domingo, 27 de julio de 2014

Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias (I)


Sí sabemos, en cambio, algunos importantes datos económicos que explican cómo Castilla hubo de contentarse con el opio de las alabanzas de los gobernantes españoles, mientras la expoliaban en beneficio de otras regiones españolas. Todo el lujo de los nobles y el aparato bélico y civil del Reino de España -ya no el de Castilla ni el de León- salían del trabajo de los campesinos castellanos y leoneses y del de los indios americanos.
Jesús Torbado. Una Defensa de Castilla


Si existe un nefasto concepto que revolotea amenazadoramente cual pájaro de mal agüero sobre el actual debate territorial es el de "Federalismo Asimétrico". Popularizado en su día por el antiguo presidente de la Generalitat Pasqual Maragall, sigue sin ser desautorizado explícitamente por casi nadie. Y mucho nos tememos que hay grupos interesados en fijarlo como eje de un nuevo modelo  que se intenta colar de tapadillo a la sociedad española en general y al pueblo castellano en particular. Éste, descuartizado en varias comunidades autónomas irrelevantes, casi sin conciencia nacional y sumiso desde hace mucho a las élites políticas (actualmente denominadas "la casta"), se presenta como principal candidato a ejercer de víctima propiciatoria (por enésima vez) en los apaños entre dichas élites y los nacionalismos exacerbados de la periferia. 

Escudo de Carlos I. Se agradece el detalle de situar  las armas de Castilla en el lugar preferencial. Pero no compensa en absoluto la sangría a la que la sometió en beneficio de su dinastía y de los otros reinos. 

Efectivamente, surgen continuamente rumores (¿o son más bien globos sonda lanzados desde ciertas instancias?) sobre futuribles privilegios fiscales, oprobiosos dobles raseros en lo que a la relación con el Estado se refiere y diferentes techos competenciales. Todo ello es por completo ajeno a cualquier federalismo digno de tal nombre, y opuesto a la letra y al espíritu de cualquier constitución federal de cualquier país medianamente serio. Muy al contrario: el federalismo se basa precisamente en la igualdad entre los territorios constituyentes. No admite beneficios especiales para algunos que conllevarán necesariamente  enormes perjuicios para los demás.

Fieles a la esencia de este humilde blog, bucearemos en la historia para estudiar algo parecido a un precedente de este malhadado "Federalismo Asimétrico" con el que por lo visto se pretende castigar a los castellanos. Nos fijaremos someramente en como funcionaba España en tiempos de los Habsburgo, la dinastía austriaca entronizada en el siglo XVI, después de los Reyes Católicos.

Como sabemos, a la llegada al trono de Carlos I, la Corona de Castilla era  uno de los principales estados de Europa Occidental. Había dejado atrás la crisis de la baja Edad Media, y se estaba configurando como gran potencia marítima. Burgos era por entonces un importantísimo núcleo mercantil especializado en el comercio con Flandes, y por toda Castilla proliferaban ferias, entre las que destacaba la de Medina del Campo. Incluso estaba creciendo una no desdeñable industria textil en ciudades como Segovia y Cuenca. Y por si todo esto fuera poco, acababa de descubrir un prodigioso e inabarcable Nuevo Mundo. El futuro parecía ciertamente prometedor.

Pero desgraciadamente, Carlos dejó claro desde el primer momento que su  objetivo no era otro que mantener y acrecentar los laureles y el poder de  los Habsburgo, en interminable conflicto con los monarcas franceses. Para ello no iba a dudar en orillar los intereses de Castilla y utilizarla como fuente de ingresos y de tropas para alimentar las interminables guerras en las que se vería envuelto. En adelante, con los dineros y soldados castellanos se defenderían en Flandes y Alemania  los intereses de su dinastía y  en Italia y el Mediterráneo los de la Corona "catalano-aragonesa" . 

Consecuentemente, el descontento se extendió entre los castellanos y cristalizó en la rebelión de las Comunidades. Pese a sus éxitos iniciales, la traición de la alta nobleza, que terminó por ponerse del lado del emperador, propició que los Comuneros fueran derrotados en Villalar en 1.521. A partir de entonces, la aristocracia sería recompensada con importantes privilegios y suculentos cargos, pero perdió la capacidad de controlar al gobierno. Las instituciones castellanas se vieron privadas de competencias y sus  libertades de contenido. Nuestros antepasados quedaron reducidos a la triste condición de contribuyentes y reclutas, silenciosos e impotentes ante lo que se les avecinaba. Como escribió el gran historiador D. Claudio Sánchez Albornoz:
Los castellanos fueron sujetos por la realeza antes que ningún otro pueblo hispano, sin que en el duro trance del alzamiento de las Comunidades recibieran socorro ni aliento de quienes después hubieron de seguir la misma suerte.
A diferencia de lo que hicieron con Castilla,  los Austrias se andaron con pies de plomo en su relación con Cataluña y Vasconia. En aquella época eran territorios bastante menos ricos de lo que lo son hoy, con lo que la cantidad de recursos que podían extraer de allí era limitada. El mismo Carlos lo confesaba al explicar su negativa en cierta ocasión a viajar a Cataluña, jurar sus fueros, y de paso solicitar algunas contribuciones:
...las rentas y millones que podría cobrar a mis súbditos de Cataluña serían tan ínfimos que apenas podrían cubrir los costes del traslado de mi real persona para realizar dicho juramento.
Pero en cambio, la importancia estratégica tanto de Cataluña como de Vasconia era enorme. Su situación geográfica fronteriza les hacía  paso casi obligado para cualquier ejército francés o español que pretendiese atacar al país vecino. Convenía y mucho que estuvieran bien pobladas y sus habitantes lo más satisfechos posible con el rey. De no ser así, los incentivos para mostrarse pasivos ante el enemigo, o incluso cambiar directamente de bando podían ser grandes y de catastróficas consecuencias. Cosa que terminó comprobando muy por las malas el Conde-Duque de Olivares en 1.640. La situación, pues, favorecía sobremanera a catalanes y vascos. ¡Y vaya cómo la aprovecharon!

Se mostraron muy dispuestos a integrarse en el Imperio para todo aquello que supusiera ganancias y beneficios. Pero, escudándose en sus fueros, se resistieron con ferocidad inusitada a  contribuir en proporción a su población o su riqueza al mantenimiento del mismo. Y por supuesto todo lo que ellos dejaban de pechar, caía una y otra vez sobre los hombros cada vez más raquíticos  del pueblo castellano. Cedemos la palabra otra vez a D. Claudio Sánchez Albornoz:
Castilla no oprimió a las otras regiones. Insisto en señalar que la Corona de Castilla mantuvo casi sola la inmensa carga del Imperio español."¡Su aporte fiscal equilibró en el curso de las décadas las cifras a que montaron el oro y la plata americanos!". Invito a meditar sobre esta realidad para comprender y justipreciar la tremenda crisis castellana y para rechazar toda inculpación de responsabilidad a Castilla en la miseria española.

-Esta entrada continúa en Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias II -






domingo, 15 de junio de 2014

Castellanofobia: Institut Nova Historia (II)


Quiero felicitarles por su trabajo, por el buen trabajo que hacen.
Jordi Pujol en carta a Jordi Alsina i Bilbeny, "jefe de investigación" del Institut Nova Historia.


-Esta entrada es continuación de Castellanofobia: Institut Nova Historia (I)-

Veamos ahora una pequeña muestra de las perlas que acostumbran a dedicar a Castilla los simpáticos muchachos del Institut:

 ¿Odias a Castilla pero al mismo tiempo admiras tanto su pasado que te gustaría hacerlo tuyo?
¡Tiene solución! Inscríbete en la "Universidad" Nova Historia  y aprenderás cosas como las que siguen.
Castilla no tenía historia ni cultura relevante. La necesitaban y cogieron las nuestras (Jordi Bilbeny).
Castilla ha tenido la fortuna de ser la vencedora y se dota de un pasado que no tenía. Su intolerancia es casi genética (Pep Mayolas).
Es materialmente imposible que una gente que no tenía los instrumentos necesarios para navegar y guiarse por los mares (Reino de Castilla y León) pudiese llegar donde dicen los libros que llegó, al otro lado del Atlántico (Jordi Bilbeny).
(Sobre fray  Bartolomé de las Casas, uno de los muchos personajes catalanizados por el I.N.H.) Fue un hombre enfrentado a la política asimilacionista y centralista castellana de siempre (Jordy Bilbeny).
Castilla no tenía banqueros (Pep Mayolas).
¿Qué tradición marítima acumularon los castellanos entre los siglos XIII y XVI? (Enric Guillot).
(Sobre el descubrimiento y colonización de América) Se ha podido demostrar la escasa potencialidad científica de la nación castellana para llevar a término una hazaña marítima que estaba muy por encima de su alcance (Enric Guillot).
(También sobre el descubrimiento y colonización de América) Esta empresa se hace en Cataluña. No en Sevilla ni en todos esos lugares estrambóticos que dicen ellos (Victor Cucurull).
En realidad el imperio de Carlos I era el imperio catalán más Castilla, pero los libros han adulterado la historia (Jordi Bilbeny).
Castilla, que era muy poco relevante en la historia del mundo occidental hasta el descubrimiento de América, ha chupado y saboteado la historia de los otros (Albert Codinas).
En Castilla no tienen tradición literaria (Jordi Bilbeny).
Roma no era nada, y Roma no empezó a ser la capital que es hasta el día  que en ella entraron los catalanes (Víctor Cucurull). -De acuerdo, no hace referencia a Castilla, pero ¿describe o no describe a todos estos individuos?-.
Son tantas y de tal calibre las gansadas  que evacúan Bilbeny y sus monosabios sobre el pasado de Castilla que, si nos pusiéramos a responderlas pormenorizadamente, esta entrada podría ser interminable. Haremos un verdadero esfuerzo  de concisión y emplearemos solo tres párrafos.

