sábado, 18 de enero de 2014

Castellanofobia: Sabino Arana


La irreligiosidad y la inmoralidad van cundiendo en nuestro pueblo por obra y gracia de la invasión maketa, de los maketos todos, llámense integristas o librepensadores, que van sustituyendo el carácter bizkaino con su propio carácter de suyo hipócrita y perverso.
Sabino Arana. Revista Bizkaitarra. 



Sabino Arana Goiri (1865-1903) fue el fundador del Partido Nacionalista Vasco. De familia carlista, desde muy joven su pensamiento, influenciado por el de su hermano Luis, evolucionó hacia un nacionalismo radical de corte independentista, barnizado además de racismo  e integrismo religioso.


 Sabino Arana Goiri, considerado el padre del nacionalismo vasco

Según la visión de Arana, España era una nación de la que Castilla, Cataluña, Galicia o Andalucía solo constituían regiones. Por contra, el País Vasco, Navarra y algunos pequeños territorios del suroeste de Francia formarían otra nación completamente diferenciada.  En ese sentido, el odio de los patriotas vascos, a diferencia de el de sus congéneres de Cataluña o Galicia, debería orientarse más hacia el conjunto de España que hacia una sola de sus regiones, en este caso la castellana.

La política catalana, por ejemplo, consiste en atraer a sí a los demás españoles; la bizkaina, v.gr., en rechazar de sí a los españoles, como extranjeros.
De hecho, más que dos naciones, para el fundador del P.N.V., españoles, (llamados despectivamente "maketos") y vascos constituirían dos razas diferenciadas y contrapuestas. El deber de los patriotas vizcaínos consistía no en facilitar la asimilación de los inmigrantes españoles, sino en impedirla como si fuera la mayor de las desgracias. Consideraba que habría de evitarse que aprendieran euskera, pues el dominio de la lengua vasca  significaría un paso importante para la integración de los "maketos", y por tanto para la contaminación de la raza.

En Cataluña todo elemento procedente del resto de España lo catalanizan, y les place a sus naturales que hasta los municipales aragoneses y castellanos de Barcelona hablen catalán; aquí padecemos muy mucho cuando vemos la firma de un Pérez al pie de unos versos  euzkericos, oímos hablar nuestra lengua a un cochero riojano, a un liencero pasiego o a un gitano, o cuando al leer la lista de marineros náufragos de Bizcaya tropezamos con un apellido maketo.
Si fuese moralmente posible una Bizkaya foral y euzkeldun (o con Euzkera) pero con raza maketa, su realización sería la cosa más odiosa del mundo, la más rastrera aberración de un pueblo, la evolución política más inicua y la falsedad más estupenda de la historia. 
El odio hacia los españoles que traslucen a menudo los escritos de Sabino Arana es ciertamente colosal. Sirvan unos pocos ejemplos para ponerlo de manifiesto:
Olvida esta tu lengua, sí. Pero si el maketo, penetrando en tu casa, te arrebata a tus hijos y tus hijas para quitar a aquellos su lozana vida y prostituir a éstas...entonces, no llores.
Tanto nosotros podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre más postrada y arruinada.
La fisonomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta. El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo los quintos), o si es apuesto, es tipo femenil (ejemplo, el torero). El bizkaino es nervudo y ágil, el español es flojo y torpe. El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos [...] el bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español perezoso y vago...
Les aterra el oir que a los maestros maketos se les debe despachar de los pueblos a pedradas. ¡Ah la gente amiga de la paz...! es la más digna del odio de los patriotas. 
Pero aunque, como ya hemos dicho, la inquina de D. Sabino abarca el conjunto de lo español, no solo lo específicamente castellano, sabemos por experiencia que siempre que desde el nacionalismo periférico se reparten bofetadas, los castellanos tenemos muchísimas papeletas para recibirlas. Impresión que solo podría reforzarse al conocer la insultante etimología que se inventó nuestro hombre para la palabra "Castilla", a la que quería hacer provenir de "ke asto illa", y que se traduciría del euskera así como "(por el) humo asno muerto".
Lo que de bueno tiene el vasco no se lo debe a Castilla y sus hermanas. De lo malo, casi todo lo tiene de ellas recibido.
Porque el pueblo vasco tenía vigor sobrado y sobrada energía para ascender con paso firme la escala tendida desde su personalidad histórica [...] Pero absorbido y arrastrado por Castilla y sus hermanas, descendió en vez de levantarse y va aceledaradamente derrumbándose hacia su total ruina en vez de haberse encumbrado hasta lo más alto de la social felicidad.
Abandonad este léxico traído de Castilla, pues existe demasiado sabor de moro, color de sucio judío, de negro y de villano en esas tierras.
En cuanto a la discutible visión histórica de Arana, ésta lógicamente coincide  a la perfección con el dogma nacionalista. Parte primordial del mismo es la supuesta independencia medieval de las provincias vascas respecto a Castilla y Navarra. Así se explica el principio del fin de aquella primitiva arcadia vizcaína  a manos del  "virulento" reino castellano:
Llegó un tiempo (siglo XIV) en que el Señor de Bizcaya (Juan III) heredó el trono de Castilla, y con esto, comunicándose de continuo los bizcainos con los españoles, habría de ir inoculándose paulatinamente en el espíritu bizkaino el mortífero virus del españolismo, como el astro más grande le atrae al más pequeño que llegue a sus alcances.
Este tema, el origen de los privilegios vascos como concesiones reales y no como  pretendidos pactos entre estados presuntamente independientes, ya lo hemos abordado suficientemente en las dos entradas anteriores que dedicamos a Juan Antonio Llorente. Como cabía sospechar, el historiador riojano no gozaba precisamente de las simpatías de D. Sabino:
A un conspicuo masón le encargó la España de principios de este siglo la refutación de la independencia histórica de nuestra patria: al canónigo Llorente.
La influencia de la vida y obra de Sabino Arana Goiri sobre el nacionalismo vasco posterior es incalculable. Por más que el signo de los tiempos haya obligado a arrinconar los conceptos raciales y religiosos más exaltados de su fundador, no cabe dudar de la vigencia de muchas de sus teorías y opiniones en el ideario del P.N.V. y del universo "abertzale" en general. 

Estatua a Sabino Arana en los Jardines de Albia, Bilbao
Enfrente está Sabin Etxea

En la actualidad, la memoria de Arana continua siendo celebrada y homenajeada a lo largo de toda la geografía de Euskadi,  con multitud de estatuas y calles a su nombre. La sede central del Partido Nacionalista Vasco se encuentra  en el solar de su antigua casa familiar y es denominada precisamente "Sabin Etxea", es decir, "la casa de Sabino".


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