdo y retrasado, la protesta será inaudita. Ese que sonríe con suficiencia ante la gloria de Calderón se sentiría injuriado si dijéramos que la "Atlántida" de Verdaguer no pasa de ser un buen libro para optar a un premio en los Juegos Florales. Esa es la gran injusticia del catalanismo. No existe en sus juicios ninguna idea de proporción. Usa unos lentes falaces para mirar los dos patriotismos; ve a España con los cristales minúsculos y a Cataluña con los de aumento. Todo es en España sujeto de crítica y de vejación; todo es en Cataluña tema de reverencia y santidad. Se toman a sí propios tan en serio, que la menor objeción los deja estupefactos, como ante el infiel que profana el ara. 
¿No les suena?

martes, 2 de septiembre de 2014

Conservación de Monarquías


Y asi concluyo este discurso, con que conviene que en las cargas y tributos de las provincias, en quanto fuere posible, haya una debida y ajustada proporcion, sin que todo el peso cargue sobre la cabeza.
Pedro Fernández Navarrete  


Vamos a repasar hoy un curioso libro publicado hace ya algunos siglos: "Conservación de Monarquías y Discursos Políticos", de Pedro Fernández Navarrete (1.564-1.632). Su autor, logroñés de nacimiento, fue un reconocido humanista, economista, escritor y poeta que alcanzó a ser  secretario real y canónigo  de Santiago de Compostela.

El libro, que vio la luz en 1.626, es un conjunto de reflexiones sobre los graves problemas que ya entonces, y pese a la prodigiosa expansión exterior, afrontaba la Corona española, así como sobre la manera de resolverlos. Aborda en él todo tipo de temas, desde el peligro que supone la despoblación a la condena del lujo o el excesivo número de días festivos que comprometían seriamente la economía. Pero nosotros vamos a centrarnos en el discurso XXIII, titulado significativamente: "Que las cargas de la monarquía se deben repartir entre todas las provincias". 

En efecto, el capítulo citado demuestra que los castellanos de la época, o al menos la parte más ilustrada de ellos, eran plenamente conscientes del terrible daño que estaba sufriendo Castilla  al ser obligada a soportar casi en solitario todo el peso fiscal. El Estado Asimétrico organizado por los Austrias permitía que Vasconia, Portugal y los territorios pertenecientes a la Corona de Aragón se convirtieran en un antecedente de los modernos paraísos fiscales, al tiempo que los campesinos y burgueses castellanos eran brutalmente exprimidos para sufragar una interminable serie de guerras.

Retrato de Felipe III. Pedro Fernández Navarrete le aconsejó que las cargas de la monarquía no recayeran solo sobre Castilla, sino que se repartieran equitativamente entre  los diversos reinos. Su consejo no surtió efecto.

En primer lugar hace Fernandéz Navarrete una curiosa e impecable reflexión histórica: todos los imperios se han caracterizado por procurar enriquecer a la cabeza del mismo, mientras que paradójicamente el régimen de los Habsburgo, parecía empeñado en lo contrario, arruinar a Castilla en beneficio de los territorios periféricos. El asombrado autor no encuentra precedentes ni justificaciones a tal proceder.
Todas las monarquías han usado siempre enriquecer la cabeza del imperio con los despojos y tributos de las provincias y naciones, ó ganadas por las armas, ó habidas por otros justos derechos. Así lo hicieron los Romanos, enriqueciendo el erario con los despojos de África y Persia, ó, como otros dicen, de Perseo. 

Y entre otras alabanzas que el Poeta Claudiano dio a Estilicon, fue decir, que había traído al imperio riquezas no conocidas, desde remotas y heladas provincias.

Y no solo Roma, sino todas las colonias y las ciudades  a quién se comunicaban los privilegios Romanos eran exentas de pechos y tributos, gozando del derecho itálico de que tuvo origen el llamar hidalgos á los que no pechaban.
Pero, como suele decirse, "Spain is different". Aquí no solo no se benefició fiscalmente al principal soporte del Imperio sino que se le esquilmó, empobreció, y agravió sin tregua:
Solo Castilla ha seguido diverso modo de imperar, pues debiendo, como cabeza, ser la más privilegiada en la contribución de pechos y tributos, es la más pechera, y la que más contribuye para la defensa y amparo de todo lo restante de la monarquía; porque no solo da para el sustento de la casa real, y para asegurar las costas de España, sino tambien para presidiar África, reducir a Flandes, y socorrer provincias y Príncipes extrangeros.
La solución que propone el autor no puede ser más moderada y de sentido común: repartir los gastos y las levas de soldados de manera equitativa y razonable entre todos los integrantes de la monarquía.
Con todo eso parece justo, que repartiéndose las cargas en proporcion, quedara por cuenta de Castilla el sustentar la casa real, guardar sus costas y la carrera de Indias: y que Portugal pagara sus presidios, y las armadas de la India oriental, como lo hacia cuando no estaba incorporado con Castilla. Que Aragon é Italia defendieran sus costas, y sustentaran para ello los baxeles y milicia necesaria; 
De otro modo, las consecuencias de seguir con la habitual política de expolio  al pueblo castellano, podían ser desastrosas, (y efectivamente lo fueron).
por que no parece puesto en razon, que la cabeza se atenue y enflaquezca, mientras los demás miembros, que estan muy poblados y ricos, miran las cargas que ella paga: siendo más justo que las provincias que están vecinas a confinantes enemigos, contribuyan mas para su propia defensa, como en las Cortes de Madrid del año de mil quinientos veinte y ocho se pidió al señor Emperador Carlos quinto:  pudiendo decir Castilla a las demás provincias lo que el Rey Atalarico escribió á los romanos, que gastaba sus erarios y la sangre de sus Godos, para que ellos gozasen de una parlera y pacífica alegría. 
Con lo de "provincias que están vecinas a confinantes enemigos" se refería sobre todo a Cataluña, territorio fronterizo con Francia y frecuente teatro de operaciones, pero cuya defensa se llevaba a cabo fundamentalmente con dineros y soldados castellanos. 

Y es que, a principios del XVII, tras un siglo de continua discriminación  y completo ninguneo de los intereses castellanos,  la situación económica y demográfica de la península había variado  por completo. Castilla ya no era la potencia en pleno auge de antaño. Se estaba empobreciendo y despoblando  a pasos agigantados. Por contra, las otras regiones gozaban de la prosperidad económica que sus privilegios  le facilitaban. 
Que socorrer Castilla á las demas provincias es muy puesto en razon, si ella estuviese sobrada rica, conforme á lo que dixo Séneca, que el dar ha de ser, sin que el que da, se ponga en necesidad. 
Como cabía esperar, este sacrificio de Castilla en aras de los otros reinos y de la dinastía  nunca fue valorado ni agradecido. Cuando unas décadas después nuestra tierra se quedó definitivamente sin fuerzas ni recursos para seguir arrastrando el peso, y al Conde-duque de Olivares no le quedó otra que intentar que los demás también contribuyeran al esfuerzo común, la respuesta fue la desafección, el auge del anticastellanismo, y la rebelión.  

De Felipe III a Felipe VI. ¿Es posible que España vuelva a configurarse como un Estado Asimétrico que beneficie a ciertos territorios periféricos a costa de perjudicar y discriminar a Castilla?

Llaman poderosamente la atención las enormes similitudes entre el Estado Asimétrico  que padecieron los castellanos durante los siglos XVI y XVII y el que algunos parecen empeñados en instaurar en España en pleno siglo XXI. Como si pudiera haber una especie de conexión temporal malhadada entre los reinados de sendos monarcas de nombre Felipe, el tercero de entonces y el sexto actual. 

Interesadamente, se quiere hacer creer que el reconocimiento de privilegios a ciertas zonas con fuerte presencia nacionalista serviría para eliminar o al menos moderar las tensiones territoriales. Los que así opinan, o carecen de cualquier conocimiento histórico, o de tenerlo este no les ha aprovechado  nada. 