1) A finales de la edad media la Corona de Castilla era junto con Portugal la principal potencia naval del Atlántico. Su flota había derrotado a la inglesa  en  1.372 y 1.419 y como consecuencia de ello dominaba las rutas marítimas entre el sur de Europa y los Países Bajos. Sus mercaderes y marinos habían desplazado igualmente  a los  ingleses en el importantísimo y lucrativo comercio lanero con Flandes, instalando incluso una colonia en Brujas y organizándose mediante La Hermandad de las Cuatro Villas, la Hermandad de las Marismas y el Consulado de Burgos.

 Miniatura del siglo XV que representa la batalla naval de La Rochela (1.372). 
Tras su victoria sobre los ingleses, Castilla se consolidó como gran potencia marítima del Atlántico.   

2) La literatura medieval castellana es extraordinariamente rica e interesante. Desde los romances y cantares de gesta  a Jorge Manrique, pasando por Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Don Juan Manuel, Alfonso X el Sabio, Pero López de Ayala y el Marqués de Santillana, entre otros. Toda una notabilísima tradición literaria que desembocará en la apoteosis del Siglo de Oro.   

3) Castilla en el siglo XV estaba en plena expansión. Era una de las principales potencias europeas, y desde luego el reino hegemónico en la Península Ibérica. Por entonces Cataluña era un territorio pobre, despoblado e infestado de bandoleros. Había dejado muy atrás su época de esplendor y se encontraba en plena decadencia. Los franceses le estaban comiendo el terreno en los Pirineos y los corsarios berberiscos, aliados del Imperio Otomano, en el Mediterráneo. Fernando (el Católico) y su padre, Juan II, eran muy conscientes de esta realidad y no cejaron hasta conseguir emparentar con la princesa Isabel, (la Católica). Sabían que sin las tropas y dineros de Castilla, el futuro de su país, acosado por rivales mucho más poderosos, pintaba verdaderamente negro. 

Y ya. Y el que quiera comprobarlo y documentarse con seriedad dispone de miles de libros, profesores, centros de enseñanza y recursos electrónicos para poder hacerlo. 

Ciertamente, los "investigadores" del Institut Nova Historia carecen de escrúpulos históricos y son auténticos fanáticos, pero no bobos. Como muchos otros nacionalistas periféricos modulan su mensaje según quienes sean los destinatarios. Para los medios catalanistas hemos visto arriba como las gastan y que términos utilizan. Para los  estatales cambian sensiblemente el tono y procuran disfrazarse de historiadores sesudos y hasta imparciales. Podemos comprobarlo en una entrevista publicada en el diario "20 Minutos" donde entre otras cosas, y tratando de vender la risible catalanidad de Cervantes más allá del Ebro, proclamaba Bilbeny: 
Hay que incorporar una perspectiva fría y serena. ¡Esto no tiene nada que ver con el nacionalismo!
Sí, sí... Vamos, estamos segurísimos de que no tiene absolutamente  nada que ver. No hay más que fijarse en el historial del Institut Nova Historia, (mas bien Histeria) y la manera en la que se expresan sus miembros cuando el público al que se dirigen es de los suyos... 

Mientras tanto, alguien puede legítimamente preguntarse si merece la pena prestar la más mínima atención a semejantes sandeces y a los sujetos que las rebuznan. Bien mirado, conspiranoicos y charlatanes abundan en cualquier sitio, no solo en Cataluña. Ni siquiera la manía enfermiza por apropiarse glorias de países ajenos es un invento catalán. Está perfectamente documentada en muchos lugares  y recibe el nombre de "popovismo" (1).  

Pero a nuestro juicio, en este caso concurre una circunstancia que añade gravedad a todo el asunto y que no nos permite mirar hacia otro lado y hacer  como si no ocurriera nada: los lunáticos de otras zonas no acostumbran a gozar de la  atención y el aliento  de la clase política. Bilbeny y su cuadrilla, sí. ¿Ejemplos? Aquí tienen algunos. 

A la  reciente presentación (3 de abril de 2.014) de la reedición del libro "Brevíssima Relación de la Destrucción de la Historia - la falsificación del descubrimiento catalán de América",  de marcado cariz conspiranoico, como su propio título indica, acudió a arropar a Bilbeny nada menos que el secretario  de organización de  Convergència y diputado al Parlament  Josep  Rull. También lo hizo el ex-secretario general de E.R.C. y ex-vicepresidente de la Generalitat  Josep Lluis Carod Rovira. El veterano escritor y antiguo parlamentario por Iniciativa per Catalunya, Ignasi Riera no pudo intervenir, pero envió un elogioso discurso en el que manifestaba que "el libro de Bilbeny me ha ayudado a comprender el asesinato premeditado contra la historia colectiva". Tal cual. 

No se piense que se trata de casos aislados. Entre los participantes en simposios del Institut y firmantes de manifiestos a su favor podemos encontrarnos muchas personalidades de la política y la cultura catalana como: 

Carles Campuzano (diputado en el Parlamento por CiU), Alfons López Tena (ex-diputado en el Parlament por Solidaritat Catalana), Ramon Tremosa (eurodiputado y cabeza de lista a las elecciones europeas por CiU), Josep Mª Terricabras (eurodiputado y cabeza de lista a las elecciones europeas por E.R.C.), Nuria Cadenes (Presidenta de Solidaritat Catalana), Miquel Selláres (histórico dirigente de Convergencia), Toni Strubell (ex-diputado en el parlament por Solidaritat Catalana), Isabel Clara Simó (famosa escritora y militante de Solidaritat Catalana), Assumpció Maresma (periodista y ex-jefa de prensa del Departamento de Cultura de la Generalitat), Jaume Manel Oronich (ex-diputado en Parlament por CiU),  Joan Rabasseda (alcalde de Arenys de Munt por E.R.C), Estanis Fors (alcalde de Arenys de Mar por CiU)...y paramos aquí. No porque se nos acaben los nombres sino para evitar extendernos demasiado y aburrir al lector con una lista kilométrica. 

Y ojo, no estamos afirmando que todos los catalanes, (ni siquiera que la mayoría de ellos), compartan los delirios anticastellanos de Bilbeny y sus secuaces. Pero ¿se puede despachar la cuestión presentando a esta gente como frikis aislados de la realidad a los que  nadie hace caso en Cataluña? No lo parece.

Elenco de "padrinos" de un reciente curso del Institut Nova Historia.
La pseudohistoria y el revisionismo a cargo del contribuyente.

Y  como probablemente  sospechará el lector, el apoyo político se traduce automáticamente en apoyo económico. No somos los indicados para practicar una auditoría de las cuentas del I.N.H, pero basta echar una ojeada a la anterior imagen con los logos de los mecenas de uno de sus cursos, para comprobar que, nada menos que cuatro instituciones públicas riegan con dinero igualmente público el sarao de estos individuos: una diputación provincial, tres ayuntamientos y un consejo comarcal. Y no hace falta ser muy agudo  para deducir que el resto de los patrocinadores, (todos ellos fundaciones y asociaciones), también reciben con toda probabilidad su correspondiente tajada de dinero del contribuyente en forma de subvenciones. Así cualquiera se puede meter a historiador revisionista... 

Otro ejemplo más de la estrecha colaboración entre organismos públicos catalanes y el Institut  lo podemos encontrar en las dos películas que adornan el currículum de Jordi Bilbeny: "La Apropiación del Descubrimiento de América: ¿una conspiración de Estado?" y "Enigma Cervantes", ambas dirigidas por David Grau. Aunque el contenido de los documentales, lo que subyace en todo momento, es la misma purrela pseudohistórica y anticastellana que hemos denunciado, en lo que al aspecto formal se refiere, cabe destacar  la  calidad  y la suficiencia de los medios técnicos empleados en la producción. Y sí, efectivamente. Gozaron del patrocinio  del Institut Catalá de les Industries Culturals y de la Televisió de Catalunya (Tv3), que posteriormente los emitió. 