Si algo se ha podido comprobar a través de los tiempos es que jamás ningún privilegio ha servido para que ningún territorio o grupo social favorecido mostrara el menor agradecimiento a los que lo sufren o para que moderara sus aspiraciones. Antes bien, siempre consideraron que tales privilegios eran obligados y lo mínimo a lo que tenían derecho, y no han buscado sino la forma de acrecentarlos y seguir distinguiéndose de los demás. 

Que nadie tenga pues la menor duda de que un sistema político serio, moderno y estable no puede construirse sobre la base de la desigualdad y el agravio permanente, sino únicamente sobre la más exquisita igualdad en derechos y obligaciones de todas las partes constituyentes.




miércoles, 6 de agosto de 2014

Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias (II)


En el terreno fiscal, el núcleo meseteño soportó una carga durísima, recayendo sobre sus hombros el peso principal de los cuantiosos gastos derivados de la política imperial.
Julio Valdeón

- Es continuación de Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias (I) -

Nos centraremos ahora  en unos pocos pero elocuentes datos sobre la sangría fiscal que sufrió Castilla en los siglos XVI y XVII. Para ello seguiremos a Gonzalo Martínez Díez en su obra "Fueros Sí, Pero Para Todos", libro publicado durante la época de la Transición y que lamentablemente no ha perdido ni un ápice de actualidad. Los subrayados son nuestros.
Con la unión definitiva de las Coronas de Castilla y de Aragón en 1.516 y el nacimiento de la Monarquía española, las empresas y obligaciones de esta nueva unidad como las guerras de Italia o del Imperio o con el turco no pueden considerarse ya como empresas peculiares de Castilla, sino como algo propio de la Monarquía o de sus Reyes y por lo mismo comunes a todos los reinos integrados en la Monarquía. 
Y esto no obstante durante más de dos siglos todo el peso fiscal de la Monarquía se va a volver casi exclusivamente sobre el reino de Castilla que será sistemáticamente exprimido, esquilmado y empobrecido por los excesivos y desproporcionados impuestos de los que se verán libres en cambio los otros reinos de la Monarquía como Navarra, Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca.
Famoso poema de Quevedo escrito desde la rabia de quien observa impotente como la discriminación que sufría Castilla la estaba llevando a la ruina. ¿Será el Siglo XXI castellano igual que el XVII? 
Sobre Castilla, además de los impuestos medievales, los monarcas de la Casa de Austria harán recaer cuantiosos servicios ordinarios y extraordinarios, millones, almojarifazgos, rentas de Granada, etcétera, todos los cuales en su integridad gravitarán únicamente sobre los pecheros, lo que aumentará todavía más la injusticia de los mismos. En cambio la alcabala, impuesto que no reconocía exentos, quedará encabezada en una cantidad o fija o de progresión muy lenta, perdiendo cada día importancia relativa. 

Si calculamos las aportaciones fiscales de Castilla para un año ordinario del reinado de Carlos V, 1.553 (...) obtendremos los siguientes resultados en maravedís:

Rentas ordinarias..........  500.520.000
Maestrazgos.................  88.592.000
Servicios de las cortes.... 150.000.000 
TOTAL................................739.112.000

El equivalente a estos impuestos en los reinos de la Corona de Aragón eran los subsidios votados en cortes cada 5 años normalmente en el reinado de Carlos I por 300.000 libras Cataluña, 200.000 Aragón y 100.00 Valencia, equivalentes a 197.647.000 maravedís de los que 1/3 quedaba en los reinos para asuntos propios. La aportación real de 131.765.000 maravedís en cinco años correspondería a 26.388.000 anuales para los tres reinos. 

Comparando estas cifras con el número de habitantes que Carande halla para cada reino tendremos que a cada castellano le corresponde pechar 101 maravedís por los conceptos antedichos y a cada habitante de los tres reinos de la Corona de Aragón 20 maravedís: la presión fiscal pues que Castilla sufría era un 500 por 100 más que la de Cataluña, Aragón o Valencia

Y no hemos calculado la aportación de las Indias pertenecientes a la Corona de Castilla devorada en su integridad por las empresas militares de los Austrias: nos hemos limitado exclusivamente a los territorios peninsulares del reino de Castilla (...).

Y este desequilibrio fiscal empobrecedor y aun despoblador de Castilla lejos de aminorarse no hará sino aumentarse todo a lo largo del siglo XVII hasta alcanzar valores del 700 por 100 en relación con los otros reinos. 

Así, en 1.623 según datos de Domínguez Ortiz, mientras la alcabala en Castilla había pasado de 890.000 ducados en 1.553 a 2.754.768 desde 1.612 (...) los estados de la Corona de Aragón continuaban contribuyendo con 200.000 ducados entre Cataluña, Valencia, Aragón y Mallorca. En proporción a la población de ambos contribuyentes  la presión fiscal sobre Castilla sería un 838 por 100 mayor.

Y estos ingresos fiscales no se gastaban en servicios públicos productivos de variada índole, sino que en su casi totalidad se empleaban en gastos militares fuera del reino de Castilla, en sostenimiento de la Corte y en mercedes reales entre todos los súbditos de la Monarquía. 
El Recaudador de Impuestos, Pieter Brueghel (1.564-1.638). El Estado "asimétrico" organizado por los Habsburgo propició una presión fiscal inaudita sobre Castilla, que como consecuencia acabó empobrecida y despoblada.
Esta tremenda desigualdad fiscal va a perdurar sin notables rectificaciones hasta que Felipe V acabada la Guerra de Sucesión, establece en toda la Península una administración borbónica unificada y fija las cuantías que en proporción a su población y riqueza deberán aportar los diversos reinos de la monarquía. 
Las frías cifras  ponen al descubierto el continuado y monstruoso expolio que sufrió Castilla durante los siglos XVI y XVII, la profunda puñalada que la desangraría y que trocó el prometedor futuro del que hablábamos en la anterior entrada por crisis, ruina, y despoblación. El comercio decae, la producción se desploma, el número de habitantes se estanca o decrece.  ¡Cómo no nos van a venir a la memoria las palabras que el gran Miguel Delibes dejara escritas allá por los años setenta del pasado siglo!:
A Castilla se la ha ido desangrando, humillando, desarbolando poco a poco, paulatina, gradualmente, aunque a conciencia.
Con todo y con eso, aun los castellanos tenemos que aguantar a quienes desde la periferia y movidos  por la ignorancia o por la mala intención, insisten en pintar al régimen caótico, asimétrico y totalmente ruinoso (al menos para nuestra tierra) de los Austrias como un ejemplo de respeto por la diversidad y un precedente... ¡¡digno de ser emulado!!