Por si alguien aun tiene la más mínima duda del ascendiente del que gozan Bilbeny y su banda ante la clase política catalana,  terminamos esta entrada tal y como la empezamos. Con un fragmento de la carta que el honorable ex-presidente de la Generalitat Jordi Pujol dirigió en 2.012 al Institut Nova Historia con motivo de la publicación de "Descubrimiento y Conquista de América: una historia reescrita por los castellanos" . Imposible no percartarse de lo que ya el subtítulo deja bien a las claras: la castellanofobia de la que hará gala el autor, Enric Guillot, a lo largo de las páginas del libro.
Son libros muy convincentes que poco a poco se van haciendo hueco. Quiero felicitarles por su trabajo, por el buen trabajo que hacen. Y les animo a continuar en esta misma línea.
Pues nada. 


(1) Durante la Guerra Fría, llegó a ser frecuente que se publicaran en la prensa soviética artículos proclamando que tal o cual  descubrimiento occidental constituía en realidad un plagio del  trabajo llevado a cabo  anteriormente por algún desconocido científico ruso. Como en algún caso estos genios, de los que nunca antes había oído hablar nadie, se apellidaban "Popov", el curioso fenómeno pasó a ser  conocido desde entonces como  "popovismo".



miércoles, 11 de junio de 2014

Castellanofobia: Institut Nova Historia (I)

Muchas cosas no suceden como debieran, y la mayor parte de ellas ni tan siquiera llega a suceder. Es tarea del historiador consciente corregir estos defectos. 
Mark Twain.

Siempre  ha sido la Historia  muy golosa para la política. La perspectiva que de los hechos pasados tenga un individuo condicionará decisivamente su visión del mundo actual y por consiguiente su adscripción ideológica y su voto. La tentación de terciar en el trabajo de los historiadores es pues muy grande.

En ese sentido, el nacionalismo catalán se ha caracterizado desde sus inicios por conceder una enorme importancia  a dicha disciplina, tanto con el fin de proveerse de argumentos  para sus reivindicaciones como de desenterrar motivos para su victimismo.  No casualmente la  nómina de historiadores catalanes (mas o menos nacionalistas) ha sido y sigue siendo inmensa, desde  Bosch Gimpera y Vicens Vives a Josep Fontana, además de muchísimos  otros de menor relieve.  Todos ellos han influido sobremanera en la forma en la que la historia de España se ha estudiado e interiorizado, no solo en Cataluña, sino en el conjunto  del Estado. 

Pero conforme la sociedad catalana ha ido escorándose hacia posiciones soberanistas, parece que una parte de su historiografía  ha optado por ir aun más lejos, subiéndose entusiasta a la ola patriótica y perdiendo de paso  cualquier atisbo de veracidad.  Hoy vamos a centrarnos en el conocido Institut Nova Historia y en su fundador y máximo agitador, Jordi Alsina i Bilbeny.

 Dibujo de "El Roto" publicado en El País. Levantó ampollas en el multitudinario gremio de historiadores catalanistas. 
A nosotros  nos parece tremendamente certero.

Entre las asociaciones dedicadas a pregonar una visión histórica cada vez más  nacionalista que han proliferado de un tiempo a esta parte, podríamos citar al Cercle Catalá d'Historia, Centre d'Estudis Colombins, Fundació d'Estudis Historics, y el ya mencionado Institut Nova Historia, que no es sino una escisión de la anterior, (que a su vez lo es del anterior). Dicho Institut, comandado por el inefable Jordi Bilbeny, parece haber comido mucho terreno a sus rivales. Y es que, aunque las subvenciones de las instituciones públicas catalanas son generosas y la atención de los medios de comunicación  permanente, la competencia también es dura. Lograr impacto mediático resulta determinante para acaparar unas y otra. Y Bilbeny, con buen criterio, debió pensar que puestos a soltar disparates, cuanto más gordos mejor. 

El tema favorito  de todo ese mundillo de la pseudohistoria ultranacionalista es la reivindicación de la catalanidad de Cristóbal Colón. De manera bastante sorprendente compaginan  el tradicional desprecio  a la conquista y colonización de América (como a cualquier otro episodio del pasado de Castilla), al que consideran un hecho vergonzoso y lamentable, con un entusiasmo exacerbado ante la mera posibilidad de que Colón  fuera catalán y Cataluña  protagonista. Curioso cuando menos. 

Pero Bilbeny y su cuadrilla, luciendo un desparpajo inaudito, van mucho más allá. Para ellos cualquier gesta  o gloria cultural castellana  pertenece en realidad a los "países catalanes". He aquí alguno (y nadie duda que serán muchos más en el futuro) de estos misteriosos casos de catalanidad sobrevenida:
- Miguel de Cervantes. Su verdadero nombre era Joan Miquel Servent, hijo de Miguel Servet (el quemado por los calvinistas en Ginebra). Han descubierto que cuando escribía sobre la Mancha se refería a los alrededores de Jijona. 
- El autor de La Celestina. No sería Fernando de Rojas sino Joan Martorell. La tragicomedia tampoco estaría ambientada en Salamanca como se creía, sino en Sagunto.

- El autor del Lazarillo de Tormes. La prueba es que en el libro se habla de huertas frescas y estas, dice Bilbeny, son más propias del área mediterránea que de Castilla, por lo que, lógicamente, el Lazarillo debió de haber nacido en la población valenciana de Tormos, en vez de en el río Tormes. Sí, ese es el nivel. 

- Santa Teresa de Jesús. Que se llamaba en realidad Teresa Enríquez de Cardona, y era abadesa del monasterio de Pedralbes.

- Toda la poesía de Quevedo. Resulta que no es de Quevedo. La escribió el Rector de Vallfogona. 

- La literatura castellana del Siglo de Oro. Lo que hasta ahora pensábamos que eran obras maestras de la literatura universal no son sino malas traducciones de originales en catalán. Desgraciadamente dichos originales permanecen todos perdidos y nadie los encuentra. Pero ya aparecerán, ya.

- El Gran Capitán. No es otro que Joan Ramon Folc IV de Cardona y Urgell, por mucho que un individuo llamado Gonzalo Fernández de Córdoba se atribuyera sus éxitos.

Cristóbal Colón. Un clásico del revisionismo catalán. Ahora nos enteramos de que además de ser (faltaría más) catalán de pura cepa,  trabajaba como embajador de la Generalitat, salió a descubrir América desde el Ampurdán y fue el  padre de Erasmo de Rotterdam. Una vida muy bien aprovechada. 

- Hernán Cortes. Su verdadero nombre era Ferran Cortès, por si alguien lo dudaba. 

- Francisco Pizarro. Siendo pariente del anterior, no iba a ser uno catalán y el otro no. Este además era hijo de una amante de Fernando el Católico. Es verdad que hay que hacer malabarismos para catalanizar su apellido, (Francesc Pinós de So i Carròs) pero a estas alturas ¿qué más da?.

- Fray Bartolomé de las Casas (Bartomeu Casaus), los hermanos Pinzón (els germans Pinçó), Diego de Almagro (Jaume D'Aragó Dalmau), Américo Vespuccio (Americ Despuig)...

- El descubrimiento de América en general.

- El descubrimiento de Australia en general. 

Jordi Alsina i Bilbeny "historiador" catalán especialista en desenmascarar supuestas conspiraciones sin pruebas y en catalanizar apellidos de personajes históricos sin su permiso.

Naturalmente, una cosa es proclamar que tal o cual personaje es catalán y otra muy distinta demostrarlo. Bilbeny y sus compinches suelen jactarse de manejar  gran cantidad de documentos y de hecho los citan continuamente. A tenor de las veces que la repiten en cada entrevista, "documentación" parece ser su palabra fetiche. Solo hay un problema. Esa montaña ingente de "documentación" de la  que siempre presumen  nunca jamás prueba nada: papeles sacados de contexto, que a menudo ni siquiera hacen referencia a la cuestión que se está estudiando, y que solo a una mente calenturienta y fanatizada se le ocurre relacionar con la misma. He aquí un ejemplo de la "profundidad" de sus argumentos:
 Si el descubrimiento lo hace Castilla ¿por qué entra arruinada en el siglo XVI?
Primero, habría que aclarar que el siglo en el que entra arruinada no es el XVI sino el XVII. Y segundo, informarle del motivo:  la Corona la exprimía a impuestos,  tal y como consta en todos los registros de cuentas de la época y como reconocen todos los historiadores serios, incluidos los catalanistas. El dinero se esfumaba, además de para sostener los intereses europeos de los Habsburgo,  en defender los territorios de la  corona "Catalanoaragonesa", que los franceses atacaban constantemente por tierra y los piratas berberiscos por mar. Entre tanto Cataluña, privilegiada con un régimen fiscal  que hoy llamaríamos "asimétrico", se aprovechaba todo lo que podía de los beneficios que proporcionaba el Imperio, al tiempo que se desentendía de su defensa y conservación. No había peligro de que ella se arruinara, no.