No podemos pues sino coincidir con Gonzalo Martínez Díez cuando concluye:
No creo que haya que buscar causas ocultas al declive relativo de Castilla que se inicia desde el mismo siglo XVI, no hay economía capaz de resistir este desigual trato fiscal sin que comience a acusarse un desequilibrio regional. 
Visto el atroz resultado que supuso para Castilla el experimento de estado "asimétrico" implementado por Carlos I y sus sucesores, nos gustaría creer que la Historia al menos servirá de recordatorio para que no se repita. Al fin y al cabo, nuestros antepasados de aquella época no disponían de voto ni de libertad de expresión. Ojalá los castellanos de hoy hagamos valer nuestros derechos y la más elemental justicia y pongamos en el sitio que merece a todo aquel indeseable que pretenda  privilegiar a otros territorios a costa nuestra. Ojalá.



domingo, 27 de julio de 2014

Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias (I)


Sí sabemos, en cambio, algunos importantes datos económicos que explican cómo Castilla hubo de contentarse con el opio de las alabanzas de los gobernantes españoles, mientras la expoliaban en beneficio de otras regiones españolas. Todo el lujo de los nobles y el aparato bélico y civil del Reino de España -ya no el de Castilla ni el de León- salían del trabajo de los campesinos castellanos y leoneses y del de los indios americanos.
Jesús Torbado. Una Defensa de Castilla


Si existe un nefasto concepto que revolotea amenazadoramente cual pájaro de mal agüero sobre el actual debate territorial es el de "Federalismo Asimétrico". Popularizado en su día por el antiguo presidente de la Generalitat Pasqual Maragall, sigue sin ser desautorizado explícitamente por casi nadie. Y mucho nos tememos que hay grupos interesados en fijarlo como eje de un nuevo modelo  que se intenta colar de tapadillo a la sociedad española en general y al pueblo castellano en particular. Éste, descuartizado en varias comunidades autónomas irrelevantes, casi sin conciencia nacional y sumiso desde hace mucho a las élites políticas (actualmente denominadas "la casta"), se presenta como principal candidato a ejercer de víctima propiciatoria (por enésima vez) en los apaños entre dichas élites y los nacionalismos exacerbados de la periferia. 

Escudo de Carlos I. Se agradece el detalle de situar  las armas de Castilla en el lugar preferencial. Pero no compensa en absoluto la sangría a la que la sometió en beneficio de su dinastía y de los otros reinos. 

Efectivamente, surgen continuamente rumores (¿o son más bien globos sonda lanzados desde ciertas instancias?) sobre futuribles privilegios fiscales, oprobiosos dobles raseros en lo que a la relación con el Estado se refiere y diferentes techos competenciales. Todo ello es por completo ajeno a cualquier federalismo digno de tal nombre, y opuesto a la letra y al espíritu de cualquier constitución federal de cualquier país medianamente serio. Muy al contrario: el federalismo se basa precisamente en la igualdad entre los territorios constituyentes. No admite beneficios especiales para algunos que conllevarán necesariamente  enormes perjuicios para los demás.

Fieles a la esencia de este humilde blog, bucearemos en la historia para estudiar algo parecido a un precedente de este malhadado "Federalismo Asimétrico" con el que por lo visto se pretende castigar a los castellanos. Nos fijaremos someramente en como funcionaba España en tiempos de los Habsburgo, la dinastía austriaca entronizada en el siglo XVI, después de los Reyes Católicos.

Como sabemos, a la llegada al trono de Carlos I, la Corona de Castilla era  uno de los principales estados de Europa Occidental. Había dejado atrás la crisis de la baja Edad Media, y se estaba configurando como gran potencia marítima. Burgos era por entonces un importantísimo núcleo mercantil especializado en el comercio con Flandes, y por toda Castilla proliferaban ferias, entre las que destacaba la de Medina del Campo. Incluso estaba creciendo una no desdeñable industria textil en ciudades como Segovia y Cuenca. Y por si todo esto fuera poco, acababa de descubrir un prodigioso e inabarcable Nuevo Mundo. El futuro parecía ciertamente prometedor.

Pero desgraciadamente, Carlos dejó claro desde el primer momento que su  objetivo no era otro que mantener y acrecentar los laureles y el poder de  los Habsburgo, en interminable conflicto con los monarcas franceses. Para ello no iba a dudar en orillar los intereses de Castilla y utilizarla como fuente de ingresos y de tropas para alimentar las interminables guerras en las que se vería envuelto. En adelante, con los dineros y soldados castellanos se defenderían en Flandes y Alemania  los intereses de su dinastía y  en Italia y el Mediterráneo los de la Corona "catalano-aragonesa" . 

Consecuentemente, el descontento se extendió entre los castellanos y cristalizó en la rebelión de las Comunidades. Pese a sus éxitos iniciales, la traición de la alta nobleza, que terminó por ponerse del lado del emperador, propició que los Comuneros fueran derrotados en Villalar en 1.521. A partir de entonces, la aristocracia sería recompensada con importantes privilegios y suculentos cargos, pero perdió la capacidad de controlar al gobierno. Las instituciones castellanas se vieron privadas de competencias y sus  libertades de contenido. Nuestros antepasados quedaron reducidos a la triste condición de contribuyentes y reclutas, silenciosos e impotentes ante lo que se les avecinaba. Como escribió el gran historiador D. Claudio Sánchez Albornoz:
Los castellanos fueron sujetos por la realeza antes que ningún otro pueblo hispano, sin que en el duro trance del alzamiento de las Comunidades recibieran socorro ni aliento de quienes después hubieron de seguir la misma suerte.
A diferencia de lo que hicieron con Castilla,  los Austrias se andaron con pies de plomo en su relación con Cataluña y Vasconia. En aquella época eran territorios bastante menos ricos de lo que lo son hoy, con lo que la cantidad de recursos que podían extraer de allí era limitada. El mismo Carlos lo confesaba al explicar su negativa en cierta ocasión a viajar a Cataluña, jurar sus fueros, y de paso solicitar algunas contribuciones:
...las rentas y millones que podría cobrar a mis súbditos de Cataluña serían tan ínfimos que apenas podrían cubrir los costes del traslado de mi real persona para realizar dicho juramento.
Pero en cambio, la importancia estratégica tanto de Cataluña como de Vasconia era enorme. Su situación geográfica fronteriza les hacía  paso casi obligado para cualquier ejército francés o español que pretendiese atacar al país vecino. Convenía y mucho que estuvieran bien pobladas y sus habitantes lo más satisfechos posible con el rey. De no ser así, los incentivos para mostrarse pasivos ante el enemigo, o incluso cambiar directamente de bando podían ser grandes y de catastróficas consecuencias. Cosa que terminó comprobando muy por las malas el Conde-Duque de Olivares en 1.640. La situación, pues, favorecía sobremanera a catalanes y vascos. ¡Y vaya cómo la aprovecharon!

Se mostraron muy dispuestos a integrarse en el Imperio para todo aquello que supusiera ganancias y beneficios. Pero, escudándose en sus fueros, se resistieron con ferocidad inusitada a  contribuir en proporción a su población o su riqueza al mantenimiento del mismo. Y por supuesto todo lo que ellos dejaban de pechar, caía una y otra vez sobre los hombros cada vez más raquíticos  del pueblo castellano. Cedemos la palabra otra vez a D. Claudio Sánchez Albornoz:
Castilla no oprimió a las otras regiones. Insisto en señalar que la Corona de Castilla mantuvo casi sola la inmensa carga del Imperio español."¡Su aporte fiscal equilibró en el curso de las décadas las cifras a que montaron el oro y la plata americanos!". Invito a meditar sobre esta realidad para comprender y justipreciar la tremenda crisis castellana y para rechazar toda inculpación de responsabilidad a Castilla en la miseria española.

-Esta entrada continúa en Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias II -






domingo, 15 de junio de 2014

Castellanofobia: Institut Nova Historia (II)


Quiero felicitarles por su trabajo, por el buen trabajo que hacen.
Jordi Pujol en carta a Jordi Alsina i Bilbeny, "jefe de investigación" del Institut Nova Historia.