Pero por supuesto, nada arredra a los heroicos combatientes contra la "falsificació" de la Historia. Paradójicamente, insisten en que la falta de pruebas de sus aseveraciones es la prueba definitiva de que tienen razón. Siendo manifiestamente sus teorías  certísimas y evidentísimas, el hecho de que no se puedan probar lo único  que demuestra es que, clarísimamente, durante siglos, (al menos desde los Reyes Católicos), ha habido (y aun sigue habiendo), una sibilina conspiración castellana para destruir y falsificar las evidencias.  Cierto castizo  expresó así en su blog el método infalibre que Bilbeny y Cía. utilizan una vez tras otra para demostrar catalanidades: 
España y Francia, en una supuesta conspiración de la que no tengo pruebas, se dedicaron a apropiarse de nuestro patrimonio cultural catalán, aunque no existen pruebas algunas de ello. Me he inventado unos cuantos pretextos circunstanciales que prueban sin duda alguna que tal señor era catalán. Y si no hay pruebas que confirmen mi teoría, es porque la conspiración españolista y francesa se ha dedicado a eliminar todo tipo de pruebas. Por lo tanto, es irrefutable lo que yo digo. Y si no está usted de acuerdo, es porque es usted parte de la conspiración españolista. 
¿Puede alguien en su sano juicio tragarse un guiso cocinado de manera tan burda? Sí si le añadimos un último ingrediente: anticastellanismo. Un ilimitado, descomunal e implacable odio a nuestra tierra. Detrás de todo disparate del Institut Nova Historia siempre, (pero siempre), subyace indefectiblemente el siguiente mantra: "Castilla es demasiado estúpida, pobre e ignorante para haber producido semejante monumento literario o haber protagonizado tan gran epopeya histórica. Así que los verdaderos responsables debemos haber sido nosotros, los catalanes". Dicho en otras palabras y traducido del catalán:
¿Cómo quieres que un pueblo degenerado de cuatro campesinos muertos de hambre que malvivían entre matorrales hicieran el Siglo de Oro?
Literal. Hay que reconocer que tras muchas décadas sembrándose el desprecio hacia todo lo castellano por parte del establishment político y cultural catalán, las astracanadas castellanofóbicas del Institut caen en terreno abonado, (¿o quizás deberíamos decir estercolado?). Y  por eso mismo hay mucha más gente de la que podría pensarse dispuesta a creérselas.

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Hay que incorporar una perspectiva fría, serena y argumentada, ¡esto no tiene nada que ver con el nacionalismo!

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1894569/0/entrevista-jordi-bilbeny/cervantes-era-catalan/escribio-quijote-catalan/#xtor=AD-15&xts=467263

La Guerra Civil en Vasconia

No sabemos de que parte caerá el partido (el suyo, el Partido Nacionalista Vasco), si de los africanos o de la República. Ha dicho Ajuriaguerra que deberíamos declararnos neutrales y le apoyan dos Burukides...¡Neutrales!
Félix de Azua. Cambio de Bandera


Siempre nos ha parecido asombrosa la ligereza con la que desde algunos ámbitos nacionalistas periféricos se ha querido identificar sin más a Castilla y el franquismo. Se obvia que la mitad sur de Castilla, incluido Madrid permaneció leal a la República hasta casi el final de la guerra. Se pasa por alto que la Capital estuvo desde noviembre de 1.936 en primera línea de fuego, recibiendo constantemente los obuses de la artillería y las bombas de la aviación y aun así solo cayó en manos de los llamados "nacionales" cuando la guerra estaba a punto de terminar.

Por contra, se asume con  naturalidad que Vasconia tomó unánime y  decidido partido por la causa de la república, la democracia y la libertad. Creemos no  descubrir nada si decimos que la historia no fue exactamente así. 

División de España entre "nacionales" y republicanos al comienzo de la Guerra Civil. 
Tanto Castilla como Vasconia (País Vasco y Navarra) están divididas.

Observando el mapa anterior vemos como Navarra y Álava estuvieron desde el inicio con los sublevados. En ambas el predominio conservador y carlista era evidente. 

En concreto Navarra (Nafarroa) fue probablemente el territorio español que más se significó en la guerra civil en el bando nacional. En ninguna otra provincia se alistaron tantos voluntarios. Según algunas fuentes su número en julio de 1.936 sería de unos 8.500 , lo que  implicaría que una cuarta parte de todas las fuerzas voluntarias que tenía el ejército "nacional" en los inicios de la guerra eran navarros. Dieron para formar 24 tercios de requetés y 8 banderas de Falange. Ahí es nada. Protagonizaron la conquista de Guipúzcoa, e intervinieron en diversos frentes. Su elevado número y gran combatividad fue esencial para que la guerra tomara desde el primer momento un cariz favorable a los sublevados, y no es aventurado pensar que sin esa fuerza entusiasta en un momento tan crítico el conflicto podía haber evolucionado de muy diferente manera. Franco era muy consciente de ello y ya en 1.937 concedió a toda Navarra la Laureada de San Fernando  con estas elogiosas palabras: 
España entera rinde homenaje y simpatía a las virtudes y alto espíritu de un pueblo, en que no se sabe qué admirar más, si el valor de los que valientemente mueren en los frentes o la generosidad y patriotismo de quienes, alegres, entregan a la Patria lo más querido de los hogares.
En Vizcaya y Guipúzcoa la situación tras el alzamiento militar era muy diferente. En estos territorios los partidos de izquierda y los sindicatos tenían mucha mas fuerza que en el resto de Vasconia. Lo mismo pasaba con el P.N.V., aunque esta formación debía además afrontar un singular y difícil dilema. Por un lado su carácter conservador y marcadamente católico le acercaba a los que estaban apoyando la sublevación. Por otro,  la posibilidad de obtener un estatuto de autogobierno parecía mayor si alcanzaban el triunfo las izquierdas. Así lo recordaba el dirigente peneuvista vizcaíno Juan Ajuriaguerra:
Tenía la esperanza de escuchar alguna noticia que nos ahorrase el tener que tomar una decisión: que uno u otro bando ya hubiese ganado la partida (...) La derecha se oponía ferozmente a cualquier estatuto de autonomía del País Vasco. Por otro lado, el gobierno legal nos lo había prometido y sabíamos que acabaríamos consiguiéndolo. (...) Tomamos esa decisión sin mucho entusiasmo, pero convencidos de haber elegido el bando más favorable para los intereses del pueblo vasco. 

Sin embargo, esa "decisión", afectaba solo al P.N.V. de Vizcaya. El de Guipúzcoa también terminó adoptándola horas después. Pero el de Navarra declaró que no se uniría al gobierno de la República en el enfrentamiento que acababa de estallar. Y el de Álava llamó a sus afiliados primero a no oponerse a la sublevación militar, y luego a sumarse a la misma.

Resulta sintomático que en las provincias donde triunfó el golpe, las sedes del P.N.V. no fueran inmediatamente clausuradas, como sí lo serían las de los demás partidos que apoyaron al bando republicano. Hasta el 18 de septiembre de 1.936 no decretaría el general Mola la disolución de las organizaciones del Partido Nacionalista Vasco en el territorio controlado por sus tropas. Lo que prueba que hasta poco antes de que se promulgara el Estatuto no perdieron los sublevados la esperanza de que los nacionalistas vascos terminaran decantándose por ellos.

El por entonces joven dirigente peneuvista vizcaíno Juan Manuel de Epalza rememoraría muchos años después sus sentimientos en aquellos críticos momentos:
Estábamos decididos a impedir las atrocidades, a asegurarnos que los de izquierdas no asesinaran, robaran ni incendiaran las iglesias. Estábamos entre la espada y la pared. Era algo absurdo, trágico: teníamos más cosas en común con los carlistas que nos atacaban que con la gente con la que de pronto nos encontrábamos aliados.
Así que para cuando se configuraron los primeros frentes la situación de Vasconia se asemejaba a la de Castilla, dividida en dos mitades. La principal diferencia quizás fuera que la Vasconia republicana resistió  poco. Las columnas navarras enseguida se descolgaron  sobre Irún, privando a la zona norte leal a la república de todo contacto con la frontera francesa, con lo que quedaba aislada. Poco después cayó San Sebastián. Bilbao tuvo más tiempo para preparar su defensa. Se creó el flamante Ejército Vasco  (Euzko Gudarostea) en el que se integraron las milicias de todos los partidos, pero siempre con claro predominio del P.N.V., que asumía además el control político. También se procedió a fortificar los accesos a Bilbao, en lo que se denominó, un tanto hiperbólicamente, "Cinturón de Hierro". 

Fortificación del Cinturón de Hierro. Su objeto era proteger Bilbao y se inspiraba en la Linea Maginot francesa. 
Resultó tan inútil como aquella. 

En 1.937 tras el fracaso de su reciente ataque sobre Madrid, el alto mando de los "nacionales" planificó una gran ofensiva cuyo objetivo era en un primer término conquistar Bilbao para posteriormente ocupar el resto de la franja norte peninsular que seguía en manos republicanas. Se buscaba adquirir así la hegemonía industrial y demográfica que a la larga les permitiría imponerse. El 11 de junio comenzaron las operaciones. Gracias  a la superioridad aérea, al empuje demostrado por las Brigadas de Navarra, y ayudados por un cuerpo expedicionario enviado por el dictador italiano Benito Mussolini, consiguieron romper las defensas del "Cinturón de Hierro" y alcanzar las cercanías de Bilbao.

Ante la inminente caída de la gran ciudad vasca y consiguientemente, de las numerosas fábricas  que la rodeaban, desde el gobierno republicano se decidió su inutilización. El Ministro de Defensa, Indalecio Prieto, por lo demás bilbaíno de adopción, dio la orden de paralizar la industria de la margen izquierda de la ría. Sin embargo dicha orden no pudo llevarse a cabo. El Consejero de Justicia del Gobierno Vasco, el nacionalista Jesus María Leizaola, al mando en los últimos días del Bilbao republicano, se encargó de liberar a los presos derechistas y enviar tropas del P.N.V. a proteger los puntos más sensibles para evitar voladuras y destrucciones. 

Los sublevados entraron finalmente en Bilbao el día 19 de junio sin disparar un solo tiro. Los soldados vascos o "gudaris" entregaron las armas y desfilaron delante de los invasores.  En Baracaldo, el batallón nacionalista Gordexola se enfrentó a los dinamiteros asturianos que pretendían destruir los Altos Hornos de Vizcaya. Acto seguido y tras evitarlo se rindieron a las tropas italianas que llegaban desde el otro lado de la ría. Las fábricas estaban intactas, e inmediatamente se pusieron en marcha para apoyar el esfuerzo de guerra del bando franquista. 

Sin embargo, antes de la conquista de Bilbao buena parte de las fuerzas del Ejército Vasco, integrado ya en  el recientemente creado Ejercito Popular de la República como  "I Cuerpo de Ejercito de Euzkadi", consiguieron retirarse por la carretera de Santander. En dicha provincia se establecería otra línea de defensa para tratar de parar la ofensiva franquista y que la república no perdiera la totalidad de la franja de territorio que mantenía en el norte. 

Tuvo lugar entonces un hecho gravísimo y controvertido que trataremos de explicar en otra entrada posterior y que es conocido como el "Pacto de Santoña".




jueves, 15 de mayo de 2014

Castellanofobia: Los Cuatro Palos de Sangre

Yo tenía en la montaña / un castillo almenado
que era el rey de la sierra / y era el rey del valle.
En él mis padres guardaban / de sus abuelos heredado
un paño rojo y amarillo / listado por cuatro palos.
Mas el paño era de oro fino / y los palos eran de sangre,
de la sangre de un noble conde / el Velloso llamado.

Ay Castilla castellana / ¡ojalá no te hubiera conocido!

"El estandarte de las barras" / decían algunos al pasar
otros decían "el pendón / de las cuatro libertades".
Porque los palos eran cuatro / y eran cuatro las señales,
siendo cada barra un símbolo / siendo  un nombre cada palo.
Derecho se llamaba el primero / y el segundo Libertad;
Justicia era el nombre del tercero / Industria el nombre del cuarto.

Ay Castilla castellana / ¡ojalá no te hubiera conocido!

El palo del Derecho trocearon / aquellos que en Caspe congregados
a la luz quedaron ciegos / por las prédicas de un santo.
La barra de la Justicia / descansa bajo la losa
de una tumba donde se lee: /  "Carlos de Viana yace aquí".
Los cañones de Felipe V / dejaron la Libertad
enterrada bajo las ruinas / de Barcelona humeante.

Ay Castilla castellana / ¡ojalá no te hubiera conocido!

Si el paño de oro de mis padres / es ahora un socavón,
y en la torre del castillo / tengo el pendón arbolado;
si al pie de las almenas en ruina / sólo resuenan entre lamentos
las lástimas dispersas / del trovador catalán;
Si ya solo me queda uno / de mis cuatro palos de sangre,
es por tí la de las torres / y los leones afamados. 

Ay Castilla castellana / ¡ay si me rompes el cuarto palo!

Victor Balaguer. Los Cuatro Palos de Sangre

Dentro del apartado de castellanofobia vamos a abordar hoy esta famosa poesía, "Els Quatre Pals de Sang", publicada en catalán en 1.862, y que constituyó un tremendo éxito. Vino a marcar un punto de inflexión en el desarrollo del anticastellanismo en la Cataluña contemporánea e incluso inspiró el desarrollo de sentimientos parecidos en otros territorios, fundamentalmente en Vasconia y Galicia.

Su autor, Víctor Balaguer, nació en Barcelona en 1.824 y desarrolló una importante carrera como político, escritor y periodista. Es considerado una de las principales figuras de la "Reinaxença", el movimiento literario del que terminaría surgiendo con el tiempo el nacionalismo catalán. Escribió poesía, teatro, ensayo, y una romanticista "Historia de Cataluña", en la que condensó buena parte de los mitos que posteriormente recogería dicho nacionalismo.  Elegido diputado, se instaló en la Villa y Corte, donde no le marcharon nada mal las cosas, pues  llegó a ser varias veces ministro. Fue asímismo honrado con la membresía de las Reales Academias de la Historia y de la Lengua. Murió en Madrid, en 1.901.


Busto de Víctor Balaguer en Barcelona. Su balada catalanista "Los Cuatro Palos de Sangre" combinó magistralmente victimismo, reivindicación y amenaza velada, formula que resultaría todo un éxito atemporal.

El filólogo y filósofo alemán Horst Hina  describió así la trascendencia de la publicación de "Los Cuatro Palos de Sangre":
El poema quizá pueda calificarse de primera obra de la literatura catalana con influencia en toda España. Se trata de un ejemplo muy sutil de poesía política. En España circuló por todas partes, sobre todo el estribillo, y no fue olvidada, muy a pesar de su autor, ni siquiera cuando éste se había distanciado un buen trecho de la opinión aquí expresada.
Y es que, en efecto, políticamente Balaguer empezó representando los intereses de los industriales del principado y promoviendo el "renacimiento catalán" y terminó defendiendo un templado regionalismo de corte españolista. Al final de su vida manifestó su  oposición al catalanismo político, así como al anticastellanismo del que éste hacía gala.  Pero ya era tarde. El odio a Castilla, que en no poca medida "Los Cuatro Palos de Sangre" había contribuido a desatar, era asumido para entonces por una parte significativa de la sociedad catalana.

En el poema, Balaguer identifica los cuatro palos de la bandera catalana con cuatro virtudes: Derecho, Justicia, Libertad, e Industria.  Y la ruptura de cada uno de ellos con una etapa de la sumisión de Cataluña. En el fondo, se trata simplemente de una adaptación  del mito de la "puñalada por la espalda" en el que las presuntas intrigas de San Vicente Ferrer, el supuesto asesinato de Carlos de Viana y el bombardeo del ejército de Felipe V habrían sellado la entrega a Castilla y la pérdida de sus libertades. Solo quedaría en pie el último palo, la Industria. Y el autor desconfía de que  la "malvada" Castilla también quiera romperlo.

No disponemos aquí del espacio necesario para rebatir o matizar la sesgadísima interpretación de la Historia que hace el autor. Remitimos al lector interesado a las entradas ya publicadas en este mismo blog sobre la Guerra de Sucesión, el Compromiso de Caspe, y Carlos de Viana. Diremos simplemente que nos parecen injustas, desprovistas de fundamento y completamente inaceptables las graves insidias  que se lanzan contra  Castilla.

El victimista poema contiene sin embargo otra falsedad evidente que no nos resistimos a comentar. En concreto en la tercera estrofa se hace referencia al conde Wilfredo el Velloso como el origen de la senyera o bandera catalana. La leyenda pretendía hacer creer que las cuatro barras fueron dibujadas con la propia sangre de las heridas del conde por el emperador franco Luis el Piadoso. Éste, tras plasmarlas sobre un escudo dorado, se lo habría cedido al conde como blasón por la valentía demostrada  en la guerra contra los normandos. En realidad, Wilfredo nació el mismo año en el que murió el emperador, así que difícilmente  podría haberse distinguido ante él  guerreando contra nadie. Lo cierto es que el escudo cuatribarrado o "Señal Real" solo empezaría a utilizarse trescientos años después, por los soberanos de la corona aragonesa.