-Esta entrada es continuación de Castellanofobia: Institut Nova Historia (I)-

Veamos ahora una pequeña muestra de las perlas que acostumbran a dedicar a Castilla los simpáticos muchachos del Institut:

 ¿Odias a Castilla pero al mismo tiempo admiras tanto su pasado que te gustaría hacerlo tuyo?
¡Tiene solución! Inscríbete en la "Universidad" Nova Historia  y aprenderás cosas como las que siguen.
Castilla no tenía historia ni cultura relevante. La necesitaban y cogieron las nuestras (Jordi Bilbeny).
Castilla ha tenido la fortuna de ser la vencedora y se dota de un pasado que no tenía. Su intolerancia es casi genética (Pep Mayolas).
Es materialmente imposible que una gente que no tenía los instrumentos necesarios para navegar y guiarse por los mares (Reino de Castilla y León) pudiese llegar donde dicen los libros que llegó, al otro lado del Atlántico (Jordi Bilbeny).
(Sobre fray  Bartolomé de las Casas, uno de los muchos personajes catalanizados por el I.N.H.) Fue un hombre enfrentado a la política asimilacionista y centralista castellana de siempre (Jordy Bilbeny).
Castilla no tenía banqueros (Pep Mayolas).
¿Qué tradición marítima acumularon los castellanos entre los siglos XIII y XVI? (Enric Guillot).
(Sobre el descubrimiento y colonización de América) Se ha podido demostrar la escasa potencialidad científica de la nación castellana para llevar a término una hazaña marítima que estaba muy por encima de su alcance (Enric Guillot).
(También sobre el descubrimiento y colonización de América) Esta empresa se hace en Cataluña. No en Sevilla ni en todos esos lugares estrambóticos que dicen ellos (Victor Cucurull).
En realidad el imperio de Carlos I era el imperio catalán más Castilla, pero los libros han adulterado la historia (Jordi Bilbeny).
Castilla, que era muy poco relevante en la historia del mundo occidental hasta el descubrimiento de América, ha chupado y saboteado la historia de los otros (Albert Codinas).
En Castilla no tienen tradición literaria (Jordi Bilbeny).
Roma no era nada, y Roma no empezó a ser la capital que es hasta el día  que en ella entraron los catalanes (Víctor Cucurull). -De acuerdo, no hace referencia a Castilla, pero ¿describe o no describe a todos estos individuos?-.
Son tantas y de tal calibre las gansadas  que evacúan Bilbeny y sus monosabios sobre el pasado de Castilla que, si nos pusiéramos a responderlas pormenorizadamente, esta entrada podría ser interminable. Haremos un verdadero esfuerzo  de concisión y emplearemos solo tres párrafos.

1) A finales de la edad media la Corona de Castilla era junto con Portugal la principal potencia naval del Atlántico. Su flota había derrotado a la inglesa  en  1.372 y 1.419 y como consecuencia de ello dominaba las rutas marítimas entre el sur de Europa y los Países Bajos. Sus mercaderes y marinos habían desplazado igualmente  a los  ingleses en el importantísimo y lucrativo comercio lanero con Flandes, instalando incluso una colonia en Brujas y organizándose mediante La Hermandad de las Cuatro Villas, la Hermandad de las Marismas y el Consulado de Burgos.

 Miniatura del siglo XV que representa la batalla naval de La Rochela (1.372). 
Tras su victoria sobre los ingleses, Castilla se consolidó como gran potencia marítima del Atlántico.   

2) La literatura medieval castellana es extraordinariamente rica e interesante. Desde los romances y cantares de gesta  a Jorge Manrique, pasando por Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Don Juan Manuel, Alfonso X el Sabio, Pero López de Ayala y el Marqués de Santillana, entre otros. Toda una notabilísima tradición literaria que desembocará en la apoteosis del Siglo de Oro.   

3) Castilla en el siglo XV estaba en plena expansión. Era una de las principales potencias europeas, y desde luego el reino hegemónico en la Península Ibérica. Por entonces Cataluña era un territorio pobre, despoblado e infestado de bandoleros. Había dejado muy atrás su época de esplendor y se encontraba en plena decadencia. Los franceses le estaban comiendo el terreno en los Pirineos y los corsarios berberiscos, aliados del Imperio Otomano, en el Mediterráneo. Fernando (el Católico) y su padre, Juan II, eran muy conscientes de esta realidad y no cejaron hasta conseguir emparentar con la princesa Isabel, (la Católica). Sabían que sin las tropas y dineros de Castilla, el futuro de su país, acosado por rivales mucho más poderosos, pintaba verdaderamente negro. 

Y ya. Y el que quiera comprobarlo y documentarse con seriedad dispone de miles de libros, profesores, centros de enseñanza y recursos electrónicos para poder hacerlo. 

Ciertamente, los "investigadores" del Institut Nova Historia carecen de escrúpulos históricos y son auténticos fanáticos, pero no bobos. Como muchos otros nacionalistas periféricos modulan su mensaje según quienes sean los destinatarios. Para los medios catalanistas hemos visto arriba como las gastan y que términos utilizan. Para los  estatales cambian sensiblemente el tono y procuran disfrazarse de historiadores sesudos y hasta imparciales. Podemos comprobarlo en una entrevista publicada en el diario "20 Minutos" donde entre otras cosas, y tratando de vender la risible catalanidad de Cervantes más allá del Ebro, proclamaba Bilbeny: 
Hay que incorporar una perspectiva fría y serena. ¡Esto no tiene nada que ver con el nacionalismo!
Sí, sí... Vamos, estamos segurísimos de que no tiene absolutamente  nada que ver. No hay más que fijarse en el historial del Institut Nova Historia, (mas bien Histeria) y la manera en la que se expresan sus miembros cuando el público al que se dirigen es de los suyos... 

Mientras tanto, alguien puede legítimamente preguntarse si merece la pena prestar la más mínima atención a semejantes sandeces y a los sujetos que las rebuznan. Bien mirado, conspiranoicos y charlatanes abundan en cualquier sitio, no solo en Cataluña. Ni siquiera la manía enfermiza por apropiarse glorias de países ajenos es un invento catalán. Está perfectamente documentada en muchos lugares  y recibe el nombre de "popovismo" (1).  

Pero a nuestro juicio, en este caso concurre una circunstancia que añade gravedad a todo el asunto y que no nos permite mirar hacia otro lado y hacer  como si no ocurriera nada: los lunáticos de otras zonas no acostumbran a gozar de la  atención y el aliento  de la clase política. Bilbeny y su cuadrilla, sí. ¿Ejemplos? Aquí tienen algunos. 

A la  reciente presentación (3 de abril de 2.014) de la reedición del libro "Brevíssima Relación de la Destrucción de la Historia - la falsificación del descubrimiento catalán de América",  de marcado cariz conspiranoico, como su propio título indica, acudió a arropar a Bilbeny nada menos que el secretario  de organización de  Convergència y diputado al Parlament  Josep  Rull. También lo hizo el ex-secretario general de E.R.C. y ex-vicepresidente de la Generalitat  Josep Lluis Carod Rovira. El veterano escritor y antiguo parlamentario por Iniciativa per Catalunya, Ignasi Riera no pudo intervenir, pero envió un elogioso discurso en el que manifestaba que "el libro de Bilbeny me ha ayudado a comprender el asesinato premeditado contra la historia colectiva". Tal cual. 

No se piense que se trata de casos aislados. Entre los participantes en simposios del Institut y firmantes de manifiestos a su favor podemos encontrarnos muchas personalidades de la política y la cultura catalana como: 

Carles Campuzano (diputado en el Parlamento por CiU), Alfons López Tena (ex-diputado en el Parlament por Solidaritat Catalana), Ramon Tremosa (eurodiputado y cabeza de lista a las elecciones europeas por CiU), Josep Mª Terricabras (eurodiputado y cabeza de lista a las elecciones europeas por E.R.C.), Nuria Cadenes (Presidenta de Solidaritat Catalana), Miquel Selláres (histórico dirigente de Convergencia), Toni Strubell (ex-diputado en el parlament por Solidaritat Catalana), Isabel Clara Simó (famosa escritora y militante de Solidaritat Catalana), Assumpció Maresma (periodista y ex-jefa de prensa del Departamento de Cultura de la Generalitat), Jaume Manel Oronich (ex-diputado en Parlament por CiU),  Joan Rabasseda (alcalde de Arenys de Munt por E.R.C), Estanis Fors (alcalde de Arenys de Mar por CiU)...y paramos aquí. No porque se nos acaben los nombres sino para evitar extendernos demasiado y aburrir al lector con una lista kilométrica. 