La "Señal Real". Emblema de los reyes de la Corona de Aragón, que será usado posteriormente por los diversos territorios pertenecientes a la misma, incluida Cataluña.

Vamos a centrarnos ahora en la cuarta barra, la de la Industria y la velada amenaza que lleva implícita:
Si ya solo me queda uno
de mis cuatro palos de sangre,
es por ti la de las torres
y los leones afamados.
Ay Castilla castellana, 
¡ay si me rompes el cuarto palo!
Y aquí, amigo lector, está la clave. La industria catalana, que en esta época iniciaba un importante despegue, no podía competir con la extranjera sin el apoyo de aranceles. Pero al mismo tiempo, una política proteccionista tenía graves efectos secundarios. Por un lado aumentaba el precio que los consumidores estaban obligados a pagar por los productos que compraban. La falta de competencia convertía al país en un mercado cautivo para los fabricantes locales, en este caso catalanes. Y por último, los aranceles impuestos sobre los productos ingleses, franceses o alemanes solían ser respondidos con otros a las exportaciones españolas, fundamentalmente materias primas y productos agrícolas; lo que perjudicaba gravemente el desarrollo de los demás territorios, incluida Castilla. Con esta claridad  lo expresaba en su tiempo Stendhal, el célebre escritor francés:
Los catalanes exigen que cada español que usa telas de algodón pague cuatro francos al año porque en el mundo hay una Cataluña. Es preciso que el español de Granada, Málaga o La Coruña no compre, por ejemplo, los tejidos ingleses, que son excelentes y cuestan un franco la vara, y se sirva de los tejidos catalanes, muy inferiores y que cuestan tres francos la vara.
Vemos así como este lacrimoso poema anticastellano se transforma de golpe en un alegato arancelista. Mezcla, en una sabia combinación que creará escuela y será utilizada en infinidad de ocasiones, el victimismo, con la reivindicación político-económica y la amenaza. Porque después de las barrabasadas históricas que (supuestamente) hemos perpetrado los "malvados" castellanos contra los "inocentes" catalanes (y que al parecer incluían desde el envenenamiento a la utilización maquiavélica de santos) ¿quién es el valiente que se atreve a romper el cuarto palo? ¿quién el guapo que dice no al proteccionismo?

Y efectivamente, los diputados dijeron sí. Para beneficio de Cataluña y ruina de Castilla, "la de las torres y leones afamados", las medidas proteccionistas se fueron sucediendo a lo largo de los siglos XIX y XX: Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas [1882]; Arancel Cánovas [1892]; Arancel Cambó [1.922]... 

Otra cosa distinta es que ese sacrificio de los intereses castellanos  y de buena parte del resto de las regiones españolas no haya sido en ningún momento apreciado, agradecido o incluso recreado en victimista poesía.




sábado, 10 de mayo de 2014

El Compromiso de Caspe


La barra del derecho trocaron
los que reunidos en Caspe
quedaron ciegos a la luz
por las prédicas de un santo [...]
Ay, Castilla castellana,
¡Ojalá no te hubiera conocido!
Victor Balaguer. Els Quatre Pals de Sang


Si hubiera que hacer una lista de los diez episodios históricos más utilizados por la historiografía catalanista para zaherir a Castilla, nadie duda que el Compromiso de Caspe estaría incluido en dicho "Top Ten". Lo curioso es que durante casi cuatro siglos este asunto no pareció suponer ningún problema para nadie en Cataluña. Sólo a raíz del empacho de romanticismo de mediados del siglo XIX comenzó a reescribirse apasionadamente la historia a la luz del nacionalismo catalán. Y como nos podemos temer, rezumando anticastellanismo y dejando en muy mal lugar a nuestra tierra. De repente, un complejo asunto político-jurídico de finales del medievo sepultado en los libros de Historia, se convertía en el enésimo agravio de la pérfida e imperialista Castilla contra la virtuosa e inocente Cataluña. 

Y es que en las cabezas de los catalanistas más acérrimos no cabe que los representantes de la Corona de Aragón eligieran como rey a un príncipe de una dinastía castellana. Acostumbrados a considerar siempre a Castilla y a los castellanos como enemigos seculares tienen que buscar  desesperadamente conspiraciones y traiciones para poder explicarse hecho, a su juicio, tan asombroso.

Y como, pese a que la historiografía seria hace ya tiempo que puso las cosas en su sitio, el mito sigue presente en mayor o menor medida en el imaginario colectivo, creemos nuestra obligación señalar unas cuantas cosas al respecto. La versión romántico catalanista vendría a ser más o menos  la siguiente:
A principios del siglo XV reinaba felizmente en la corona "catalano-aragonesa" Martín I el Humano. Pero la desdicha, tan constante contra  Cataluña,  quiso que su único hijo, Martín el Joven falleciese sin herederos justo después de derrotar a los genoveses en Cerdeña. El rey ya era mayor y también era por tanto probable que no tuviera más descendencia. Pero no se trataba de un problema grave. Allí estaba Jaime, Conde de Urgel, pariente del rey, tan patriota catalán como capaz, al que Martín I ya había fichado y nombrado heredero. Pero desgraciadamente el viejo rey murió pronto. Y los siempre acechantes castellanos aprovecharon la circunstancia para meter de matute como candidato a Fernando de Trastámara. Valiéndose del engaño y la violencia lograron convencer a los representantes que habían de tomar la decisión, y en una farsa celebrada en Caspe consiguieron que le nombraran Rey. A partir de entonces, una odiosa dinastía castellana iba a encargarse de roer desde dentro el elevado espíritu y las gloriosas instituciones de la pobre Cataluña, y precipitarla en la ruina y la decadencia.
Naturalmente la historia real no se parece en nada a lo anterior. El candidato de Martín el Humano para sucederle era en realidad Fadrique, Conde de Luna e hijo natural de Martín el Joven, y por lo tanto nieto suyo. Sin embargo la oposición a su nombramiento como heredero fue unánime por su condición de hijo ilegítimo. Martín, suponemos que muy contrariado, se abstuvo a partir de entonces de proponer otra solución. Había nombrado a Jaime de Urgel lugarteniente del Rey en Aragón, y tras la muerte del heredero y pese a la antipatía que parece ser que le profesaba, le nombró también  Gobernador General. 

Martín I el Humano. Tras la muerte de su único hijo no quiso nombrar heredero,
limitándose a declarar que la Corona debería pasar a quien en justicia correspondiera.

Ciertamente en ese momento Jaime debió sentir que la corona era suya, y probablemente lo hubiese sido de haber jugado mejor sus cartas.  Pero no fue así y a partir de entonces no dió una a derechas. La situación del Reino de Aragón era compleja y diversas banderías de nobles se disputaban violentamente el poder. En Zaragoza se presentó el Conde de Urgel al objeto de hacer valer sus cargos y ejercer el mando que llevaban aparejado. Pero las autoridades de Aragón se mostraban renuentes  a aceptarlo así como así. Consideraban que el cargo de lugarteniente del rey podía equivaler a reconocer su legitimidad como sucesor y por tanto,  según los fueros aragoneses, era algo que debían aprobar las Cortes. 

En lugar de buscar la concordia, Jaime se metió de lleno en las luchas de los nobles aragoneses, aliándose con algunos (fundamentalmente Antón de Luna),  enemistándose con otros (los Hijar y los Urrea) e introduciendo tropas armadas en la ciudad. La situación era de calma tensa cuando el 14 de mayo de 1.410 el Conde de Urgel convocó por sorpresa al Justicia Mayor de Aragón para jurar ante él los Fueros y Privilegios del Reino, lo que le habría convertido en Rey en funciones. Sin embargo ni el Justicia Jiménez Cerdán ni ningún otro diputado se presentó a la cita. Ante este plantón a Jaime no se le ocurrió otra cosa que enviar sus tropas al palacio del Arzobispo para obligar al Justicia Mayor a tomarle juramento por la fuerza. Sonaron las campanas en señal de alarma, la situación se descontroló y los  altercados y combates entre partidarios y detractores del pretendiente se extendieron por toda la ciudad, provocando numerosos muertos. 

Es curioso comprobar como el que, según los catalanistas de cuatro siglos más tarde, hubiera sido el garante de las libertades catalanas, no tuvo inconveniente en  saltarse a la torera y combatir violentamente las aragonesas. Cuando llegaron las noticias de las alteraciones al viejo rey Martín, éste, espantado, ordenó al Justicia que hiciera salir de Zaragoza a  todas las tropas, recriminó duramente a Jaime de Urgel su actitud y le desposeyó como lugarteniente general. Y poco después, se murió sin designar sucesor, limitándose a hacer constar que la Corona debería ser de aquel al que le correspondiera por derecho. 