Y ojo, no estamos afirmando que todos los catalanes, (ni siquiera que la mayoría de ellos), compartan los delirios anticastellanos de Bilbeny y sus secuaces. Pero ¿se puede despachar la cuestión presentando a esta gente como frikis aislados de la realidad a los que  nadie hace caso en Cataluña? No lo parece.

Elenco de "padrinos" de un reciente curso del Institut Nova Historia.
La pseudohistoria y el revisionismo a cargo del contribuyente.

Y  como probablemente  sospechará el lector, el apoyo político se traduce automáticamente en apoyo económico. No somos los indicados para practicar una auditoría de las cuentas del I.N.H, pero basta echar una ojeada a la anterior imagen con los logos de los mecenas de uno de sus cursos, para comprobar que, nada menos que cuatro instituciones públicas riegan con dinero igualmente público el sarao de estos individuos: una diputación provincial, tres ayuntamientos y un consejo comarcal. Y no hace falta ser muy agudo  para deducir que el resto de los patrocinadores, (todos ellos fundaciones y asociaciones), también reciben con toda probabilidad su correspondiente tajada de dinero del contribuyente en forma de subvenciones. Así cualquiera se puede meter a historiador revisionista... 

Otro ejemplo más de la estrecha colaboración entre organismos públicos catalanes y el Institut  lo podemos encontrar en las dos películas que adornan el currículum de Jordi Bilbeny: "La Apropiación del Descubrimiento de América: ¿una conspiración de Estado?" y "Enigma Cervantes", ambas dirigidas por David Grau. Aunque el contenido de los documentales, lo que subyace en todo momento, es la misma purrela pseudohistórica y anticastellana que hemos denunciado, en lo que al aspecto formal se refiere, cabe destacar  la  calidad  y la suficiencia de los medios técnicos empleados en la producción. Y sí, efectivamente. Gozaron del patrocinio  del Institut Catalá de les Industries Culturals y de la Televisió de Catalunya (Tv3), que posteriormente los emitió. 

Por si alguien aun tiene la más mínima duda del ascendiente del que gozan Bilbeny y su banda ante la clase política catalana,  terminamos esta entrada tal y como la empezamos. Con un fragmento de la carta que el honorable ex-presidente de la Generalitat Jordi Pujol dirigió en 2.012 al Institut Nova Historia con motivo de la publicación de "Descubrimiento y Conquista de América: una historia reescrita por los castellanos" . Imposible no percartarse de lo que ya el subtítulo deja bien a las claras: la castellanofobia de la que hará gala el autor, Enric Guillot, a lo largo de las páginas del libro.
Son libros muy convincentes que poco a poco se van haciendo hueco. Quiero felicitarles por su trabajo, por el buen trabajo que hacen. Y les animo a continuar en esta misma línea.
Pues nada. 


(1) Durante la Guerra Fría, llegó a ser frecuente que se publicaran en la prensa soviética artículos proclamando que tal o cual  descubrimiento occidental constituía en realidad un plagio del  trabajo llevado a cabo  anteriormente por algún desconocido científico ruso. Como en algún caso estos genios, de los que nunca antes había oído hablar nadie, se apellidaban "Popov", el curioso fenómeno pasó a ser  conocido desde entonces como  "popovismo".



miércoles, 11 de junio de 2014

Castellanofobia: Institut Nova Historia (I)

Muchas cosas no suceden como debieran, y la mayor parte de ellas ni tan siquiera llega a suceder. Es tarea del historiador consciente corregir estos defectos. 
Mark Twain.

Siempre  ha sido la Historia  muy golosa para la política. La perspectiva que de los hechos pasados tenga un individuo condicionará decisivamente su visión del mundo actual y por consiguiente su adscripción ideológica y su voto. La tentación de terciar en el trabajo de los historiadores es pues muy grande.

En ese sentido, el nacionalismo catalán se ha caracterizado desde sus inicios por conceder una enorme importancia  a dicha disciplina, tanto con el fin de proveerse de argumentos  para sus reivindicaciones como de desenterrar motivos para su victimismo.  No casualmente la  nómina de historiadores catalanes (mas o menos nacionalistas) ha sido y sigue siendo inmensa, desde  Bosch Gimpera y Vicens Vives a Josep Fontana, además de muchísimos  otros de menor relieve.  Todos ellos han influido sobremanera en la forma en la que la historia de España se ha estudiado e interiorizado, no solo en Cataluña, sino en el conjunto  del Estado. 

Pero conforme la sociedad catalana ha ido escorándose hacia posiciones soberanistas, parece que una parte de su historiografía  ha optado por ir aun más lejos, subiéndose entusiasta a la ola patriótica y perdiendo de paso  cualquier atisbo de veracidad.  Hoy vamos a centrarnos en el conocido Institut Nova Historia y en su fundador y máximo agitador, Jordi Alsina i Bilbeny.

 Dibujo de "El Roto" publicado en El País. Levantó ampollas en el multitudinario gremio de historiadores catalanistas. 
A nosotros  nos parece tremendamente certero.

Entre las asociaciones dedicadas a pregonar una visión histórica cada vez más  nacionalista que han proliferado de un tiempo a esta parte, podríamos citar al Cercle Catalá d'Historia, Centre d'Estudis Colombins, Fundació d'Estudis Historics, y el ya mencionado Institut Nova Historia, que no es sino una escisión de la anterior, (que a su vez lo es del anterior). Dicho Institut, comandado por el inefable Jordi Bilbeny, parece haber comido mucho terreno a sus rivales. Y es que, aunque las subvenciones de las instituciones públicas catalanas son generosas y la atención de los medios de comunicación  permanente, la competencia también es dura. Lograr impacto mediático resulta determinante para acaparar unas y otra. Y Bilbeny, con buen criterio, debió pensar que puestos a soltar disparates, cuanto más gordos mejor. 

El tema favorito  de todo ese mundillo de la pseudohistoria ultranacionalista es la reivindicación de la catalanidad de Cristóbal Colón. De manera bastante sorprendente compaginan  el tradicional desprecio  a la conquista y colonización de América (como a cualquier otro episodio del pasado de Castilla), al que consideran un hecho vergonzoso y lamentable, con un entusiasmo exacerbado ante la mera posibilidad de que Colón  fuera catalán y Cataluña  protagonista. Curioso cuando menos. 

Pero Bilbeny y su cuadrilla, luciendo un desparpajo inaudito, van mucho más allá. Para ellos cualquier gesta  o gloria cultural castellana  pertenece en realidad a los "países catalanes". He aquí alguno (y nadie duda que serán muchos más en el futuro) de estos misteriosos casos de catalanidad sobrevenida:
- Miguel de Cervantes. Su verdadero nombre era Joan Miquel Servent, hijo de Miguel Servet (el quemado por los calvinistas en Ginebra). Han descubierto que cuando escribía sobre la Mancha se refería a los alrededores de Jijona. 
- El autor de La Celestina. No sería Fernando de Rojas sino Joan Martorell. La tragicomedia tampoco estaría ambientada en Salamanca como se creía, sino en Sagunto.

- El autor del Lazarillo de Tormes. La prueba es que en el libro se habla de huertas frescas y estas, dice Bilbeny, son más propias del área mediterránea que de Castilla, por lo que, lógicamente, el Lazarillo debió de haber nacido en la población valenciana de Tormos, en vez de en el río Tormes. Sí, ese es el nivel. 

- Santa Teresa de Jesús. Que se llamaba en realidad Teresa Enríquez de Cardona, y era abadesa del monasterio de Pedralbes.

- Toda la poesía de Quevedo. Resulta que no es de Quevedo. La escribió el Rector de Vallfogona. 

- La literatura castellana del Siglo de Oro. Lo que hasta ahora pensábamos que eran obras maestras de la literatura universal no son sino malas traducciones de originales en catalán. Desgraciadamente dichos originales permanecen todos perdidos y nadie los encuentra. Pero ya aparecerán, ya.

- El Gran Capitán. No es otro que Joan Ramon Folc IV de Cardona y Urgell, por mucho que un individuo llamado Gonzalo Fernández de Córdoba se atribuyera sus éxitos.

Cristóbal Colón. Un clásico del revisionismo catalán. Ahora nos enteramos de que además de ser (faltaría más) catalán de pura cepa,  trabajaba como embajador de la Generalitat, salió a descubrir América desde el Ampurdán y fue el  padre de Erasmo de Rotterdam. Una vida muy bien aprovechada. 

- Hernán Cortes. Su verdadero nombre era Ferran Cortès, por si alguien lo dudaba. 

- Francisco Pizarro. Siendo pariente del anterior, no iba a ser uno catalán y el otro no. Este además era hijo de una amante de Fernando el Católico. Es verdad que hay que hacer malabarismos para catalanizar su apellido, (Francesc Pinós de So i Carròs) pero a estas alturas ¿qué más da?.

- Fray Bartolomé de las Casas (Bartomeu Casaus), los hermanos Pinzón (els germans Pinçó), Diego de Almagro (Jaume D'Aragó Dalmau), Américo Vespuccio (Americ Despuig)...

- El descubrimiento de América en general.

- El descubrimiento de Australia en general. 

Jordi Alsina i Bilbeny "historiador" catalán especialista en desenmascarar supuestas conspiraciones sin pruebas y en catalanizar apellidos de personajes históricos sin su permiso.

Naturalmente, una cosa es proclamar que tal o cual personaje es catalán y otra muy distinta demostrarlo. Bilbeny y sus compinches suelen jactarse de manejar  gran cantidad de documentos y de hecho los citan continuamente. A tenor de las veces que la repiten en cada entrevista, "documentación" parece ser su palabra fetiche. Solo hay un problema. Esa montaña ingente de "documentación" de la  que siempre presumen  nunca jamás prueba nada: papeles sacados de contexto, que a menudo ni siquiera hacen referencia a la cuestión que se está estudiando, y que solo a una mente calenturienta y fanatizada se le ocurre relacionar con la misma. He aquí un ejemplo de la "profundidad" de sus argumentos:
 Si el descubrimiento lo hace Castilla ¿por qué entra arruinada en el siglo XVI?
Primero, habría que aclarar que el siglo en el que entra arruinada no es el XVI sino el XVII. Y segundo, informarle del motivo:  la Corona la exprimía a impuestos,  tal y como consta en todos los registros de cuentas de la época y como reconocen todos los historiadores serios, incluidos los catalanistas. El dinero se esfumaba, además de para sostener los intereses europeos de los Habsburgo,  en defender los territorios de la  corona "Catalanoaragonesa", que los franceses atacaban constantemente por tierra y los piratas berberiscos por mar. Entre tanto Cataluña, privilegiada con un régimen fiscal  que hoy llamaríamos "asimétrico", se aprovechaba todo lo que podía de los beneficios que proporcionaba el Imperio, al tiempo que se desentendía de su defensa y conservación. No había peligro de que ella se arruinara, no.

Pero por supuesto, nada arredra a los heroicos combatientes contra la "falsificació" de la Historia. Paradójicamente, insisten en que la falta de pruebas de sus aseveraciones es la prueba definitiva de que tienen razón. Siendo manifiestamente sus teorías  certísimas y evidentísimas, el hecho de que no se puedan probar lo único  que demuestra es que, clarísimamente, durante siglos, (al menos desde los Reyes Católicos), ha habido (y aun sigue habiendo), una sibilina conspiración castellana para destruir y falsificar las evidencias.  Cierto castizo  expresó así en su blog el método infalibre que Bilbeny y Cía. utilizan una vez tras otra para demostrar catalanidades: 
España y Francia, en una supuesta conspiración de la que no tengo pruebas, se dedicaron a apropiarse de nuestro patrimonio cultural catalán, aunque no existen pruebas algunas de ello. Me he inventado unos cuantos pretextos circunstanciales que prueban sin duda alguna que tal señor era catalán. Y si no hay pruebas que confirmen mi teoría, es porque la conspiración españolista y francesa se ha dedicado a eliminar todo tipo de pruebas. Por lo tanto, es irrefutable lo que yo digo. Y si no está usted de acuerdo, es porque es usted parte de la conspiración españolista. 
¿Puede alguien en su sano juicio tragarse un guiso cocinado de manera tan burda? Sí si le añadimos un último ingrediente: anticastellanismo. Un ilimitado, descomunal e implacable odio a nuestra tierra. Detrás de todo disparate del Institut Nova Historia siempre, (pero siempre), subyace indefectiblemente el siguiente mantra: "Castilla es demasiado estúpida, pobre e ignorante para haber producido semejante monumento literario o haber protagonizado tan gran epopeya histórica. Así que los verdaderos responsables debemos haber sido nosotros, los catalanes". Dicho en otras palabras y traducido del catalán:
¿Cómo quieres que un pueblo degenerado de cuatro campesinos muertos de hambre que malvivían entre matorrales hicieran el Siglo de Oro?
Literal. Hay que reconocer que tras muchas décadas sembrándose el desprecio hacia todo lo castellano por parte del establishment político y cultural catalán, las astracanadas castellanofóbicas del Institut caen en terreno abonado, (¿o quizás deberíamos decir estercolado?). Y  por eso mismo hay mucha más gente de la que podría pensarse dispuesta a creérselas.

-  Esta entrada continúa en Castellanofobia: Institut Nova Historia (II) -

Hay que incorporar una perspectiva fría, serena y argumentada, ¡esto no tiene nada que ver con el nacionalismo!

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1894569/0/entrevista-jordi-bilbeny/cervantes-era-catalan/escribio-quijote-catalan/#xtor=AD-15&xts=467263

La Guerra Civil en Vasconia

No sabemos de que parte caerá el partido (el suyo, el Partido Nacionalista Vasco), si de los africanos o de la República. Ha dicho Ajuriaguerra que deberíamos declararnos neutrales y le apoyan dos Burukides...¡Neutrales!
Félix de Azua. Cambio de Bandera


Siempre nos ha parecido asombrosa la ligereza con la que desde algunos ámbitos nacionalistas periféricos se ha querido identificar sin más a Castilla y el franquismo. Se obvia que la mitad sur de Castilla, incluido Madrid permaneció leal a la República hasta casi el final de la guerra. Se pasa por alto que la Capital estuvo desde noviembre de 1.936 en primera línea de fuego, recibiendo constantemente los obuses de la artillería y las bombas de la aviación y aun así solo cayó en manos de los llamados "nacionales" cuando la guerra estaba a punto de terminar.

Por contra, se asume con  naturalidad que Vasconia tomó unánime y  decidido partido por la causa de la república, la democracia y la libertad. Creemos no  descubrir nada si decimos que la historia no fue exactamente así. 

División de España entre "nacionales" y republicanos al comienzo de la Guerra Civil. 
Tanto Castilla como Vasconia (País Vasco y Navarra) están divididas.

Observando el mapa anterior vemos como Navarra y Álava estuvieron desde el inicio con los sublevados. En ambas el predominio conservador y carlista era evidente. 