A pesar de haberle sido revocada, Jaime intentó seguir hacer valiendo su lugartenencia del reino. No lo consiguió. La situación  se volvió catastrófica. Los nobles urgelistas convencidos (con razón) de que el tiempo podía jugar en su contra intentan imponerse y despejar el camino para su candidato mediante las armas. Por todas partes se extienden las disensiones y los enfrentamientos. Dando otro desafortunado paso, los partidarios de D. Jaime asesinan al Arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, que se había significado partidario del pretendiente Luis de Anjou y por tanto contrario al de Urgel. Antón de Luna, mano derecha del conde, fue excomulgado por el crimen. Y su bando perdía así buena parte de las pocas simpatías que le pudieran quedar en Aragón. 

Cinco candidatos se disputaban el trono, y los partidos de nobles defensores de uno y de otro seguían enfrentándose abiertamente en lo que estaba a punto de convertirse en una guerra civil generalizada. Los candidatos a reinar, además de Jaime de Urgel y de Fadrique el hijo bastardo de Martín el Joven de los que ya hemos hablado, eran los siguientes: Alfonso de Aragón, duque de Gandía que falleció enseguida y fue sustituido como candidato por su hermano Juan de Prades, Luis de Anjou, duque de Calabria,  y Fernando de Trastámara, Infante de Castilla.  Todos ellos, aunque en distinto grado eran parientes del fallecido rey. Juan de Prades se quedó pronto rezagado en la carrera hacia el trono por falta de apoyos. Fadrique tenía el grave obstáculo ya mencionado de ser hijo ilegítimo. Luis de Anjou sí que contaba con numerosos partidarios, pero su causa sufrió un duro golpe tras el asesinato del Arzobispo de Zaragoza, gran defensor suyo. Además, dada la lejanía de sus dominios en Nápoles, no pudo enviar ayuda eficaz a sus acólitos, con lo que éstos, sintiéndose desamparados, fueron engrosando el bando de Fernando de Trastámara.

 Árbol genealógico de Martín el Humano y de los pretendientes al trono

Éste último había nacido en Medina del Campo, siendo el segundo hijo del rey Juan I de Castilla y de la princesa Leonor de Aragón, hermana de Martín I el Humano. Era, por tanto  sobrino del rey que esperaba  suceder.  Contaba poco más de treinta años pero ya poseía  sobrada experiencia política al haber sido regente de Castilla; y militar, al haber comandado las tropas que conquistaron Antequera, victoria que se quedaría unida a su persona como sobrenombre. Y es evidente que en circunstancias tan complejas y resbaladizas, se movió con mucha mayor inteligencia que su rival el Conde de Urgel. 

En medio de una creciente anarquía, se intentó la convocatoria de unas cortes conjuntas para toda la Corona de Aragón que resolvieran el asunto. Pero no fue posible llegar a un entendimiento. Los valencianos no eran ni siquiera capaces de convocar unas cortes únicas. Estaban divididos en dos facciones que se reunieron por separado en Vinaroz y Trahiguera. Fernando el de Antequera envía embajadas a Aragón y Valencia y consigue la adhesión de numerosos nobles. Éstos, reforzados con tropas castellanas derrotan a los urgelistas en Murviedro. En esta tesitura, Cataluña y Aragón alcanzan lo que se conoce como concordia de Alcañiz. Tanto el Reino como el Principado enviarán tres compromisarios que deberán reunirse en la localidad de Caspe y elegir entre los diversos candidatos al futuro rey. Valencia se suma posteriormente a la iniciativa. Uno de los compromisarios que representará a dicho reino será precisamente el dominico Vicente Ferrer, futuro santo. Y con él la emprenderían siglos más tarde muchos catalanistas contemporáneos, responsabilizándole de que el acuerdo final no fuese el que ellos hubieran deseado. Puede apreciarse perfectamente en la estrofa que encabeza esta entrada. 

El 22 de abril de 1.412 se inician  las deliberaciones. Los  aragoneses y valencianos son claramente partidarios del Trastámara. Los catalanes parece que  se muestran indecisos al principio, pero terminan también dándole su apoyo. Fernando es pues el elegido. El 28 de junio es proclamado Rey de Aragón y recibe el homenaje de otros candidatos como Fadrique de Luna y Juan de Prades. Se traslada a Barcelona donde convoca cortes. Quiere llegar a un acuerdo con Jaime de Urgel, al que ofrece una compensación de 150.000 florines y el matrimonio de su hijo Enrique con la hija mayor de Jaime. Este acepta la oferta y jura en Lérida, mediante representantes, obediencia al nuevo soberano (1)


Fernando de Trastámara, llamado "el de Antequera".
Infante de Castilla, su sagacidad y la torpeza de los rivales propiciaron su acceso al trono de Aragón.

Pero de repente, parece que azuzado por su madre la italiana  Margarita de Montferrato  ("fill, rex o res - hijo, rey o nada") se dice que le dijo,  se rebela contra el nuevo monarca. Confía ilusamente en el apoyo de tropas inglesas y en que se inicie un levantamiento a su favor. Nada de eso se produce.  Fracasa en el intento de conquistar Lérida, sus escasas huestes le abandonan y se encierra con los últimos fieles en el castillo de Balaguer, donde tras cuatro meses de asedio, termina rindiéndose. Será despojado de sus feudos y pasará en prisión el resto de su vida. La Historia le conocerá como "el desdichado", pero habrá que aclarar que en su desgracia tuvieron mucho que ver sus continuos y graves errores. El historiador catalanista Ferran Soldevila no puede menos que reconocer que:
El Conde no era un hombre hábil, y sus consejeros, comenzando por su madre, Margarita de Monferrato, muy faltos de ponderación y muy exaltados hacia aventuras ilusas
Estos son los hechos. Pero como suele ser habitual, desde el nacionalismo catalán los interpretaron a su manera. Con títulos del estilo "La Iniquitat de Casp" de Domenech Montaner, ya podemos imaginarnos cómo. Prat de la Riba, considerado uno de los padres del catalanismo, se agarra a que Fernando recibió los derechos al trono por parte de su madre para despachar el asunto como la entronización de la dinastía castellana en la confederación catalano-aragonesa" (sic) a través de la “violación de las sagradas costumbres que regulaban la sucesión a la Corona”. Ahí es nada. Como si la elección de Fernando hubiera sido una imposición castellana. Como si acaso hubiera existido en Aragón la ley sálica. Como si precisamente Ramon Berenguer IV no hubiera llegado a ser Rey de Aragón -y por tanto de la "confederación catalano-aragonesa"- gracias a su matrimonio con Petronila. Como si unos años después, durante la guerra civil catalana, las propias instituciones catalanas no nombraran príncipes a Enrique IV de Castilla, Pedro de Portugal y Renato de Anjou, pretendientes todos ellos por vía femenina. El prestigioso historiador catalán Jaume Vicens Vives aclara el asunto en "Els Trastámeres": 
No cabe considerar como injusta la solución de Caspe, pues todo invita a pensar que, por unos y otros motivos, Fernando era en 1.412, el candidato que contaba con más apoyos en el conjunto de la Corona de Aragón.
Vamos a comentar brevemente ahora otra de las supuestas consecuencias nefastas para Cataluña de la entronización de los Trastámara: la innegable crisis económica, demográfica y política que sufrió el principado a finales de la edad media. Pese a que desde catalanismo se insiste machaconamente en establecer una conexión entre ambos hechos, historiadores tan solventes como Vicens Vives, Carrere  o Vilar sostienen que la crisis, con sus lógicas fluctuaciones, no cabe ser atribuida al cambio de dinastía, sino que había comenzado bastante antes: en la sucesión de hambres y pestes que se inició en 1.333. 

Y por último haremos referencia a otro hecho que la historiografía catalanista a veces pasa por alto: los efectos negativos que el ascenso de Fernando el de Antequera a su  trono  supuso para Castilla. Lo cierto es que, sea porque sus hijos guardaban nostalgia de su castellana tierra de origen, sea porque su encumbramiento en Cataluña y Aragón no cumpliese del todo sus ambiciones, durante muchos años no dejaron de  enredar e inmiscuirse en los conflictos internos castellanos, causando no pocos problemas y quebrantos.  Buscaron siempre influir al máximo en su país natal desde su nuevo reino. Llegarían a enfrentarse varias veces con las armas al rey castellano Juan II y serían conocidos como "los Infantes de Aragón". Pero esa es ya otra historia. 

(1) Jaime de Urgel llegó a escribir al nuevo rey llamándole "Monsenyor lo rei" y firmando como "Vostre humil Jaume d'Aragó".

viernes, 14 de marzo de 2014

Carlos de Viana

La barra de la Justicia
permaneció bajo la losa
de una tumba donde se lee:
Aquí yace Carlos de Viana.
(...) Ay Castilla castellana,
¡Ojalá no te hubiera conocido!
Victor Balaguer. Los cuatro palos de sangre.