En concreto Navarra (Nafarroa) fue probablemente el territorio español que más se significó en la guerra civil en el bando nacional. En ninguna otra provincia se alistaron tantos voluntarios. Según algunas fuentes su número en julio de 1.936 sería de unos 8.500 , lo que  implicaría que una cuarta parte de todas las fuerzas voluntarias que tenía el ejército "nacional" en los inicios de la guerra eran navarros. Dieron para formar 24 tercios de requetés y 8 banderas de Falange. Ahí es nada. Protagonizaron la conquista de Guipúzcoa, e intervinieron en diversos frentes. Su elevado número y gran combatividad fue esencial para que la guerra tomara desde el primer momento un cariz favorable a los sublevados, y no es aventurado pensar que sin esa fuerza entusiasta en un momento tan crítico el conflicto podía haber evolucionado de muy diferente manera. Franco era muy consciente de ello y ya en 1.937 concedió a toda Navarra la Laureada de San Fernando  con estas elogiosas palabras: 
España entera rinde homenaje y simpatía a las virtudes y alto espíritu de un pueblo, en que no se sabe qué admirar más, si el valor de los que valientemente mueren en los frentes o la generosidad y patriotismo de quienes, alegres, entregan a la Patria lo más querido de los hogares.
En Vizcaya y Guipúzcoa la situación tras el alzamiento militar era muy diferente. En estos territorios los partidos de izquierda y los sindicatos tenían mucha mas fuerza que en el resto de Vasconia. Lo mismo pasaba con el P.N.V., aunque esta formación debía además afrontar un singular y difícil dilema. Por un lado su carácter conservador y marcadamente católico le acercaba a los que estaban apoyando la sublevación. Por otro,  la posibilidad de obtener un estatuto de autogobierno parecía mayor si alcanzaban el triunfo las izquierdas. Así lo recordaba el dirigente peneuvista vizcaíno Juan Ajuriaguerra:
Tenía la esperanza de escuchar alguna noticia que nos ahorrase el tener que tomar una decisión: que uno u otro bando ya hubiese ganado la partida (...) La derecha se oponía ferozmente a cualquier estatuto de autonomía del País Vasco. Por otro lado, el gobierno legal nos lo había prometido y sabíamos que acabaríamos consiguiéndolo. (...) Tomamos esa decisión sin mucho entusiasmo, pero convencidos de haber elegido el bando más favorable para los intereses del pueblo vasco. 

Sin embargo, esa "decisión", afectaba solo al P.N.V. de Vizcaya. El de Guipúzcoa también terminó adoptándola horas después. Pero el de Navarra declaró que no se uniría al gobierno de la República en el enfrentamiento que acababa de estallar. Y el de Álava llamó a sus afiliados primero a no oponerse a la sublevación militar, y luego a sumarse a la misma.

Resulta sintomático que en las provincias donde triunfó el golpe, las sedes del P.N.V. no fueran inmediatamente clausuradas, como sí lo serían las de los demás partidos que apoyaron al bando republicano. Hasta el 18 de septiembre de 1.936 no decretaría el general Mola la disolución de las organizaciones del Partido Nacionalista Vasco en el territorio controlado por sus tropas. Lo que prueba que hasta poco antes de que se promulgara el Estatuto no perdieron los sublevados la esperanza de que los nacionalistas vascos terminaran decantándose por ellos.

El por entonces joven dirigente peneuvista vizcaíno Juan Manuel de Epalza rememoraría muchos años después sus sentimientos en aquellos críticos momentos:
Estábamos decididos a impedir las atrocidades, a asegurarnos que los de izquierdas no asesinaran, robaran ni incendiaran las iglesias. Estábamos entre la espada y la pared. Era algo absurdo, trágico: teníamos más cosas en común con los carlistas que nos atacaban que con la gente con la que de pronto nos encontrábamos aliados.
Así que para cuando se configuraron los primeros frentes la situación de Vasconia se asemejaba a la de Castilla, dividida en dos mitades. La principal diferencia quizás fuera que la Vasconia republicana resistió  poco. Las columnas navarras enseguida se descolgaron  sobre Irún, privando a la zona norte leal a la república de todo contacto con la frontera francesa, con lo que quedaba aislada. Poco después cayó San Sebastián. Bilbao tuvo más tiempo para preparar su defensa. Se creó el flamante Ejército Vasco  (Euzko Gudarostea) en el que se integraron las milicias de todos los partidos, pero siempre con claro predominio del P.N.V., que asumía además el control político. También se procedió a fortificar los accesos a Bilbao, en lo que se denominó, un tanto hiperbólicamente, "Cinturón de Hierro". 

Fortificación del Cinturón de Hierro. Su objeto era proteger Bilbao y se inspiraba en la Linea Maginot francesa. 
Resultó tan inútil como aquella. 

En 1.937 tras el fracaso de su reciente ataque sobre Madrid, el alto mando de los "nacionales" planificó una gran ofensiva cuyo objetivo era en un primer término conquistar Bilbao para posteriormente ocupar el resto de la franja norte peninsular que seguía en manos republicanas. Se buscaba adquirir así la hegemonía industrial y demográfica que a la larga les permitiría imponerse. El 11 de junio comenzaron las operaciones. Gracias  a la superioridad aérea, al empuje demostrado por las Brigadas de Navarra, y ayudados por un cuerpo expedicionario enviado por el dictador italiano Benito Mussolini, consiguieron romper las defensas del "Cinturón de Hierro" y alcanzar las cercanías de Bilbao.

Ante la inminente caída de la gran ciudad vasca y consiguientemente, de las numerosas fábricas  que la rodeaban, desde el gobierno republicano se decidió su inutilización. El Ministro de Defensa, Indalecio Prieto, por lo demás bilbaíno de adopción, dio la orden de paralizar la industria de la margen izquierda de la ría. Sin embargo dicha orden no pudo llevarse a cabo. El Consejero de Justicia del Gobierno Vasco, el nacionalista Jesus María Leizaola, al mando en los últimos días del Bilbao republicano, se encargó de liberar a los presos derechistas y enviar tropas del P.N.V. a proteger los puntos más sensibles para evitar voladuras y destrucciones. 

Los sublevados entraron finalmente en Bilbao el día 19 de junio sin disparar un solo tiro. Los soldados vascos o "gudaris" entregaron las armas y desfilaron delante de los invasores.  En Baracaldo, el batallón nacionalista Gordexola se enfrentó a los dinamiteros asturianos que pretendían destruir los Altos Hornos de Vizcaya. Acto seguido y tras evitarlo se rindieron a las tropas italianas que llegaban desde el otro lado de la ría. Las fábricas estaban intactas, e inmediatamente se pusieron en marcha para apoyar el esfuerzo de guerra del bando franquista. 

Sin embargo, antes de la conquista de Bilbao buena parte de las fuerzas del Ejército Vasco, integrado ya en  el recientemente creado Ejercito Popular de la República como  "I Cuerpo de Ejercito de Euzkadi", consiguieron retirarse por la carretera de Santander. En dicha provincia se establecería otra línea de defensa para tratar de parar la ofensiva franquista y que la república no perdiera la totalidad de la franja de territorio que mantenía en el norte. 

Tuvo lugar entonces un hecho gravísimo y controvertido que trataremos de explicar en otra entrada posterior y que es conocido como el "Pacto de Santoña".




jueves, 15 de mayo de 2014

Castellanofobia: Los Cuatro Palos de Sangre

Yo tenía en la montaña / un castillo almenado
que era el rey de la sierra / y era el rey del valle.
En él mis padres guardaban / de sus abuelos heredado
un paño rojo y amarillo / listado por cuatro palos.
Mas el paño era de oro fino / y los palos eran de sangre,
de la sangre de un noble conde / el Velloso llamado.

Ay Castilla castellana / ¡ojalá no te hubiera conocido!

"El estandarte de las barras" / decían algunos al pasar
otros decían "el pendón / de las cuatro libertades".
Porque los palos eran cuatro / y eran cuatro las señales,
siendo cada barra un símbolo / siendo  un nombre cada palo.
Derecho se llamaba el primero / y el segundo Libertad;
Justicia era el nombre del tercero / Industria el nombre del cuarto.

Ay Castilla castellana / ¡ojalá no te hubiera conocido!

El palo del Derecho trocearon / aquellos que en Caspe congregados
a la luz quedaron ciegos / por las prédicas de un santo.
La barra de la Justicia / descansa bajo la losa
de una tumba donde se lee: /  "Carlos de Viana yace aquí".
Los cañones de Felipe V / dejaron la Libertad
enterrada bajo las ruinas / de Barcelona humeante.

Ay Castilla castellana / ¡ojalá no te hubiera conocido!

Si el paño de oro de mis padres / es ahora un socavón,
y en la torre del castillo / tengo el pendón arbolado;
si al pie de las almenas en ruina / sólo resuenan entre lamentos
las lástimas dispersas / del trovador catalán;
Si ya solo me queda uno / de mis cuatro palos de sangre,
es por tí la de las torres / y los leones afamados. 

Ay Castilla castellana / ¡ay si me rompes el cuarto palo!

Victor Balaguer. Los Cuatro Palos de Sangre

Dentro del apartado de castellanofobia vamos a abordar hoy esta famosa poesía, "Els Quatre Pals de Sang", publicada en catalán en 1.862, y que constituyó un tremendo éxito. Vino a marcar un punto de inflexión en el desarrollo del anticastellanismo en la Cataluña contemporánea e incluso inspiró el desarrollo de sentimientos parecidos en otros territorios, fundamentalmente en Vasconia y Galicia.

Su autor, Víctor Balaguer, nació en Barcelona en 1.824 y desarrolló una importante carrera como político, escritor y periodista. Es considerado una de las principales figuras de la "Reinaxença", el movimiento literario del que terminaría surgiendo con el tiempo el nacionalismo catalán. Escribió poesía, teatro, ensayo, y una romanticista "Historia de Cataluña", en la que condensó buena parte de los mitos que posteriormente recogería dicho nacionalismo.  Elegido diputado, se instaló en la Villa y Corte, donde no le marcharon nada mal las cosas, pues  llegó a ser varias veces ministro. Fue asímismo honrado con la membresía de las Reales Academias de la Historia y de la Lengua. Murió en Madrid, en 1.901.


Busto de Víctor Balaguer en Barcelona. Su balada catalanista "Los Cuatro Palos de Sangre" combinó magistralmente victimismo, reivindicación y amenaza velada, formula que resultaría todo un éxito atemporal.

El filólogo y filósofo alemán Horst Hina  describió así la trascendencia de la publicación de "Los Cuatro Palos de Sangre":
El poema quizá pueda calificarse de primera obra de la literatura catalana con influencia en toda España. Se trata de un ejemplo muy sutil de poesía política. En España circuló por todas partes, sobre todo el estribillo, y no fue olvidada, muy a pesar de su autor, ni siquiera cuando éste se había distanciado un buen trecho de la opinión aquí expresada.
Y es que, en efecto, políticamente Balaguer empezó representando los intereses de los industriales del principado y promoviendo el "renacimiento catalán" y terminó defendiendo un templado regionalismo de corte españolista. Al final de su vida manifestó su  oposición al catalanismo político, así como al anticastellanismo del que éste hacía gala.  Pero ya era tarde. El odio a Castilla, que en no poca medida "Los Cuatro Palos de Sangre" había contribuido a desatar, era asumido para entonces por una parte significativa de la sociedad catalana.

En el poema, Balaguer identifica los cuatro palos de la bandera catalana con cuatro virtudes: Derecho, Justicia, Libertad, e Industria.  Y la ruptura de cada uno de ellos con una etapa de la sumisión de Cataluña. En el fondo, se trata simplemente de una adaptación  del mito de la "puñalada por la espalda" en el que las presuntas intrigas de San Vicente Ferrer, el supuesto asesinato de Carlos de Viana y el bombardeo del ejército de Felipe V habrían sellado la entrega a Castilla y la pérdida de sus libertades. Solo quedaría en pie el último palo, la Industria. Y el autor desconfía de que  la "malvada" Castilla también quiera romperlo.

No disponemos aquí del espacio necesario para rebatir o matizar la sesgadísima interpretación de la Historia que hace el autor. Remitimos al lector interesado a las entradas ya publicadas en este mismo blog sobre la Guerra de Sucesión, el Compromiso de Caspe, y Carlos de Viana. Diremos simplemente que nos parecen injustas, desprovistas de fundamento y completamente inaceptables las graves insidias  que se lanzan contra  Castilla.

El victimista poema contiene sin embargo otra falsedad evidente que no nos resistimos a comentar. En concreto en la tercera estrofa se hace referencia al conde Wilfredo el Velloso como el origen de la senyera o bandera catalana. La leyenda pretendía hacer creer que las cuatro barras fueron dibujadas con la propia sangre de las heridas del conde por el emperador franco Luis el Piadoso. Éste, tras plasmarlas sobre un escudo dorado, se lo habría cedido al conde como blasón por la valentía demostrada  en la guerra contra los normandos. En realidad, Wilfredo nació el mismo año en el que murió el emperador, así que difícilmente  podría haberse distinguido ante él  guerreando contra nadie. Lo cierto es que el escudo cuatribarrado o "Señal Real" solo empezaría a utilizarse trescientos años después, por los soberanos de la corona aragonesa.

La "Señal Real". Emblema de los reyes de la Corona de Aragón, que será usado posteriormente por los diversos territorios pertenecientes a la misma, incluida Cataluña.

Vamos a centrarnos ahora en la cuarta barra, la de la Industria y la velada amenaza que lleva implícita:
Si ya solo me queda uno
de mis cuatro palos de sangre,
es por ti la de las torres
y los leones afamados.
Ay Castilla castellana, 
¡ay si me rompes el cuarto palo!
Y aquí, amigo lector, está la clave. La industria catalana, que en esta época iniciaba un importante despegue, no podía competir con la extranjera sin el apoyo de aranceles. Pero al mismo tiempo, una política proteccionista tenía graves efectos secundarios. Por un lado aumentaba el precio que los consumidores estaban obligados a pagar por los productos que compraban. La falta de competencia convertía al país en un mercado cautivo para los fabricantes locales, en este caso catalanes. Y por último, los aranceles impuestos sobre los productos ingleses, franceses o alemanes solían ser respondidos con otros a las exportaciones españolas, fundamentalmente materias primas y productos agrícolas; lo que perjudicaba gravemente el desarrollo de los demás territorios, incluida Castilla. Con esta claridad  lo expresaba en su tiempo Stendhal, el célebre escritor francés:
Los catalanes exigen que cada español que usa telas de algodón pague cuatro francos al año porque en el mundo hay una Cataluña. Es preciso que el español de Granada, Málaga o La Coruña no compre, por ejemplo, los tejidos ingleses, que son excelentes y cuestan un franco la vara, y se sirva de los tejidos catalanes, muy inferiores y que cuestan tres francos la vara.
Vemos así como este lacrimoso poema anticastellano se transforma de golpe en un alegato arancelista. Mezcla, en una sabia combinación que creará escuela y será utilizada en infinidad de ocasiones, el victimismo, con la reivindicación político-económica y la amenaza. Porque después de las barrabasadas históricas que (supuestamente) hemos perpetrado los "malvados" castellanos contra los "inocentes" catalanes (y que al parecer incluían desde el envenenamiento a la utilización maquiavélica de santos) ¿quién es el valiente que se atreve a romper el cuarto palo? ¿quién el guapo que dice no al proteccionismo?

Y efectivamente, los diputados dijeron sí. Para beneficio de Cataluña y ruina de Castilla, "la de las torres y leones afamados", las medidas proteccionistas se fueron sucediendo a lo largo de los siglos XIX y XX: Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas [1882]; Arancel Cánovas [1892]; Arancel Cambó [1.922]... 

Otra cosa distinta es que ese sacrificio de los intereses castellanos  y de buena parte del resto de las regiones españolas no haya sido en ningún momento apreciado, agradecido o incluso recreado en victimista poesía.