Carlos, Príncipe de Viana es una de esas figuras  a las que la historiografía catalanista del siglo XIX decidió reclutar para su causa sin pedir permiso. Personaje interesante, muy culto, aficionado a la música y la literatura, se mostrará en cambio como un mediocre político, indeciso y dubitativo. Su vida, muy en la línea del periodo renacentista, estuvo repleta de intrigas, traiciones y querellas familiares. Aunque en este breve espacio resulta imposible analizarlas pormenorizadamente, trataremos de hacer un somero repaso.  

Nació en 1421 en Peñafiel, cerca de Valladolid, (sitio insospechado para que vea la luz un icono del catalanismo). Era hijo  de Blanca, princesa heredera de Navarra y de Juan, hermano de Alfonso V, rey de Aragón

Carlos de Viana, nacido en Peñafiel y aliado de los reyes castellanos Juan II y Enrique IV.  Curiosamente será utilizado por la historiografía catalanista cuatro siglos después de su muerte para atacar a... ¡Castilla!.

Muy joven marchó con su familia a Navarra donde, tras la muerte de su abuelo Carlos III, su madre fue proclamada reina y su padre rey consorte. Éste,  pese a todo, seguía muy atentantamente la situación en Castilla, donde él y sus hermanos (conocidos como los "Infantes de Aragón") poseían importantes feudos e intereses y en cuya política no cesaban de inmiscuirse diplomática y militarmente. Los navarros veían mal esas costosas injerencias en reino ajeno. Los castellanos peor todavía.

Blanca de Navarra falleció en 1.441. Legó el trono a Carlos, pero a condición de  que no tomara posesión del mismo sin la aprobación y consentimiento de su padre. Lo que seguramente pretendía ser una cláusula para asegurar la concordia entre los dos tuvo el efecto contrario. Juan actuaba como rey. Carlos de lugarteniente del reino. Y como suele ocurrir, dos en un trono están muy apretados. Así que estalla la guerra entre ambos. A Juan le apoyaba el bando de los agramonteses. Carlos recibió la ayuda de los beaumonteses y también de... Castilla, (cosa sobre la que quizá deberían meditar los historiadores catalanes que siglos después insisten machaconamente en culpar a los castellanos de la desgracias del príncipe). Sin embargo, la suerte no le sonrió y Carlos fue derrotado y apresado por su padre, que mientras tanto se había vuelto a casar. Su nueva esposa, mucho más joven que él, es Juana Enríquez, una noble castellana con la que tendrá un hijo: el futuro Fernando el Católico

Llegaron al acuerdo de que el Príncipe de Viana  no tomaría el título de Rey hasta la muerte de su progenitor. Sin embargo, poco después, mal aconsejado, volvería a rebelarse. Juan invade el país y esta vez nombra heredera en su lugar a otra hija suya,  la princesa Leonor. Carlos abandona una Navarra en plena guerra civil, (que durarará medio siglo) y se refugia en Nápoles y Sicilia con su tío Alfonso V, soberano de la Corona Aragonesa, que está afincado en Italia y que apenas pisa sus dominios hispanos. 

La situación da un giro en 1.458 cuando muere Alfonso sin descendencia legítima, y Juan  pasa a ser también Rey de Aragón. Temeroso de que Carlos pudiera liderar una conspiración en su contra en Sicilia, le ordena volver a España, le perdona y le restituye sus tierras. Pero poco tiempo más tarde le acusa de traición por estar tramando una alianza con el Rey de Castilla, y ordena  encarcelarle en Lérida.


Por Cataluña se extiende una oleada de indignación. Los nobles, un poco porque creen que se trata de una víctima inocente y otro poco porque sospechan que sería un rey mucho más manejable que el temperamental Juan, se ponen de su parte. Acusan al padre de tratar de obviar los derechos sucesorios de Carlos y  preparar el terreno para que acceda al trono su otro hijo, y exigen su puesta en libertad. El gran apoyo popular y nobiliario al Príncipe de Viana hace que el Rey termine cediendo. Se llega a otro acuerdo, conocido como la "Concordia de Villafranca". Carlos es puesto en libertad y entra triunfalmente en Barcelona en 1.461...solo para morir tres meses más tarde. El frágil acuerdo alcanzado salta así por los aires y la guerra civil terminará estallando también en Cataluña. Gran parte de la nobleza  y  la alta burguesía barcelonesa se enfrenta a Juan II, que a su vez recibirá el apoyo de los siervos o "remensas", rebelados contra los abusos de los terratenientes.  Pero eso es ya otra historia.

Desde el catalanismo se ha puesto el máximo incapié en denigrar la figura histórica de Juana Enríquez. Ésta había nacido en 1.425 y fue descrita como "rubia, esbelta y de ojos muy claros", así como también poseedora de "gran talento, valer en la adversidad y encanto personal indudable". Ha sido acusada de conspirar para que su hijo (el futuro Fernando el Católico) fuera nombrado heredero en lugar de Carlos de Viana e incluso de haberle envenenado. Creemos bastante probable que Juana, como cualquier madre, deseara fervientemente el futuro más elevado para Fernando. Consta, en efecto, su insistencia en buscar el matrimonio con la princesa Isabel de Castilla (cosa que efectivamente sucedió, aunque ella no llegó a verlo) y su enfado cuando recibió la información (no se sabe si con alguna base real) de que Carlos estaba en negociaciones para "robarle" la futura pareja a su retoño. Pero entre procurar el mejor partido posible para el casamiento de su hijo y envenenar a un príncipe hay mucho trecho.

Juana Enríquez. La castellana mala de la película según los historiadores catalanistas. Una mujer valerosa que procuró interceder entre su esposo y el Príncipe de Viana, según otros menos parciales.

Existen fuentes que contradicen esa imagen de castellana despiadada  e insolente  tejida por la historiografía catalanista, diríase que buscando asemejar su perfil al de la madrastra de  Blancanieves. Para empezar, son muchas las que aluden a los intentos de Juana por reconciliar a su marido con su hijastro, así como sus esfuerzos para que éste fuera liberado de prisión. El mismo Carlos se refiere a ella en su correspondencia como "verdadera señora y madre". Cuando es recibido tras su puesta en libertad "la besa en las manos y en la boca". Y los dos juntos emprenden viaje hacia la Ciudad Condal. Son muy bien recibidos en Tortosa y Tarragona, y solo la negativa de los diputados catalanes a permitir la presencia de Juana en Barcelona impide que hiciesen juntos su entrada triunfal en esta ciudad. Pero no evitó que dejaran constancia de que Carlos les había confesado que 
tanto suplicando con gran voluntad y atención al dicho sseñor Rey por su liberación, como visitándole y con muchas otras formas, le ha demostrado y hecho obra de madre, por cuyo motivo dijo quedarle infinitamente obligado 
Parece pues que, curiosamente, la opinión que el propio Carlos tenía de su madrastra era mucho mejor que la de ciertos historiadores contemporáneos procedentes del noreste penínsular. 

Respecto al rumor que culpabiliza a Juana  de haber asesinado al Príncipe, cabe decir que no hay ni una sola prueba que lo sustente. Pese a ello, el poema citado al comienzo de esta entrada es una evidencia de que la insidia del envenenamiento ha seguido  muy  presente en el imaginario catalanista. La realidad  es que mucho antes de fallecer,  Carlos ya carecía de buena salud. Las crónicas manifiestan que padecía una enfermedad de los pulmones, probablemente tuberculosis. De hecho, cuando estaba en Sicilia se hacía transportar en litera, dada su extrema debilidad. A partir de 1460 su salud empeora incluso más. Llega al extremo, en septiembre de ese año, de peregrinar al santuario de Montserrat para implorar la curación. Se dicen continuas misas por el restablecimiento. Todo es inútil, su estado  sigue deteriorándose a la vista de todos. Por fin el 23 de septiembre de 1.461 expira. 

Los médicos diagnosticaron que la causa de la muerte fue, efectivamente, una pleurexia o inflamación pulmonar.  Todo indica pues que, en una época de elevada mortalidad, con cuarenta años cumplidos, lo que para aquella época ya suponía una cierta edad (no hay que olvidar que la propia Juana Enríquez fallecerá a los cuarenta y dos) y  tras arrastrar largo tiempo una grave dolencia, Carlos falleció de muerte natural.

En cualquier caso, nos parece un contrasentido que cientos de años después se busque desde la historiografía catalanista, por activa y por pasiva, acusar a Castilla del triste destino de este príncipe que no llegó a reinar. Como ya hemos visto, Carlos recibió toda su vida el apoyo castellano frente a las ambiciones de su turbulento padre. La razón de que éste le mandara prender fue precisamente la sospecha, fundada o no, de haber buscado una  alianza con el poderoso reino vecino. No parecen pues justos ni razonables a la luz de la Historia los intentos  de utilizar la desdichada figura del Príncipe de Viana como la enésima excusa para practicar el victimismo castellanófobo.